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Quantum of Solace

A priori la nueva película protagonizada por el popular agente secreto de los servicios de inteligencia británicos James Bond, pintaba más que bien. Continuaba con la trama desarrollada en la estupenda Casino Royale, prometía ahondar aún más en los recovecos oscuros del héroe, el director elegido para culminar el lavado de cara del personaje no era otro que el aclamado Marc Forster (autor de películas extraordinarias como Monster´s Ball, Transito y sobre todo, Más extraño que la ficción) y el argumento gira en torno a una situación real, el de la intromisión de la CIA y el gobierno norteamericano para la creación de dictaduras afines, la explotación salvaje de los recursos naturales... Casino Royale reinventaba al agente 007 despojandolo de su elegancia congénita, su invulnerabilidad y en definitiva de parte de su carisma, y le dotaba de una humanidad necesaria en los tiempos que corren, en los que otro espía, Jason Bourne, se había impuesto como relevo natural en pleno siglo XXI. Casino Royale suponía la reformulación en clave realista (ahora Bond sangra, se fractura física y emocionalmente) de un personaje gastado que ya nadie se tomaba en serio, y la citada saga Bourne fue un referente indudable en este cambio de imagen.


Ahora bien, Quantum of Solace poco tiene que ver con su predecesora. Si Casino Royale era una cinta de espionaje con alguna que otra escena de acción para contentar a los incondicionales de la saga y al público menos exigente, Quantum of Solace es una película de acción en la que la trama de espionaje sólo es un débil pretexto para enlazar las escenas de persecución, tiroteos..., más numerosas que en Casino Royale, pero mucho peor resueltas y con un inexplicable ritmo decadente (las escenas de acción van perdidendo intensidad a lo largo del metraje, reservando lo peor para el final). Poco queda pues de la anterior y aplaudida entrega. Ninguna escena queda para el recuerdo, como si sucedía con Casino Royale (donde algo tan aburrido y en apariencia poco cinematográfico como una partida de poker poseía mayor intensidad y emoción que todo el metraje de Quantum of Solace), el ácido sentido del humor practicamente ha desaparecido, así como la tensión sexual con la chica Bond, otro aspecto que aquí se ha despercidiado, y es que Eva Green era imposible de superar. Lo único que se mantiene intacto es la genialidad de Daniel Craig, a pesar de todo y a que esta pelicula no esté a la altura de su calidad actoral, el mejor James Bond de la historia.

Suigue habiendo puntos de interés además de la interpretación de Craig. Las escenas de acción, auque desangeladas, siguen siendo espectaculares (el presupuesto de la película supera los 200 millones de dólares). El nivel actoral del conjunto es más que aceptable. Judi Dench, Giancarlo Gianninni y Jeffrey Wright vuelven a firmar un excelente trabajo, aunque no se puede decir lo mismo del villano de la función, el por otra parte genial actor de La escafandra y la mariposa, Mathieu Almaric, que no sabe muy bien que hacer en una producción de estas características y con un personaje tan poco enigmático. Esperemos que la saga vuelva a reconducirse a la senda iniciada con Casino Royale. El personaje es demasiado atractivo como para protagonizar lo que es solamente una película de acción.

Lo mejor: el montaje paralelo durante la representación de Tosca, en la que Bond descubre una reunicón secreta para planear un Golpe de Estado en Bolivia (única escena destacada de la película) y Daniel Craig.
Lo peor: la chica Bond, el villano de la historia, el excesivo predominio de la acción sobre la inteligencia...



Y ahora, como cada semana, os voy a recomendar una de esas películas que creo imprescindibles. Esta vez la propuesta es bastante más arriesgada pues no conozco a nadie al que le guste esta película a pesar de sus notables credenciales. Obtuvo cuatro nominaciones en los Oscar del año 2003, mejor película, mejor director (en este caso directora), mejor actor protagonista y mejor guión original, a cargo de la propia directora y que finalmente fue el único que la película se llevó a casa. Siempre que he aconsejado esta cinta a algún amigo y éste me ha hecho caso y la ha visto, me ha contestado: "es un puto tostón", "es una mierda", "es una absoluta perdida de tiempo", "no cuenta nada"... Así que hoy os voy a recomendar una película que puede que sólo me guste a mí, y que además no sólo me gusta, sino que me fascina tanto que la veo un par de veces al año por estricta higiene mental. La mayoría de la gente prefiere ver chorradas del tamaño de Titanic, antes de ver una pequeña joya cinematográfica como:

Lost in translation

Bob Harris es un actor de cine en horas bajas. Viaja a Tokio para rodar un anuncio de whisky por el que cobrará dos millones de dólares. Ha declinado la posibilidad de hacer teatro para plantarse delante de una cámara y decir mientras sonríe: "Un momento de relax es un momento Santori". Su mujer le llama constantemente. Debe elegir el color de la moqueta de su estudio. A Bob le da igual, aunque no se atreva a decirselo. Bob explora el hotel. Bob se "entretiene "en el gimnasio, en la piscina. Bob está perdido. Puede parecer normal dado su desconocimiento del idioma, de la ciudad, de su cultura. O puede que sea la crisis de los 50. Charlotte no sabe que hacer con su vida. Acaba de graduarse en filosofía, pero no sabe muy bien que debe hacerse con ese título para ganar dinero. De momento y por no tener otra cosa mejor que hacer, acompaña a su marido, fotógrafo profesional, a los numerosos sitios donde se reclaman sus servicios. Ahora ambos se encuentran en Tokio. Su marido, un adicto al trabajo, no le hace ni caso. Charlotte se "entretiene" visitando la ciudad. Visita un templo budista, pero no siente nada. Charlotte está perdida. Bob se aburre, no entiende la televisión japonesa. Charlotte se aburre. Tampoco entiende la televisión japonesa. Bob no puede dormir. Charlotte no puede dormir. Se encuentran en la cafetería del hotel cada noche. Cruzan sus miradas de auxilio. Quizá puedan compartir su soledad.

Bob: ¿Me guardas un secreto? Estoy organizando una fuga de presos y busco un complice. Primero hay que salir de este bar, luego del hotel, luego de la ciudad y luego del país. ¿Estás conmigo?

Sofia Coppola, hija de Francis Ford Coppola, escribió y dirigió esta exquisita comedia, que no destaca por su hilaridad ( a pesar de un par de momentos desternillantes), sino por una ternura abrumadora entre los dos personajes principales. Ella es Scarlett Johansson y nunca ha estado tan bien y tan guapa como en esta película (desde entonces su carrera ha ido cuesta abajo, a excepción de Match point) y él es Bill Murray. Aquel año tuvo que ganar el Oscar, pero se lo llevo Sean Penn por Mystic River. Nunca un actor ha encajado tan bien fisicamente en un papel y ha hecho de sus evidentes carencias gestuales y dramáticas su mejor virtud. Bill Murray encaja a la perfección en este personaje sumido en la más profunda depresión, aquella que sobreviene cuando ya se está de vuelta de casi todo y ya nada sorprende, ni apasiona, salvo una dulce veinteañera que busca descubrir los enigmas de la vida en los brazos de un cincuentón. Es imposible no sonreir con esta recreación de un personaje tan patético como adorable, uno de los más adorables de la historia del cine. Lost in translation no es exactamente una película romántica. No es precisamente amor lo que surge entre los dos protagonistas, sino la necesidad de ser complices en un mundo que les resulta tan distante e incomprensible. En ese sentido no hay ninguna tensión sexual, sólo dos almas perdidas que son la guía de la otra.

Os dejo una escena de la película. Bill Murray cantando (terriblemente mal) en un karaoke ante la atenta mirada de Scarlett Johansson. Por cierto, si os gusta la buena música, os recomiendo su banda sonora.




Me despido hasta la semana que viene, en la que la recomendación se alejará de los derroteros románticos. Os adelanto que es una película esencial para cualquier estudiante de periodismo.

3 comentarios:
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Sara Parque dijo...
sábado, noviembre 22, 2008 5:20:00 p. m.  

Me encanta la recomendación de la semana. Una película inolvidable, con un Bill Murray increible y una última secuencia inolvidable que, por cierto, muchos en Internet estaban empeñados en averiguar qué es lo que se dicen. Me uno a Verdugo y os animo a todos a verla! Un saludo

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Patino dijo...
domingo, noviembre 23, 2008 12:32:00 p. m.  

Habrá que ver Lost in Translation... La verdad es que es una película que llevo tiempo con ganas de ver, pero por unas causas u otras, nunca cae.

Acerca de Quantum of Solace, es cierto, antes de haberla visto, que es altamente improbable que llegue a una altura siquiera similar a la de Casino Royale. Pero, a pesar de todo, la veré. Y podré juzgarla con certeza.

Sólo un apunte. Daniel Craig es bueno. Muy bueno. Pero no llega a la talla de Roger Moore. Simple cuestión de preferencias.

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Marta dijo...
lunes, noviembre 24, 2008 1:34:00 p. m.  

Ahora que veo la recomendación de esta semana me acuerdo de cuando me puse a ver Lost in Traslation.Fue el año pasado. Cuando la empecé a ver tuve que dejarla porque me aburría sobremanera. La verdad es que la retomé otro día y tampoco me enganchó. Con esto no quiero decir que tu recomendación sea mala ni mucho menos, David, pero creo que este tipo de pelis tan profundas hay que verlas en un momento adecuado, para que te calen o te lleguen.
A ver que peli recomiendas para la próxima semana.

Un saludete

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