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COMPLEJOS QUE SE REALIMENTAN

Acabamos de asistir a otra gran victoria estadounidense en el panorama internacional. Si durante muchos años multitud de gente se dedicó a denunciar las innumerables guerras, dictaduras, encarcelamientos, torturas, sabotajes y extorsiones de las que había sido partícipe Estados Unidos, hoy en día no queda ni la milésima parte en la opinión mediática que cuestione ese terrorismo de Estado que el aliado yanqui ha practicado a lo largo de la historia. Porque, si antes quedaba un hilillo de esperanza, ahora apenas lo hay. La mayoría de los intelectuales mediáticos de hoy día junto a centenares de millones de ciudadanos a los que han arrastrado, han sucumbido ante la mayor de las farsas injustas de práctica democrática que se ha llevado a cabo en los últimos tres años (en los últimos cuatro nos volvemos a encontrar con otras elecciones del país norteamericano). “El sistema de partido único” al que se refiere Noam Chomsky no es otro que el fruto de una serosidad histórica alimentada por el gran complejo de inferioridad que el resto de la política internacional ha mostrado siempre ante el gigante imperial. El excesivo seguimiento que se ha llevado a cabo de las elecciones americanas no ha sido otro que la creación de una figura distinta en una carrera presidencial, el llamado candidato negro, un producto mediático necesario que pregone un cambio ficticio, que mueva los pilares sentimentales pero que deje los del orden actual en la misma posición.

Algunos medios españoles han tomado la elección del Jefe de Estado yanqui como suya, como si fuese a llamar un Mesías salvador a cada una de nuestras casas y nos fuese a evitar nuestra marcha al infierno. Ni Obama va a reducir hipotecas ni quitará el hambre a los desfavorecidos –algo imposible si Dios ni si quiera lo ha logrado en tantos siglos- , lo que sí hará es lo que hace, ofrecer una expectativa de cambio en un sistema que, por mucho que cambie, seguirá siendo el más rastrero e impresentable de cuantos existen.

La posición del entramado mediático internacional, además de demostrar una vez más ese complejo de inferioridad de esa Europa que se erigía en líder del mundo, ha sido aumentar la misma patología (pero al contrario) que últimamente se encontraba en horas bajas allá por tierras de la inyección letal. Además, les ha venido ni al pelo que en esta ocasión haya sido elegido el primer negro a la presidencia nacional. Cuando peor imagen tenían en el mundo, cuando más críticas recibían de todos los lados, se presenta un negro simpático, todo el mundo gira la cabeza hacia allí y resulta que cuando gana, nadie lo critica. Ni siquiera al sector más duro de los republicanos se les ha oído decir apenas nada. Resulta extraño. Todo sea por la patria y su hegemonía mundial, supongo.

Yo no sé si soy uno de esos sectarios antiliberales, como dice Fede, o qué es lo que pasa. No logro entender, por más que me lo expliquen, que en una democracia el candidato tiene que reunir obligatoriamente miles de millones de dólares para poder presentarse. Juraría que en esa famosa frase “El poder del pueblo” va incluido el obrero de la construcción, el de la fábrica de turno o la señora de la limpieza que se encarga del despacho Oval.

Por más que me martiricen diariamente, por más que me vendan la grandiosa democracia que es la estadounidense y a la que nosotros debemos imitar (ese es el mayor fin de las campañas mediáticas, crear un bipartidismo sin riesgos), seguiré subrayando que la democracia política empieza donde hay democracia económica. Ni en Estados Unidos ni en España la hay. Ni los presidentes, por mucho que pueda parecer, son humildes. Ni el popular ni el socialista, ni el demócrata ni el republicano, son de origen ‘normal’. Obama no procede de un barrio obrero. Humilde es Evo Morales, pero ese tipo de humildad es precisamente la que EEUU combate. Porque, directamente, ningún presidente yanqui puede ser bueno, al principio o al final, todos la cagan. Ninguno puede empezar gobernando, de manera absolutista, imponiendo su ley: retirando tropas, eliminando embargos y cerrando cárceles ilegales. Comunistas, en la Casa Blanca, ante todo, no.

Por eso y por mucho que cueste aceptarlo, en estas tierras de la vieja Europa hay un complejo. Lejos de ser frenado o de estancarse, crece últimamente de forma desmesurada. Es una enfermedad en la que rebrota una y otra vez una sintomatología de males como la amnesia, la que olvida que demócratas y republicanos han sido los propulsores de asesinatos de todo tipo en los últimos 60 años. Que solo Bush no es el culpable de todo.

Si Obama hubiese anunciado un cambio radical en la distribución económica, si Obama hubiese comunicado la decisión de dejar pasar a la gente igual que se deja pasar la droga en la frontera mexicana, si Obama hubiese anunciado retirar el embargo económico, financiero y comercial que rodea Cuba, si la guerra de Afganistán fuese tan injusta como la de Irak o si hubiese un reconocimiento de todos los errores cometidos hasta ahora, podríamos hablar de cambio. “Yes, we can”. Podemos no creernos absolutamente nada, tenemos motivos.

2 comentarios:
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Patino dijo...
lunes, noviembre 10, 2008 12:50:00 a. m.  

Como siempre, brillante. Da gusto llevarse a la retina tus artículos, Karny.

Pero yo creo de una manera muy diferente a la tuya en lo que a los EEUU se refiere. Por ahora -y les queda un rato largo- son el país más poderoso sobre la faz de la Tierra. Y es mucho mejor ser sus amigos que sus enemigos.

Quizá lleves razón en lo de que a la figura de su presidente no se la puede calificar como humilde. Nada más ver la 'choza' de Pennsilvania Ave. 1600, cabe pensar justo lo contrario.

Pero una cosa te digo: el amiguete Barack me da que va a cambiar muchas cosas. No sólo por ser el primer negro al frente de las barras y estrellas (¿lo habríamos firmado hace... 15, 20 años? Yo creo que no, hubiera tomado por loco al visionario de turno). No sé en qué sentido (no soy analista de política global, una pena), pero presiento, intuyo, que el mundo va a ser un poco mejor.

Saludos, compañero.

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Marta dijo...
lunes, noviembre 10, 2008 8:12:00 p. m.  

Yo también estoy de acuerdo con Patino. Me ha gustado mucho el artículo. Mucha gente (y yo incluida) se deja llevar por las sensaciones que nos provocan los políticos que no nos tocan de cerca. En este caso Barack Obama. Pero también es cierto que las sensaciones o las primeras impresiones delatan, en muchas ocasiones, la personalidad de la gente. Con esto, no baso mis opiniones en lo que me transmiten las personas sin haberlas conocido, pero creo que todavía es muy pronto para juzgar.
Bueno que confio en que algo cambie, a mejor, claro.

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