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Con la mochila a cuestas

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Mucho tiempo ha pasado desde la última ‘Mochila’ de este blog... Concretamente, desde mediados de julio del pasado año, cuando el que os escribe lo hacía desde las islas británicas, desde Liverpool, para ser más concretos. Espero que hayáis recargado bien las pilas, que las mochilas estén lustrosas y todo preparado, porque...

¡VUELVE ‘CON LA MOCHILA A CUESTAS’ A DIARIO DE PERIODISMO!

Y, qué mejor manera de empezar, que con una visita que, por increíble que parezca, aún no hemos hecho. Coged la mochila, que siempre es necesaria, aunque tampoco os preocupéis por llevar demasiadas cosas, que no nos vamos demasiado lejos. Lectores de diariodeperiodismo.es, esta semana visitamos...

VALLADOLID

Exacto. La ciudad desde donde escribimos la mayoría de los artículos de este blog, aunque tenemos también en cuenta a otras localizaciones, como Barcelona, Ibi y otras tantas, que no nos olvidamos. Quizá os sorprenda que visitemos la ciudad del Pisuerga, pero he considerado que es una buena manera de inaugurar esta nueva andadura de la sección viajera del blog.

¿Por dónde empezar? Ciertamente, es complicado, dado que la mayoría de vosotros, o sois vallisoletanos, u os habéis pateado a conciencia la ciudad. Pero me vais a tener que permitir que os lleve por sus calles como a un turista más. Bueno, no. Como a un mochilero más.

Nuestro recorrido comienza en la Plaza Mayor. Concebida en principio como eje fundamental de la vida ciudadana, desde ella se tiene acceso a gran número de calles importantes de Valladolid, como Santiago o La Pasión. En el centro os podréis encontrar con la estatua del que ha sido considerado fundador de Valladolid, allá por el siglo XI, Pedro Ansúrez. Y al fondo, el Ayuntamiento de la ciudad, que en este año ha celebrado su centésimo aniversario. En el lado opuesto de la plaza se encuentra el antiguo Convento de San Francisco, donde falleció el almirante Colón, y cuyo edificio hoy alberga el Teatro Zorrilla. Actualmente se encuentra en obras, pero cuando esté acabado será digno de ver, tal y como lo era antes.

Desde la Plaza Mayor, avanzamos por la calle de Jesús, y nos encontramos con el edificio de Correos, presidiendo la plaza de la Rinconada. Una buena muestra de la arquitectura modernista del siglo XX, que sigue cumpliendo su función tras estos años, ya que es la oficina central de Valladolid. Unos metros más allá, a la espalda de este edificio, podéis encontraros con los restos del Alcázar de la ciudad, y con una de sus iglesias más espectaculares, San Benito, originaria de los siglos XII y XIII. A su lado, el convento, hoy convertido en dependencias municipales, cuyo claustro bien merece una visita. Cerca de allí también está el mercado del Val, único de los tres que el alcalde Miguel Íscar ordenó levantar a finales del XIX, en pleno proceso de renovación de la ciudad.

Si avanzamos por el lateral de San Benito, llegaremos a adentrarnos en la antigua judería de la ciudad, algo desconocido por muchos. Junto al Patio Herreriano, hoy convertido en museo de arte contemporáneo –según dicen los expertos en la materia, merece mucho la pena- se encuentra la antigua iglesia de San Agustín, hoy reconvertida en archivo municipal. No demasiado lejos se encuentra el Puente Mayor de la ciudad, hasta el siglo XIX el único que atravesaba el Pisuerga. Hoy hay unos cuantos más, descuidad.

Cambiando de lado de la ciudad, si queréis volver hacia la plaza Mayor para no perderos, podéis avanzar por la calle Santiago, aunque si sois consumistas os recomiendo pelín de control, que hay muchas tiendas. A mitad de la calle os encontraréis con el atrio de Santiago, que verdaderamente merece la pena visitar, ya que, a pesar de algunas restauraciones, se conserva más o menos igual. Al final de la calle acabaréis en la plaza de Zorrilla, donde parte el paseo del mismo nombre (kilómetros y más kilómetros) y la acera de Recoletos, emblema de la burguesía vallisoletana, que custodia el Campo Grande, por donde os recomiendo perderos si queréis desconectar.

Desde la estatua de Zorrilla (que también está allí) se divisa en todo su esplendor la Academia de Caballería, edificio bastante más moderno (primera década del XX), pero de gran belleza también. No diré de dónde es la piedra, que luego algunos son capaces de decir que barro para casa, jeje. El museo militar que alberga en su interior es también calificado por los expertos como muy interesante.

Volviendo nuevamente sobre nuestros pasos, en esta ocasión por la calle Miguel Íscar, que conecta la plaza de Zorrilla con la de España, y cuyo nombre homenajea al alcalde que renovó la estructura de Valladolid hasta dejarla como la conocemos hoy, podéis parar a medio camino para visitar la casa de Cervantes. Sólo vivió unos años aquí, pero también es merecedora de unos minutillos.

Una vez llegados a la plaza de España, os recomiendo que bajéis por Duque de la Victoria, hacia la calle Regalado, que arranca a mitad de la anterior. Desde allí observaréis al fondo la catedral (lástima que inacabada), la cual ha cambiado de cara gracias a la gran limpieza de su piedra que han hecho. Al fondo de la plaza de Portugalete, donde está la seo, la iglesia de Santa María de la Antigua, una verdadera joya de los siglos XV y XVI (aunque la torre es originaria de la época de Ansúrez). Si ascendéis (lo digo porque está en cuesta) por la calle del Arzobispo Gandásegui, os encontraréis con otra de las joyas de la ciudad, como es el edificio histórico de la Universidad, hoy facultad de Derecho. Dicen que contar el número de leones de las columnas da mala suerte, así que espero que si sois supersticiosos tengáis la recomendación de vuestro guía turístico en cuenta.
Antes de ir al que considero que va a ser el punto final de la visita, os voy a hacer volver sobre vuestros pasos (no os quejéis, que habéis tenido más de un año para descansar), para acercarnos desde Portugalete al teatro Calderón, una auténtica joya de la música y las artes escénicas. Subiendo de nuevo por la calle Angustias, podéis parar para visitar –y tapear, que se hace bien por allí- la zona de San Martín, con la iglesia del mismo nombre. Si decidís adentraros en esta zona, por la calle Fray Luis de Granada, previa parada en la casa de Zorrilla, llegaréis al verdadero conjunto monumental de la ciudad: San Pablo. Últimamente está en obras, pero la entidad financiera que está acometiendo la restauración ha puesto un teléfono a disposición de los interesados para ver la fachada de la iglesia desde cerca, mediante un ascensor que recorre el andamio. Desde allí debéis acercaros hasta San Gregorio, hoy Museo Nacional de Escultura, también impresionante, tanto en la fachada como en el contenido de los fondos de la propia institución.

Por fin, de vuelta en la plaza de la Universidad, si subís por la calle de la Librería, a la izquierda encontraréis una de las joyas renacentistas de Valladolid, poco valorada en ocasiones, como es el Colegio de Santa Cruz, sede central de las oficinas de la Universidad. Parad a contemplar el Cristo de la Luz, de la cofradía universitaria, si de verdad queréis ver una escultura religiosa impresionante.

De fiesta hay mucho por donde ir, sin duda. Pero, como tras esta visita tendréis ganas, qué mejor que reponer fuerzas en algún restaurante de la zona del centro, con una buena carne de lechazo asado, y todo ello regado con una botella de buen tinto de la Ribera del Duero. Que la nouvelle cuisine estará muy bien, pero donde esté algo contundente como lo que os recomiendo, mejor que mejor.

Quizá me he quedado algún rinconcillo sin descubrir, pero ya sabéis, que eso corre de vuestra cuenta, queridos mochileros.

La semana que viene, aunque admito sugerencias, he de reconocer que ya he decidido dónde llevaros. Disfrutad del recorrido por Valladolid, y ya me diréis que os ha parecido.

¡Hasta la próxima!

Ah, que no se me olvide... ¡Dentro vídeo!

3 comentarios:
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Antonio dijo...
viernes, noviembre 07, 2008 2:09:00 a. m.  

Pues a mí, el primer sitio de Valladolid al que me llevó mi guía turístico este verano fue el Carrefour, porque decía que tenía que hacer unas compras muy urgentes... :-S Eso sí, luego ya me condujo hasta la Universidad y me advirtió lo de no contar los leones, por si acaso, antes de sentarnos en una terraza de los alrededores con alguien que yo me sé... ;-)

Tu somera descripción me ha recordado al embalado recorrido que di por Valladolid el pasado 9 de agosto, porque de pasada vi la mayor parte de los lugares que citas (y que estoy volviendo a ver en este vídeo... bueno, menos lo del Centro Asturiano, que denota, por otra parte, de dónde proceden las imágenes). Además, llevaba un guía excelente, gran conocedor de la ciudad y que me fue explicando todo tipo de anécdotas sobre estos sitios, entre ellas la de que por las mañanas aún es posible ver a Miguel Delibes (al que idolatro desde que leí 'Los santos inocentes' en el colegio) dando un paseo por la Acera de Recoletos (¿o era por el Campo Grande?). Fue una visita rápida, pero muy bien aprovechada, sin duda.

Sin embargo, tengo algo que criticar, no del artículo, sino de la ciudad: ¿cómo es posible que todas las tiendas de la calle Santiago estuvieran cerradas un sábado por la tarde, en una ciudad de 320.000 habitantes, capital de comunidad autónoma y sin urbe alguna que le haga sombra demográfica, económica y comercial en 200 kilómetros a la redonda? Por muy agosto que fuera. No lo entiendo; que alguien me lo explique.

Por lo demás, excelente artículo. Da la casualidad que yo también quería iniciar mi sección con un 'lugar común' que todo el mundo reconocerá... Esta nueva sección mía se va a parecer un tanto a la 'Mochila', pero puedes estar tranquilo, que no se solaparán en absoluto.

Saludos, y lo dicho, buena forma de comenzar.

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Antonio dijo...
viernes, noviembre 07, 2008 2:20:00 a. m.  

Por cierto, Patino, ya que mencionas Ibi en tu artículo... ¿Serías capaz de dedicarle una edición de la 'Mochila'? A ver si alguna vez me sorprendes, jeje... Saludos.

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Miguel Ángel Rodríguez dijo...
viernes, noviembre 07, 2008 5:18:00 p. m.  

Gran radiografía de la ciudad señor Patino...

He de decir a Antonio que yo he contado las columnas de Derecho en varias ocasiones y de momento la cosa no va mal, aunque siempre se puede torcer...

Te falta un gran monumento: el edificio de la calle Sagunto, donde vivió el hijo del carnicero y pensador Miguel Ángel Rodríguez...jaja

Un saludo y bienvenido al blog de nuevo señor Patino!! Por cierto, donde está mi mochilaaaaaaaaaaa!! (asco me da el pavo)

Salud!

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