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UNA SECCIÓN DE ÁNGEL NEGRO.

Una de las asignaturas más útiles que la Universitat Pompeu Fabra ha incorporado a la oferta académica del primer año de la Licenciatura de Periodismo (recordad que los estudios de la Pompeu constan de dos cursos, no de cinco) es “Locución y Expresión en Radio y Televisión”. Impartida por el nuevo defensor del espectador de la televisión autonómica catalana (TV3), esta asignatura es, sencillamente, lo que a simple vista parece: un compendio de consejos y prácticas utilísimas para ayudar a los futuros profesionales de la información a locutar y expresarse de forma correcta en los medios audiovisuales.

La asignatura, que se imparte semanalmente en una única tarde, carece de programa oficial y, por descontado, no tiene examen final. Basta con un trabajo. Porque “Locución y Expresión en Radio y Televisión” no es una “maría” a la que todos los estudiantes de la Universidad se apuntan para pasar el rato. Es una asignatura de verdad y completamente práctica en la que su profesor, experto en la materia, desgrana paso a paso cómo conseguir una buena voz y una presencia adecuada frente a un micrófono.

No hay apuntes. No hay deberes. No hay pruebas escritas. Y, para colmo de los colmos, en las clases nunca se oyen las típicas expresiones “no lo entiendo” o “¿puedes repetirlo?”, porque lo que se explica siempre es fácil de comprender. Por el contrario, la mayoría de ruidos que genera el aula (por cierto: se imparte en el estudio de televisión de la Universidad) se parecen más a mugidos de vaca (muy necesarios para “colocar la voz en los labios” y comenzar a hablar correctamente) o, más bien, sucesiones de frases sin sentido como tra-tra-tra-tra-tre-tre-tre-tri-tro-tru (para entonar y vocalizar lo mejor posible). Imaginaos a cincuenta personas dando gritos y generando ruidos grotescos. Así es “Locución”. Divertidísima, claro.

La clave es perder la vergüenza y tomárselo en serio. Un servidor, como imaginaréis, lo intentó desde el principio, y reconozco que he aprendido millones de cosas. Pero como mi objetivo no es crear ninguna envidia (porque Valladolid ahora cuenta con un estupendo estudio de televisión, ¿no?), y para algo hemos “conectado” Barcelona y Pucela, aquí llega el ejercicio práctico.

Señores y señoras estudiantes de Periodismo, presten atención al siguiente texto si desean mejorar su entonación y eliminar por siempre jamás esas molestas palabras que se traban en la lengua. Pertenece a “Rayuela”, de Julio Cortázar, y es un breve relato que, a priori, carece de total sentido… o no. ¿Cuál es la clave? Que cada uno lo lea, en voz alta, e intente transmitir algo con él. Haced la prueba. Sin embargo, no lo leáis antes: lanzaos a la piscina y empezad en voz alta, ahí, ahora mismo, delante de vuestro ordenador, desde el principio de los principios. Seguro que os equivocaréis. Muchas veces. Por eso, para intentar tomar el ejercicio en serio, poneos en situación: imaginaos que os habéis presentado a un trabajo, supongamos en la cadena SER, pero antes de contrataros van a haceros una prueba de audio. ¿El objetivo? Equivocarse lo menos posible. Recordad: leed en voz alta e intentad no parar. Allá vamos…

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y
caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé!. ¡Evohé!. Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.


Intentadlo varias veces. Luego, cuando más o menos lo tengáis dominado, pasad a la segunda parte del “juego”: leer el texto en voz alta, pero como si se tratara del discurso de un político, la larguísima crónica de un gol en la radio o una noticia informativa en Televisión Española. Diferentes entonaciones, mismas palabras. Probad. Además de divertido, es útil.

6 comentarios:
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Marta dijo...
miércoles, noviembre 26, 2008 10:28:00 p. m.  

Me ha encantado tu recomentadación, Angel, practicaré hasta que me salga pero no prometo nada porque...menudas palabritas. Me parece una asignatura fascinante que me encantaría que se impartiera en Valladolid. Disfrutala y muchas gracias!!
Un besote

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Nicolás dijo...
miércoles, noviembre 26, 2008 11:36:00 p. m.  

Completamente de acuerdo con Marta, lo cierto es que esta asignatura me parece fantástica; estaría muy bien poderla disfrutar aquí;... por cierto, del estudio de TV mejor ni hablar,... ya verás el año que viene de que estudio vas a poder disfrutar.... jajaja
Saludos, y a disfrutar por Barcelona!!!

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Antonio dijo...
jueves, noviembre 27, 2008 12:35:00 a. m.  

Yo hice una asignatura parecida, "Redacción y locución en medios audiovisuales", que realizábamos en los estudios de radio de la facultad. La mecánica era bastante similar a la que comentas tú: redactar textos, locutarlos con una dicción impoluta y sin atarantarnos y, de vez en cuando, hacer gorgoritos como los que describes. Sólo era una asignatura en el conjunto de la carrera, pero muy importante porque su contenido luego afectaba a todas las que tuvieran algo que ver con radio o televisión: se daba por hecho que, por encima de todo, tenías que saber redactar un texto audiovisual y locutarlo sin problemas. Muy bueno el artículo, por mostrar una materia que a tus compañeros pucelanos les ha parecido tan peculiar, pero que está presente en los planes de estudio de otras universidades.

PD. A la vista de ese párrafo de 'Rayuela', cuesta creer que se trate de una obra de fama universal. Todas las ganas que pudiera tener de leerla se me han ido por completo, desde luego. Saludos.

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Sara Parque dijo...
jueves, noviembre 27, 2008 3:03:00 p. m.  

Me han encantado la sección de hoy. Sé que no pretendías causar envidias en el personal, pero no lo has conseguido... pero gracias por trasmitirnos cosas tan prácticas e interesantes. Reconozco que no he podido evitar lanzarme a leer en voz alta el texto, y he acabado bastante sorprendida!! Gracias y un saludo!

P.D.: espero no haber sido la primera que el otro día buscaba a Ángel Negro por la foto de la manifa contra Bolinia en Barcelona...

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Quinto Tarde dijo...
viernes, noviembre 28, 2008 1:34:00 a. m.  

jajajaja!!! Sara, por Dios!! El día que vaya a una de las miles de manifestaciones que hay cada día en Barcelona os avisaré para que estéis atentos a la tele...

El otro día salí en buenafuente... a que no me visteis??? ;D

Gracias por los comentarios. Un saludete!

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Antonio dijo...
viernes, noviembre 28, 2008 1:55:00 a. m.  

Me ha hecho reír mucho el comentario de Sara y me ha recordado a una anécdota similar. En el curso 1998-99, Aznar hizo una visita a la UAB y aquello acabó con los antidisturbios a porrazo limpio con un grupo de flipadillos que sabían a lo que se exponían; la cosa pasó a mayores porque algunos policías llegaron a entrar en una de las facultades y dar más de un porrazo allí dentro. Mira que es enorme aquel campus, que faltó tiempo para que mi madre me llamara toda preocupada para preguntarme si yo me había llevado algún porrazo... Cuando todo había ocurrido en el otro extremo del campus y yo ni me había enterado de que Aznar había ido a la universidad ese día... Y es que basta con que pase algo en una ciudad en la que tú estés para que, aunque a ti no te haya afectado en nada, te lluevan las llamadas

Saludos.

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