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Antes de comenzar esta sección debo presentarme. Mi nombre es David Verdugo y cada sábado me encargaré de publicar una crítica cinematográfica de una película estrenada el día anterior. El criterio de selección de dicha película obedece únicamente a mi gusto personal, al prestigio del director, guionistas y actores implicados y en definitiva, a las garantías de calidad que pueda ofrecer el producto. De modo que los amantes de Jean-Claude Van Damme, aficionados a la comedia adolescente norteamericana, seguidores insobornables de la enésima película de terror con psicópata que mata adolescentes, y ¿por qué no decirlo?, gustosos espectadores del cine social español, encontrarán a esta sección tan "aburrida" como la última película semimuda de Kim Ki-Duk o la última muestra de cine dogma de Lars Von Trier (sobra decir que ambos autores tendrán un lugar de privilegio en este espacio).

Y ahora, para que conozcáis mejor los gustos de quien os va a sermonear cada semana y va a tratar de orientar vuestras elecciones cinéfilas, haré unas cuantas reflexiones que creo necesarias sobre el mundo del cine:

1-Me cabrea la nostalgia de los que juran y perjuran que ya no se hace cine como antes. El cine contemporaneo es de igual o mejor calidad que el de los años dorados de Hollywood. Esta percepción se debe a la mala elección del público. Los que hacen esa afirmación son los mismos que prefieren ver la enésima repetición de la formula "Scary Movie" (vease la semana pasada, "Disaster Movie"), en lugar de la última película de Jonathan Demme (vease la semana pasada, "La boda de Rachel). El deterioro de la calidad sólo es aplicable al cine de acción y al de terror. Ni se hacen películas de terror como en los 70, ni de acción como en los 80. Así pués, el cine no está en crisis, el público y sus gustos están en crisis.

2-Clint Eastwood no es un fascista. Los años de "Harry, el sucio" quedaron muy atrás. Eastwood es el mejor director de cine en activo y si nadie demuestra lo contrario, el hombre más sabio del mundo.

3-Woody Allen no es un producto para pseudointelectuales onanistas. Allen es junto a Picasso, Truman Capote y Dylan Thomas el mayor genio del siglo XX.

4-No soporto "2001: una odisea en el espacio".

5-"Ciudadano Kane" está sobrevalorada.

6-El cine no es caro. Un cubata cuesta lo mismo.

7-Todo lo dicho anteriormente no tiene ningún valor. Sólo son opiniones.

Y ahora, antes de comenzar con la crítica de la semana, que no recomendación, me gustaría aclarar algo. Esta crítica debería versar sobre la nueva película de Jean-Claude Van Damme, titulada "J.C.V.D.". La película fue aclamada de forma unánime en el pasado festival de Sitges y se supone (no la he visto) que es la única buena película que ha hecho el actor belga. Se trata de una desmitificación del mito, en el que Van Damme se interpreta a sí mismo, se confiesa y purga sus culpas (adicciones varias incluidas). Pero sólo se ha estrenado en unos pocos cines de toda España y ninguno de esos cines se encuentra en Valladolid. Sobra decir que la distribución de cine en España es una "puta mierda" (no he encontrado otra forma de expresarlo, lo siento) y no hace más que justificar la piratería.


Red de Mentiras

Ridley Scott es un director desconcertante. Capaz de lo mejor y de lo peor, de cultivar con desigual fortuna cualquier género y de variar de registro con una facilidad asombrosa, el que fuera a finales de los 70 y principios de los 80, el gran innovador del cine de ciencia ficción y terror con las extraordinarias "Blade Runner" y "Alien: el octavo pasajero", parece haberse estancado en los últimos años en la rutina. Con alguna excepción como "Gladiator", "American gangster" o las incomprendidas "Black Hawk derribado" y "Los impostores", el cineasta inglés se ha especializado en hacer cine de consumo rápido al que inviste de una trascendencia y gravedad falsas y huecas.

Este es precisamente el caso de "Red de mentiras", película bañada de gran discurso revelador sobre las miserias de nuestro tiempo. Con un desganado Russell Crowe y un correcto, pero menos carismático que de costumbre, Leonardo DiCaprio, posee sus mejores virtudes en su aparatoso envoltorio (una trama en apariencia compleja y un ritmo y una planificación frenéticos, repleta de planos cortos y vistas aereas), que dificulta el hallazgo de la mediocridad de su contenido. Sin la conciencia de culpa de "Syriana" (película imprescindible para conocer las causas del terrorismo islamista), ni el rigor y realismo documental de "United 93" (una de las mejores películas de lo que llevamos de siglo), "Red de mentiras" se convierte en una maraña vacía que incurre en casi todos los tópicos y lugares comunes del cine-espectáculo, historia de amor apresurada e inverosimil incluida, y en la propaganda de las bondades de Norteamérica, disfrazada de tímida crítica a un sistema que otorga a la vida de un hombre el valor de la información que posee (al final el mensaje que prevalece es el de que Estados Unidos no debe levantar su pie de la garganta del enémigo porque si lo hace un solo segundo el terror se expandirá hasta los confines del mundo capitalista).

A pesar de sus cuantiosos defectos, "Red de mentiras" es un lujoso y caro divertimento que se difrutará más si el espectador renuncia a buscar lecturas políticas y aportaciones vitales para desentrañar los misterios de la sinrazón terrorista, e ignora su torpe tentativa de mostrar los hilos invisibles que garantizan nuestra libertad y seguridad, y ve únicamente su vertiente lúdica. Eso sí, para el recuerdo queda su visión del mundo globalizado y del desarrollo de las nuevas tecnologías, capaces de hacer que un hombre desde su despacho, a miles de kilometros de distancia, desde el coche mientras lleva a sus hijos al colegio, o desde su casa mientras juega con ellos, pueda arreglar el mundo o parecer que lo hace, mientras el espía que opera sobre terreno "enemigo" y arriesga su vida, permanece en el ostracismo y sin su merecido reconocimiento. Aterradora visión del mundo, tristemente extensible a casi todos los ambitos de la existencia.

Lo mejor: la dirección ágil de Ridley Scott.
Lo peor: un guión que promete más de lo que finalmente da.