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CHINCHETAS EN EL MAPA

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Hola,

Tras la buena acogida que tuvo el estreno de la sección, volvemos con ella. Hoy os transporto a un lugar distante del de la semana pasada, y mucho más recóndito:


MOTOS
11 de agosto de 2003


Foto: usuarios.lycos.es/motoso/index.htm


Es muy común el llevar un topónimo como apellido. En ocasiones se trata de un lugar conocido (una capital de provincia, por ejemplo), pero en otras es un sitio cuya existencia ignora la mayoría. Se podría decir que mi primer apellido encaja en estos dos conceptos, puesto que se trata de una ciudad que todo el mundo sabe que existe (es una capital de provincia), pero esa misma existencia tuvo que ser reivindicada desde diversas instancias sociales para que en ese lugar se pusieran en marcha determinadas infraestructuras. O, por lo menos, para que desde las administraciones públicas superiores se hiciera algo de caso a sus ciudadanos.

Pero a pesar de esta vinculación cognominal, hasta el verano de 2003 nunca había visto Teruel. Incluso remontándonos hasta el siglo XIX, mi familia no procede de allí, ni tengo constancia de que nadie haya visitado siquiera esa ciudad. Su origen se sitúa mucho más al sur, en Los Vélez, una tierra que administrativa y sentimentalmente es Almería pero que físicamente se asemeja bien poco al concepto que habitualmente se tiene de esa provincia andaluza; una comarca montañosa, de clima no demasiado seco y, sobre todo, frío, con inviernos de órdago. ¿Qué relación puede tener Teruel con esa zona? Si retrocedemos varios siglos atrás, quién sabe si tuviera algo que ver con la trashumancia... Porque en esa zona de Almería no sólo es muy frecuente el apellido Teruel, sino también otros topónimos de la provincia turolense, como Gea, y de sus alrededores, como Motos.

Vamos, que Pablo Motos no se ha inventado su apellido, ni es ni de lejos el único que lo lleva. Y sí señores, es un pueblo. Una minúscula localidad de la provincia de Guadalajara, pero colindante con la de Teruel (sus escasos teléfonos comienzan por 978, el prefijo turolense), una especie de punto de unión entre el Alto Tajo y la Sierra de Albarracín. Un lugar que nunca fue muy grande, pero que en el último medio siglo se vio azotado de lleno por el despoblamiento, una decadencia que le llevó incluso a perder su Ayuntamiento en el año 1970, para ser agregado al vecino pueblo de Alustante. En la actualidad cuenta con sólo 22 personas empadronadas, seis menos de los 28 que oficialmente tenía cuando lo visité.

Era el año 2003. En la agenFia de notiFias en la que entonces era becario (y a mucha honra) tenía de compañera a una simpática valenciana de raíces turolenses, que, llegado el verano, fue la excusa perfecta para conocer, por fin, la tierra que me da apellido. Ahora bien, mi compañera no iba a estar en Teruel capital, sino en un pueblo de la Sierra de Albarracín, con lo cual, la ocasión era perfecta: no sólo iba a conocer Teruel, sino también Motos. Era mi objetivo.

Así que, en la tarde del 11 de agosto de 2003, tras visitar los cercanos pueblos de Checa y Chequilla (muy recomendables, tanto uno como otro, cada cual con su respectivo gran atractivo), nos lanzamos a la exploración de Motos. Hasta allí sólo llega una única carretera (entonces en bastante mal estado, por cierto, no sé ahora si habrá mejorado), con lo cual es totalmente imposible pasar por allí; si vas, es expresamente. En todo caso, puede ser que te llame la atención el rótulo que, desde la comarcal CM-2112, te indica "Motos 3", y te adentres por ese camino, esperando quizá ver a Dani Pedrosa o Jorge Lorenzo, ignorando en ese caso que un moto no es más que una loma. La loma a cuyo refugio está precisamente el pueblo.

La estampa que Motos ofrecía a la llegada no me sorprendía, aunque sí era algo desoladora: las casas casi que no llegaban a formar calles completas, sino que aparecían medio desperdigadas y, además, en su mayoría estaban medio caídas o con signos claros de abandono. Me adentré hasta donde pude con el coche, que no era otro lugar que la plaza. Allí se concentraba toda la vida de Motos en aquella tarde de agosto: varias personas, con la ayuda de un tractor, trataban de hacer pasar un cable de un extremo de la plaza al otro, para dejarlo suspendido en el aire. Tenían toda la pinta de estar de preparativos para unas fiestas próximas. Pero la llegada de un coche desconocido rompió por completo la rutina.

Decía la semana pasada que me había sentido observado en Fresno el Viejo... Pues si fue así en un pueblo de 1.100 habitantes, ya se puede imaginar el lector cómo fue en uno con 28 vecinos, de los cuales una decena estaban allí enfrascados tratando de pasar el cable aéreo por la plaza. Entre extrañados y alucinados, no nos quitaron el ojo de encima desde que mis tres amigos y yo bajamos de mi coche (un Opel Corsa cuya vida útil acabaría en un accidente sin consecuencias para su conductor al año siguiente)... Observaban, atónitos, cómo mirábamos a un lado y otro, como si en vez de Motos estuviéramos viendo el casco antiguo de Ronda... Cómo contemplábamos su iglesia (espectacular), tal cual si de la catedral de Barcelona se tratase... Y cómo incluso nos hacíamos fotos en aquellos rincones. Hasta que uno de los paisanos no pudo reprimirse más la curiosidad.

"¡Hola! Perdonad la indiscreción, pero... ¿qué hacéis aquí?", el hombre no se anduvo por las ramas. Era obvio que al pueblo no iban muchos turistas, ni siquiera atraídos por lo llamativo del nombre. Motos debía recibir pocos visitantes que no tuvieran allí sus raíces familiares o vínculos de amistad con alguna persona originaria de la localidad. Por eso debía sorprender tanto la llegada de un coche extraño; debía ser habitual ver vehículos con matrículas de Valencia o Castellón, dado que buena parte de la emigración de Motos se instaló en la mitad norte de la Comunidad Valenciana, pero raro era que la matrícula fuera de Alicante.

Igual el hombre debía esperarse que la curiosidad por un cartel nos había llevado a Motos, pero no la respuesta que le di: "En mi familia hay varias personas apellidadas Motos, y estoy de vacaciones por la zona y quería ver cómo era el pueblo". Lo que siguió fue como haber acertado la clave de una caja fuerte. La cara del hombre pasó de la curiosidad recelosa a la admiración emocionada: "¿Qué me dices? ¿Y de dónde eres" "De Alicante, pero mi familia procede de Almería". "¿No me digas? ¿En Almería hay gente apellidada Motos? ¿Tan lejos?" "Sí, en varios pueblos del norte de Almería, Motos y Teruel son dos apellidos muy frecuentes". "Pues qué sorpresa, qué ilusión". Fue el inicio de una conversación de varios minutos de duración, en la que este señor, que creo recordar que vivía en Madrid aunque era natural de Motos y volvía allí cada verano, me reveló entre otras cosas que, allá donde iba, gustaba de consultar la guía telefónica por si veía que aparecía el apellido Motos. Si alguna vez le diera por ir de vacaciones a Almería y viera la guía telefónica, podría entrar en éxtasis...

Los paisanos, que de paso nos confirmaron que andaban pasando el cable por encima de la plaza para las Fiestas, se ofrecieron a abrirnos la iglesia e incluso el bar (que funciona como una especie de club social; unos cuantos vecinos ponen fondos para comprar bebidas y abren de vez en cuando el local para echarse allí la partidita), pero declinamos amablemente los ofrecimientos, por no causar molestias. De todos modos, mi compañera de trabajo, que sí había estado en Motos anteriormente y había visto la iglesia por dentro, decía que el interior valía tanto la pena como el imponente exterior. Pero por no hacer a alguien que fuera a su casa a por las llaves a propósito, preferimos dejarlo estar.

Nos fuimos de Motos, dejando atrás sus casas desparramadas y semiderruidas, pensando que sus habitantes eran muy pocos, pero muy simpáticos. Quizá incluso pudieran sentirse un tanto orgullosos de saber que, en forma de apellido, su pueblo era conocido en el sur de España. Los paisanos siguieron a lo suyo, tendiendo el cable de un extremo a otro de la plaza, pero con algo inesperado que contar de la tarde de aquel 11 de agosto de 2003. Desde entonces no he vuelto a Motos, pero todo llegará, sin duda.



Ésta es una foto de la iglesia que tomé yo mismo aquella tarde. No tiene mucha calidad, pero la cámara que llevaba no daba para mucho más. Si alguien quiere ver más fotos de Motos, le recomiendo la web de la Asociación Cultural Amigos de Motos, donde además podrá conocer más cosas sobre el pueblo: http://www.amigosdemotos.com/. Gustosamente habría puesto una de sus fotografías, indicando por supuesto la procedencia (como debe ser), pero están colgadas con un programa que impide descargarlas en el disco duro, imagino que para evitar que se utilicen sin permiso. Un exceso de celo que comprendo y por tanto no critico.

Bueno, pues hasta aquí esta chincheta puesta en el mapa desde hace ya más de cinco años. El viernes que viene, si puede ser, otra más.

Saludos y hasta la próxima.

14 de noviembre de 2008

3 comentarios:
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Patino dijo...
domingo, noviembre 16, 2008 8:22:00 p. m.  

Así que hay motos en la topografía española... Sorprendente visita a un pueblo que, me temo, no difiere en exceso, sobre todo en lo que a negro futuro se refiere, a muchos de la zona oeste de Salamanca, y de tantos otros lugares tanto de Castilla y León como de España.

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María Núñez de Pablo dijo...
lunes, noviembre 17, 2008 11:20:00 a. m.  

Dado que me he puesto a comentar esta semana, no lo dejo sin hacerlo en la tuya Antonio.
En principio decirte que me gusta mucho el giro que le has dado en esta temporada a los recorridos por la geografía española. La sección me resulta más atrayente.

No tenía ni idea de que el apellido Motos fuese totalmente real. Supongo que, como muchos, pensaba que era un nombre artístico más.
Tienes razón en eso que dices de que cuando llegas a un pueblo pequño, la gente te mira al pasar. Es lógico y, en cierta parte, tiene su encanto. Creo que es una de las muchas características que rodean a la zona rural de España.

Esa y otra fundamental: por muy pequeño que sea el pueblo, tiene IGLESIA Y BAR! jajaja!! si es que a los españolitos otra cosa no, pero ir a misa para tomar después el vermout...jeje!

Me quedo sin duda con la conversación que tuviste con el paisano de Motos.¿ QUÉ HACÉIS AQUI? jajaj! tu respuesta tampoco tiene precio.

Enhorabuena por la sección Antonio y un abrazo! a ver si la proxima vez que te pases por Medina o por Fresno, nos vemos.

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Antonio dijo...
martes, noviembre 18, 2008 12:59:00 a. m.  

Muchas gracias a los dos por los comentarios. Sobre lo que dices del futuro negro, Patino, es totalmente cierto, y me pregunto hasta qué punto inevitable. Creo que la dignificación de los trabajos agrícolas y ganaderos (que el rendimiento económico compensara el esfuerzo físico) podría contribuir a paliar el abandono del medio rural, en el que hoy en día hay, salvo por la prestación de algunos servicios, condiciones de vida tan buenas (o incluso mejores) que en las áreas urbanas. Ahora bien, conseguir esa dignificación pienso que es poco menos que una utopía.

Mery, me alegra que la sección te parezca más atrayente de esta forma y la lectura de mis batallitas te resulte amena. Pues sí, Motos es un apellido real (vete a la web de Páginas Blancas y haz la prueba de buscar cuánta gente apellidada Motos hay en la provincia de Almería, ya verás) y un pueblo con ese encanto algo descorazonador que tienen la soledad y la decrepitud. En esos sitios es inevitable pasar desapercibido, pero eso casi siempre supone que acabas conversando con la gente del lugar, lo cual casi siempre resulta muy enriquecedor.

Sobre la presencia de bar e iglesia, pienso que son una especie de símbolos de resistencia contra el abandono. Así, el cierre de la escuela es el comienzo de la agonía; el cierre del bar, el coma profundo; y el cierre o abandono de la iglesia, la muerte definitiva. Conozco pueblos sin bar, y la frustración que eso supone para sus escasos vecinos. En Motos, hay que tener en cuenta que lo que había cuando fui no era un bar, sino un club social, que no es lo mismo y da una idea del grado de despoblamiento: no hay un local público para tomar una cerveza.

Reitero las gracias por los comentarios. La semana que viene tengo previsto 'llevaros' a un lugar mucho más conocido, pero, como siempre, desde un punto de vista muy personal. Saludos.

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