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reflexiones a pilot rojo

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LA QUE NUNCA SE PEINA


A la silla de la reina que nunca se peina. Estamos demasiado acostumbrados a que la peinen, a que la vistan y a que, todo el trabajo de una corte, la haga vivir como eso, como una reina. Como la Reina de todos los españoles, como la que no se debe posicionar ni siquiera en contra de la izquierda abertzale porque, como dice la Constitución, la Monarquía es neutral. Existe un órgano que regula aquellas leyes o acciones que no cumplan con la Carta Magna. Tiene potestad para deslegitimar aquel hecho ilegal que en las líneas del texto constitucional lo es. Sofía Frideríki, más conocida como la campechana Reina de España por gracia del genocida Francisco Franco Bahamonde, ha cometido una ilegalidad como la copa de un pino. ¿Quién le pide responsabilidades? Fuera ya de que partidos republicanos, como Izquierda Unida o Esquerra Republicana de Catalunya, critiquen y pidan explicaciones -siempre lo han hecho directamente porque sus bases se lo han pedido-, ha sido un hombre de la derecha el que con más rigor político y coherencia constitucional ha reaccionado ante tamaña metedura de pata. Esteban Gonzalez Pons, reprendido por Reyjoy, ha sido el único miembro de los dos partidos del turno que ha pedido explicaciones y ha contestado a los periodistas, con evidente razón constitucional, que la Reina “no tiene que hablar”.


La respuesta del Gobierno de Zapatero ha ido en la tónica de los últimos tiempos: alinearse con el poder rígido y rancio y reírse, una vez más, del “populacho” español. De los obreros, autónomos, parados… que mantienen con sus impuestos a una mujer griega que reina gracias a que un dictador se lo dijo a su marido. El PSOE ha salido en defensa de la arcaica institución poniéndose en evidencia y dejando en entredicho sus principios políticos. La “neutral” Sofía ha tumbado “realmente” todas aquellas leyes que, a propuesta del Gobierno de Zapatero, el Parlamento Español ha ido aprobando en los últimos 5 años. Volvemos a la archirrepetida frase de Groucho Marx, “tengo mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”. Lo que hace Zapatero es presentar una careta progresista para que, cuando el auténtico poder se encuentre molesto, cambie radicalmente la postura de un partido que el nombre lo define como socialista y obrero. El mismo partido que da lametazos en el trasero de la banca y que guarda su laicismo para otro rato cuando Rouco abre la boca.


Ahora, una cosa está clara: si la idiotización mediática a la que estamos sometidos respecto a este tema tabú de la monarquía no existiera, si esto hubiese ocurrido hace 25 años, la institución real se hubiese más que tambaleado. No me atrevo a señalar que se hubiese proclamado la III República, pero el ciudadano español se las hubiese hecho pasar canutas a la monarca griega y por consiguiente, a su marido. Hoy en día, el 99,9% del panorama mediático ha salido en defensa de la Reina Sofía y ha dejado a la numeraria del Opus Dei Pilar Urbano en una posición poco menos que de ‘mentirosa’. Aunque los realmente mentirosos aquí son los secretarios y periodistas que trabajan en Zarzuela, esos cínicos que aprecian “ciertas inexactitudes” y que todavía las están buscando.


Y mientras, el Rey, como siempre, “saltando por encima de la ley”. Ve como las actuaciones de los miembros del hogar dan cierto rato de entretenimiento y descubre, una vez más, que aunque haga lo que le dé la gana, su blindaje en el Código Penal y en la Constitución es enorme, pero aún más en las leyes dictadas verbalmente por los magnates de los medios. Que son las que realmente podrían hacer daño a la institución en el caso de que fueran de signo contrario.


Sin embargo –puede que por una nueva enfermedad que produce el sistema- todo, absolutamente todo, se olvida. El Rey, ese alineado con el PSOE pero que delante de él no se puede criticar a Franco, y la Reina, esa ultracatólica que pone en entredicho todas las leyes de tinte progresistas aprobadas por el Parlamento menos, eso sí, la del divorcio (será porque su hijo está casado con una divorciada), mirarán desde su Palacio cómo el “vulgo” entero es más manipulable que una niña a la que se ofrece un caramelo.


¿Quién tiene la culpa de todo esto?

6 comentarios:
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Merayo dijo...
lunes, noviembre 03, 2008 6:05:00 p. m.  

Me quedo con las palabras de Carmen Rigalt: La reina, callada estaba más mona.

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Merayo dijo...
lunes, noviembre 03, 2008 6:05:00 p. m.  

Por cierto, genial post y un buen inicio de temporada. Un saludo Karny

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Marta dijo...
lunes, noviembre 03, 2008 8:28:00 p. m.  

Me ha gustado mucho esta reflexión pero he de decirte que ojalá la Reina pudiera expresarse como todo el mundo, porque entonces hablaríamos de otra forma de gobierno en nuestro país. Ojalá también que algún día suceda eso. No estoy de acuerdo con los pensamientos de la Reina respecto a temas como la eutanasia, el aborto...Pero creo que se está haciendo demasiado escándalo porque estas opiniones eran predecibles cien por cien. Quedemonos con que por lo menos, no hacen tan mal su papel.

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Patino dijo...
lunes, noviembre 03, 2008 10:47:00 p. m.  

¿Escándalo? Debido a que se ha montado, ni más ni menos. Pero son las opiniones de una ciudadana española. De gran relevancia, es cierto, pero es una española más.

Puestos a juzgar las formas y los quiénes por otro lado, pues sí que puede haber más juego. La, como bien dices, numeraria del Opus, es una de las 'periodistas' (comillas necesarias) más extrañas de este país. Sin llegar a los niveles obsesivo-compulsivos de Peñafiel, pero su fijación con la Casa Real es digna de estudio.

No he leido el libro en cuestión (ni voy a hacerlo), pero la verdad es que la opinión de la Reina debe ser respetada como lo que es, como una opinión. ¿Ilegal, como dices? Quizá, pero no creo que lo sea.

Saludos, Karny.

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Antonio dijo...
martes, noviembre 04, 2008 12:17:00 a. m.  

La esposa del presidente de una República parlamentaria es una ciudadana más, con los mismos derechos y obligaciones que cualquier otra persona y, en consecuencia, con la misma libertad para expresar sus opiniones. Pero éste no es el caso, y si el actual Jefe del Estado nunca se ha pronuciado acerca de cuestiones como las que ahora ha entrado a valorar su esposa, pienso que con menos motivo debería hacerlo ella.

Comparto la opinión de Merayo acerca de las palabras de Carmen Rigalt: calladita, SAR está más mona.

Karny, veo que empiezas fuerte. Me gusta. A ver si esto cobra vidilla, que la energía, del mismo modo que la abulia, se contagia pronto.

Salud... y que viva Puerto Real.

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KARNY dijo...
miércoles, noviembre 05, 2008 12:43:00 a. m.  

que viva!!

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