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23 ANIVERSARIO DE LA TRAGEDIA NUCLEAR DE CHERNOBYL

El mundo recuerda con diversos actos solemnes el aniversario del desastre de Chernobyl que se produjo el 26 de abril de 1986, la mayor catástrofe nuclear de la historia.

Numerosas personas participaron el pasado domingo en los distintos actos conmemorativos organizados en todo el mundo, y sobre todo en Ucrania, donde se encendieron numerosas velas en el monumento a los trabajadores que murieron en las labores de limpieza tras la explosión del reactor de la planta de Chernobyl.



La mayor tragedia nuclear de la historia se produjo un 26 de abril de 1986 en la Central Nuclear de Chernobyl, ubicada a 110 kilómetros de la capital de Ucrania, Kiev. El fallo en la central se produjo durante la realización de un simulacro que consistía en probar cuánto tiempo la planta podía estar autoabastecida de energía sin la ayuda exterior.

Se trataba de una prueba rutinaria en cualquier central nuclear pero se produjo un terrible fallo, producido por un gran aumento de potencia que causó el sobrecalentamiento del cuarto reactor de la central, lo cual provocó una grandísima explosión, a las 1.30 horas de la madrugada, que se produjo por la gran cantidad de hidrógeno que se encontraba en su interior.

La terrible explosión que destrozó la central nuclear acabó con la vida de 31 personas al instante y liberó una grandísima cantidad de material radiactivo ( se calcula que superó 500 veces el material radiactivo liberado por las bomba nuclear arrojada en Hiroshima en 1945). Esto provocó que las autoridades soviéticas decidiesen evacuar a 135.000 personas que se encontraban en un radio radiactivo de 36 kilómetros, esto se decidió una vez que el desastre ya no se podía ocultar al mundo puesto que los altos niveles de radiación habían llegado a diversas zonas de Europa central y septentrional. El país más afectado por la catástrofe fue el vecino de Ucrania, Bielorrusia, ya que la radiación se dirigió por la dirección del viento durante los días del accidente hacia este país.

Cuando se produjo la explosión los habitantes de las ciudades cercanas a la planta como Prípiat y Chernobyl salieron de sus casas horrorizados por las columnas de humo que divisaban al horizonte, pronto notaron un sabor metálico en sus bocas y una sensación en la cara como si les cayera lluvia. En realidad millones de partículas nucleares estaban atravesando sus cuerpos.



Una medida más de las autoridades soviéticas para controlar la situación fue la creación de una zona de exclusión de unos 180.000 kilómetros cuadrados, en la que nadie sin autorización debía penetrar por su seguridad. Se movilizó a cerca de 800.000 trabajadores para las labores de limpieza del lugar del siniestro y una vez sofocado el incendio se inició la construcción de un sarcófago de contención sobre la cúpula del cuarto reactor que había quedado al aire, expandiéndose toda la radiactividad. La construcción del llamado sarcófago se prolongó durante 200 días.

El destino de la mayoría de estos trabajadores, a los que se llamó liquidadores, fue trágico, muchos murieron y otros sufrieron enfermedades relacionadas con la exposición a grandes dosis de material radiactivo. Estos hombres fueron bomberos, militares, ingenieros e incluso jóvenes a los que se conmutaba el servicio militar obligatoria de dos años por trabajar en la construcción del sarcófago. Estos trabajadores a los que se les podría considerar héroes, aunque muchos fueron engañados, no contaban con las medidas de protección necesarias ante la radiactividad por lo que sufrieron graves daños en su salud.

Pero los trabajadores en la zona del siniestro no fueron los únicos que sufrieron terribles dolencias. Al cabo de una semana tras el desastre ya se habían detectado como mínimo 1000 casos de efectos producidos por la radiación, sin contar los efectos posteriores y los nacimientos de niños afectados por la radiación.

En la actualidad se recuerda este accidente como el más terrible de todos los tiempos y 23 años después se siguen sufriendo efectos posteriores. Son miles de personas las que padecieron y siguen padeciendo del material radiactivo liberado. Las números son difíciles de determinar pero se calcula que unos 7 millones de personas se han visto afectadas, entre ellas 3 millones de niños. Y las cifras aumentarán puesto que muchas de las enfermedades aún no se han manifestado.

A pesar de esto actualmente viven y trabajan en la zona de exclusión cerca de 2000 personas entre militares y personal de mantenimiento, además de 300 personas que a sabiendas de los riesgos han decidido volver a sus hogares.

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Un ejemplo de por qué no se avanza

A veces da la sensación de que este país es de norte a sur una ciénaga y el barro no es precisamente el suelo que pisamos, sino las almas de los que yo llamo entorpecedores. Ya no se puede decir eso de “soy un hombre en todos los sentidos bueno” que expresaba Antonio Machado, y yo creo que él lo era. Pero ahora no. Nada es lo que parece. La Biblia, que podría venderse mejor como ‘Las aventuras de Jesucristo’, nombre más comercial, de vez en cuando dice muchas verdades. Aquél capítulo 4 del Génesis en el que se desarrolla la fatal convivencia entre Caín y Abel, aun tratándose de una redacción un tanto parcial del autor –supuestamente Dios-, lleva a reflejar grandes rasgos de la vida en España. Ni Abel es completamente bueno ni Caín todo lo que hace va con malas intenciones, eso desde luego. Pero lo cainita es probablemente lo que predomine en esta camisa blanca de la desesperanza. “Si la envida fuera tiña, ¡cuántos tiñosos habría!”, no me ha parado de repetir el gran Miguel de la Fuente, es decir, mi abuelo, a lo largo de mi corta vida. Ya no es el BMW del vecino ni el tipazo de la novia del primo de mi amiga lo que me preocupa, ya que lo material y lo superficial es un pequeño lastre que se suma al gran yunque que tenemos que arrastrar, el de la envidia. La envidia al trabajo bien hecho, la envidia de la bajeza a la que se enfrentan algunos nobles rurales o la envidia ruín del quemapajas franquista de mi pueblo. Y mira que siempre mantengo aquella actitud cuasi hitleriana de que Fresno es mi patria y lo demás tierras por explorar. Reconozco que a veces me paso.
He de reconocer que aquellas misas de derechas de “Santiago y cierra España” que pretende imponer esa nobleza rural y que hasta el momento habían proliferado se han dado de bruces con la mayoría del ‘populacho’, que por segunda vez en lo que yo conozco de la historia reciente en tierras de la tranca y la leche frita ha vuelto a vencer a algunos mequetrefes de café, coñac masculino y que no se pase el obrero. Aquellos que esperan que una Iglesia se convierta en la defensa a ultranza de la Guardia Civil de Franco –felizmente nada que ver con la de ahora- y desdeñe el sentimiento de una familia protestante que hasta el momento adoraba una tumba con forma pero sin fondo. Y ahí entra en juego una envidia capaz de pararlo todo: envida a gran parte de un pueblo emocionado, envidia a una corporación casualmente socialista y envidia al hijo del carnicero que simplemente cumplía con su obligación. Llegó el día y resurgieron las dos Españas. No me da miedo decir que una, con gentes de izquierdas y de derechas, supo estar en su sitio y abrazar a Steinar y a Liv tanto en el salón de plenos del Ayuntamiento como en el cementerio de Fresno. Tuvieron, además de amor y respeto, gran educación. Pero la otra, reducida a unos cuantos de los del yugo y las flechas, decidieron que estaba mal que dos hermanos se reencontraran tras 50 años de no saber nada. Esta vez Franco no salvó a España de la ruina, sino un pueblo hermoso de corazón.
Acudieron a la misa de tarde con ganas de guerra y se encontraron de frente con la entrega a la familia protestante; invadieron el cuartel de la Guardia Civil buscando un Perote o un Tejero, y se dieron de bruces con una Constitución. Más tarde, torcieron el morro y no respiraron más. Sufrían molestias: parecía que tenían algo que ocultar o que, tratándose de un muerto de aquella época, aun no teniendo nada que ver con la política, tenían que esconderlo. Es lo que tiene la derecha facciosa: un muerto del 75 para abajo les hace temblar. “Algo habremos hecho”, dijo un cura de la II República mientras ardía su iglesia. Y que conste que este ejemplo no lo pongo por nada en especial.
Con gentuza como esa no avanzamos. Esta vez le tocó de lleno al que firma esto, pero puede pasarle a cualquiera. Sobre todo, al que sea de un pueblo. No hay cosa más hermosa que una calle sin tránsito, que una vecina tendiendo la ropa o que tomarte un chisme y hablar de la remolacha. No hay gente más agradable que la de mi pueblo. Aunque el cainismo de algunos hace joder la marrana del progreso. Hágase extensible a todos los rincones de España.

Para ti, en pocas líneas: III República


¿Con qué coño te entretienes? ¡Te llevamos esperando muchas décadas! No me puedo creer que aún estés saliendo de casa. ¿De qué vas? ¡Ah! Perdón. No sabía que los poderes políticos y fácticos te habían pinchado una rueda. Pero eso es de fácil solución: hay muchos amigos aquí que iremos a buscarte y en menos de nada estarás con nosotros. Quiero que nos enseñes algo nuevo: que tú, amiga III República, no vienes con intenciones de echar al Borbón y sentarte en tu trono. Que esta vez vienes a pedirnos ayuda para que tú, a la vez, nos cuides como a tus hijos. Ya sabes que aquí entre multinacionales, desahucios, marginaciones, paro y desigualdad no jugamos bien la partida: siempre hacen trampas. Pero tú, compañera República, eres de fiar. Sé que eres frágil y que debemos cuidarte como oro en paño. La democracia real no les viene bien a los que mandan y la igualdad me temo que tampoco. Tengo amigos que, si la gente quiere, estarían encantados de dirigirte. Pero ya sabes que el Borbones’ Club, hoy por hoy, es un grupo restringido. Vamos a comprarte un neumático. ¡Ya verás lo bien que lo vamos a pasar trabajando juntos!

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La Tragedia de Hillsborough


Hace 20 años 96 hinchas del Liverpool CF perdieron la vida en la tragedia de Hillsborough, suceso que comocionó y cambió el fútbol inglés.

El 15 de abril de 1989 se disputaba en la localidad de Sheffield el partido correspondiente a la semifinal de la Copa de la Asociación de Fútbol de Inglaterra, partido que enfrentaba al Liverpool FC y al Nottingham Forest.

Las aficiones de ambos equipos acudieron en masa al viejo campo de Hillsborough, este estadio era como la mayoría de campos ingleses de la época, antiguo, sin medidas de seguridad, con el terreno de juego separado de la afición por una valla, con pasillos estrechos y accesos complicados, en los que los aficionados se agolpaban en graderíos frecuentemente superpoblados y sin asientos.

Desde varias horas antes de la hora de inicio del partido los aledaños del estadio se fueron llenando de hinchas deseosos de asistir al pasatiempo favorito de la clase obrera inglesa por aquella época, el fútbol. La afición de "Los Reds", que había llenado las calles de Sheffield, ocupó el graderío Leppings Lane que media hora antes del partido estaba ya atestado de gente.

El desastre se produjo por la concentración de aficionados en la zona baja del graderío, la más próxima al césped. La policía, inexperta en manejar a grandes masas y cuyo jefe había accedido al cargo un par de semanas antes, no fue capaz de ordenar y distribuir a tal cantidad de hinchas del Liverpool. Si la gente se hubiese colocadoa lo largo de todo la grada quizá la tragedia se hubiese evitado.

El partido comenzó con varios minutos de retraso y en el estadio ya se respiraba un ambiente extraño. Las cámaras de televisión comenzaron a enfocar al graderío de Leppinngs Lane, que parecía a estar a punto de reventar, la gente apiñada como un rebaño de ovejas no podía respirar y empezaron a agolparse contra el césped. Los seguidores del Liverpool no tuvieron más remedio que trepar por la valla, otros, sobre todo niños, fueron izados hacía el primer anfiteatro y algunos consiguieron salir gracias a que unos hinchas rompieron una de las puertas.

Varios aficionados llegaron hasta el terreno de juego haciendo gestos de desesperación para que se parase el partido y la gente pudiera salir de ese infierno. La policía no entendía que la única solución para evitar la masacre era abrir las puertas de acceso al terreno de juego, para que la gente pudiera salir y respirar.

Un seguidor de los que consiguieron salir de la grada abarrotada se dirigió al capitán del Liverpool, Alan Hansen, y le dijó: "ahí está muriendo nuestra gente". Entonces se paró el partido. La policía abrió todas las puertas de acceso al terreno de juego pero ya era demasiado tarde. El público comenzó a abandonar el graderío y a invadir el campo y cuando los servicios sanitarios acudieron a socorrer a las víctimas de aquella avalancha humana se encontraron con una escena espantosa. En la grada hallaron los cuerpos sin vida de 96 personas, entre los que se encontraban numerosos niños, que no habían podido salir de esa ratonera y habían muerto por asfixia o aplastamiento.

Dimensión de la tragedia

Toda la prensa mundial se hizo eco del suceso y desde algunos medios se culpó de la tragedia a los hooligans ya que solo cuatro años antes había sucedido otro suceso dramático en el mundo del fútbol, la tragedia en el Estadio de Heysel, en Bruselas, donde murieron 39 aficionados en los prolegómenos de la final de la Copa de Europa de Fútbol de 1985, en la que se enfrentaban la Juventus de Turín y el Liverpool CF.

Lo cierto es que la tragedia de Hillsborough se hubiese evitado con unas condiciones de seguridad más eficaces en el estadio y una correcta actuación de la policía. Las investigaciones posteriores revelaron que las causas de la tragedia no fueron la acción violenta por parte de los aficionados, sino el exceso de aforo y el mal estado del estadio.

No obstante este dramático suceso sirvió para que el gobierno presidido por Margaret Thatcher tomase conciencia de que algo había que cambiar en el modelo de fútbol inglés, por lo que emprendió acciones encaminadas a establecer unas medidas de seguridad apropiadas y una obligada reforma de los estadios. Se eliminaron las vallas, las localidades de pie fueron sustituidas por otras en las que el público se encontrase perfectamente sentado y se creó un protocolo de seguridad muy estricto que evitase las acciones de los hinchas violentos y redujese al máximo la inseguridad de los aficionados que acudiesen a los estadios.

De esta manera el fútbol inglés cambió radicalmente, nació otro modo de vivir este deporte, con la televisión de pago, estadios nuevos y sin hooligans. Todo esto se consiguió porque 96 personas murieron al asistir a su pasatiempo favorito, el fútbol.

Desde entonces el Liverpool CF no juega nunca el 15 de Abril y en este día los jugadores y los aficionados celebran numerosos homenajes a las víctimas, recordando lo que nunca debía haber sucedido. El capitán de los "Reds" Steven Gerrard, se vio afectado por el accidente y su primo de 10 años a quién Gerrard considera un héroe murió en el mismo.




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El ‘noruego perdido’ tendrá una agradable visita

El destino y la insistencia periodística a veces pueden jugar papeles clave en una vida, que puede cambiar radicalmente. Dos señores, hermanos, de apellido Bjönskau, de 80 y 70 años y residentes de dos municipios al suroeste de Oslo, en Noruega, presumiblemente iban a morir sin saber absolutamente nada de un hermano marinero que partió a la India en 1954 y del que no habían recibido noticias, solo que había muerto abatido por la Guardia Civil en un pequeño municipio de Valladolid. Iban a desaparecer de esta vida agridulce sin poder rezar a un cuerpo real y no imaginario, pero un día, un instante, una palabra… hicieron que las lágrimas de unos hermanos afloraran por la alegría de conocer el paradero de su hermano, bien enterrado dentro de un cementerio y cubierto de flores continuamente…. 50 años después.

No escribo esto por echarme flores: me ha pasado a mí como podría haberle sucedido cualquiera que hubiese escrito aquél reportaje del 3 de marzo. Ese día, firmé un texto en el Diario de Valladolid-El Mundo en el que recordaba como un ciudadano noruego, Kjell Bjönskau, murió en Fresno a tiros por la benemérita por puro miedo al no entender lo que el ‘noruego perdido’ quería decir. También cómo el pueblo, tras 50 años de reprobación de aquella acción instigada por el ferroviario y jefe de estación Serrano y llevada a cabo por la Guardia Civil de Franco. Kjell pensó que Fresno el Viejo era Medina del Campo, bajó del tren y acabó, en pocos minutos, su corta vida: tenía 25 años.

Ese reportaje, que causó curiosidad en medios como El Norte de Castilla, Antena 3 o la Agencia Efe, se intentó cerrar al menos por parte del primer diario, la última vez con métodos poco impregnados de ética periodística, pero, disculpen esta expresión ególatra, solo El Mundo de Valladolid podía desvelar la verdad del ‘noruego perdido’ de Fresno. Un gran periodista del diario Verdens Gangs (VG), primer periódico de Noruega y hermanado con El Mundo, decidió indagar sobre la bonita y fatal historia de su compatriota, hasta que logró encontrar a los hermanos. Con el que habló, Steinar, ex periodista de 80 años, solo pudo decir que era un milagro, y rompió a llorar. No se lo creía. Jon Magnus, como así se llama el plumilla del VG, visitó Fresno y allí estuvimos, entre entrevistas y fotografías intercambiando experiencias. Y lo anunció: los hermanos quieren venir a visitar la tumba del noruego. Al menos uno, ya que el otro está enfermo del corazón. Pero igual de contento.

Y así será. El próximo viernes, una pareja de ancianos, Steinar y Liv, su esposa, visitarán junto a Jon Magnus y un fotógrafo del VG la tumba del ‘noruego perdido’, el que viajaba desde la India hasta Oslo para ver a su familia a la que hacía 5 años que no veía. Mientras algunos vecinos del municipio vallisoletano se dedicaban a cacarear expresiones como “para qué remover la mierda” o “qué desprestigio para el pueblo”, el matrimonio Bjönskau preparaba ya un regalo para agradecer a Fresno el Viejo su excepcional comportamiento con su hermano muerto. Enterrado en el cementerio y, tras 50 años, cubierto de flores.

La investigación periodística, el destino, Dios o el diablo, quien quiera que sea, ha provocado un reencuentro ya inesperado. Seguramente los hermanos tuvieran colocada esta situación en la lista de imposibles, pero, muchas veces, parece que la vida está escrita a volantazos sorprendentes que dirigen a la muerte o al paraíso.


Para ti, en pocas líneas: mis sensaciones

Después de que el reportaje del 3 de marzo haya desencadenado en el mejor final posible para los hermanos noruegos, siento una emoción (subidón, hablando en modo noche) enorme, una ingente alegría y un sueño que se fue formando a lo largo de las semanas y que se ha cumplido casi sin pensarlo. Sin embargo, también a veces me hago preguntas enrabietadas: cuando Steinar llegue a Fresno y se emocione, aquellos garrulos sin fronteras, ¿volverán a decir que estamos removiendo la mierda? Y, cuando entreguen el regalo de agradecimiento a Fresno el Viejo, ¿seguirán manteniendo que el pueblo está desprestigiado? Algunos dicen que qué pasa con la familia del policía, que si no les dolerá. Yo contesto que más les duele a la familia del asesinado, que no podían invocar a ningún lugar las oraciones por su hermano. No me gustaría que esto ocurriese a nadie de mi pueblo, pero a veces sí que tuviesen esa sensación por momentos. Me parece de ser malos. Sin embargo y lo que más me reconforta, es que la mayoría reconoce la labor y está orgullosa de que Steinar venga a ver a su hermano. Y que Steinar venga a ver a su hermano es lo que realmente hace tirar para adelante.

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Antes de comenzar la crítica de esta semana debo señalar que hay dos películas tan recomendables o incluso más que la que protagonizará la sección de hoy. La primera de ellas es la fascinante cinta de terror sueca Déjame entrar, retrato del romance infantil entre un niño “corriente” y una niña vampiro, que puede sonar a Crepúsculo, pero que en realidad es una de las historias más fascinantes, turbias y absorbentes de los últimos años. No obstante, muchos críticos la han definido con mucha razón como la mejor película de terror de la década. La segunda es igual de fascinante, pero en el sentido contrario, por su luminosidad, por ser uno de los más apasionados cantos a la vida que recuerdo. Hablo del documental Man On Wire, historia del funambulista francés Philippe Petit, autor del considerado "crimen artístico del siglo XX". Éste no fue otro que cruzar haciendo equilibrios sobre un cable de una torre gemela a otra en 1974. Podría escrbir una crítica de una de estas dos magníficas películas pero he optado por otra por una sencilla razón: este blog se llama diario de periodismo, y la película de la que os hablaré hoy es un thriller periodístico, y no uno como la infame, de aún más infame prestigio, Todos los hombres del Presidente, sino un verdadero thriller periodístico.

La sombra del poder

La nueva pelicula del escocés Kevin Macdonald, experto documentalista que debutó hace tres años en el largometraje de ficción con el entretenido, pero finalmente superficial e intrascendente El último rey de Escocia, relato del estrafalario y terrible dictador de Uganda Idi Amin, da la mano a los quizá dos oficios más denostados que existen en la actualidad, la política y el periodismo. Macdonald y sus guionistas construyen una compleja trama que disecciona los finos tentáculos del poder, su intrincada maraña de intrigas, su rendida pleitesía a los intereses de las grandes empresas disfrazada de servicio al ciudadano. Y es que el mundo que describe Macdonald no podría ser más real. Es éste el mundo de las altas esferas, el ferozmente capitalizado que amenaza con hacer eso mismo con la seguridad nacional e internacional al dejarla en manos de las empresas privadas. En el mundo real muchas de las atrocidades perpetradas en Irak o Afganistan no son cometidos por soldados del ejército sino por miembros de empresas privadas, contratistas del Departamento de Defensa formadas por militares retirados y en muchos casos con antecedentes psiquiátricos. En el futuro esas contratistas podrían hacerse con la seguridad también en territorio americano. Estados Unidos amenaza con privatizar, tal y como ocurre desde siempre con la sanidad, la seguridad de sus ciudadanos. Pero si esta advertencia es uno de los pilares de esta película, no lo es menos su brillante análisis de la situación del periodismo y más concretamente del periodismo impreso, y de cómo éste ya está íntimamente ligado a los mismos intereses antes citados. 

En este sentido La sombra del poder se revela como un honesto homenaje a una forma de hacer periodismo y a un profesional de esta forma de comunicación que está a punto de extinguirse, aniquilado por el voraz avance de Internet y sus blogs, exterminado por el consumo rápido, el gusto por lo sensacionalista, por el affaire amoroso del político más que por las leyes que ha respaldado. La sombra del poder supone la despedida definitiva al diario impreso a la vez que la reivindicación más enérgica de una forma de hacer periodismo comprometido y responsable  a la vez que peligrosa (y es que el periodismo sólo es peligroso cuando se hace bien). En ese sentido el siempre formidable Russell Crowe encarna a un héroe de otros tiempos, un incansable buscador de la verdad cuyo susurro de desesperación pronto será ahogado por los gritos del último rumor propagado por la red, cuya mirada reflexiva y sosegada de las cosas pronto será enturbiada por la acuciante necesidad de la primicia y de anticiparse a la competencia. La sombra del poder dibuja el futuro más oscuro imaginable para el periodismo, un futuro en el que el valor de la prensa no tendrá nada que ver con el número de políticos corruptos derribados, ni con la denuncia, ni con la verdad, sino con el número de usuarios de la edición Web, un futuro en el que las redacciones tradicionales serán estrechadas progresivamente hasta su desintegración, ocupadas por trasnochados gordinflones de barba descuidada que duermen sobre sus teclados y sueñan con los tiempos en los que la prensa era el cuarto poder para alguien más que para un político adultero.

Para el resto, es decir los que no son periodista, o estudiantes de periodismo, o para los que no les importa una mierda nada, podrán disfrutar de un thriller modélico con algún subrayado innecesario para hacer más digerible una trama que nunca deja de complicarse y que depara más de un giro de guión imprevisible y nunca gratuito. Es La sombra del poder uno de los mejores thriller con implicaciones políticas y económicas que recuerdo, quizá el mejor desde que Michael Mann rodará también con Russell Crowe de protagonista esa Obra Maestra llamada El dilema. Hasta un felizmente recuperado Ben Affleck brilla en el papel del político comprometido vencido por las circunstancias y el descrédito. Frenético, sorprendente, adulto e inteligente desde el primer al último minuto. Así es esta cinta hecha para toda persona con conciencia. Para los periodistas o para quienes quieran serlo, debería ser desde ya su película de cabecera, y la película a la que deberían acudir como si de una prescripción médica se tratara cuando lleguen los nubarrones.

Lo mejor: todo, desde las interpretaciones de todo su reparto, incluídos secundarios excelentes como Helen Mirren, Robin Wright Penn, Jason Bateman o Rachel McAdams, pasando por su una dirección agil y un guión muy calculado y siempre imprevisible, y terminando por sus importantes implicaciones en el mundo real.

Lo peor: Algún subrayado de más en la explicación de la trama, pero nada relevante.

 

La película que recomiendo hoy es de un director que a casi nadie gusta. Se trata de uno de los creadores de uno de los movimientos cinematográficos más radicales de los últimos años. Venido de Dinamarca, el movimiento Dogma supone una ruptura absoluta con casi todas las reglas del séptimo arte: nada de música, nada de iluminación artificial... En definitiva, el cine dogma pretende la eliminación de todo artificio, de cualquier elemento que pueda manipular al espectador de cualquier forma que no sea a través de la historia. Esto se llevó a cabo hasta las últimas consecuencia en la trilogía sobre la historia de Estados Unidos que dio inició con Dogville, continuó con Manderlay y finalizará este mismo año con Washington. En ellas Von Trier suprimió cualquier escenografía hasta el punto de convertir las casas en meras líneas dibujadas sobre el suelo. La película que os recomiendo esta semana no llega hasta ese punto aunque sí reune el resto de características del cine dogma, a la vez que pone de relieve otra de Von Trier por la que ha sido criticado hasta la sociedad: su obsesión por "torturar" a los personajes femeninos, algo que también queda muy patente en su película más famosa, que no la mejor, Bailar en la oscuridad.

Rompiendo las olas (1996)

Años 70 en una pequeña localidad costera de Escocia marcada por el puritarsimo y la religión. Bess, una ingenua joven se enamora de Jan, el desenfadado trabajador de una plataforma petrolífera. Se casan. Todo es perfecto hasta que él tiene un accidente laboral. A su regreso el anteriormenete fogoso Jan es un hombre impedido condenado a vivir postrado a una cama de por vida. Él ya no puede difrutar del sexo, o al menos no de la misma forma. Pero ella sí...

No contaré más de esta película que ilustra uno de los actos de amor más terribles que se han visto en una pantalla de cine. Von Trier asfixia al espectador con este drama (no encontraréis en su cine ni una pizca de comedia salvo en El jefe de todo esto) radical que se siente como un puñetazo en el estómago, que pone a prueba en todo momento no sólo la sensibilidad del espectador sino también su ética, su concepto del amor y muchas otras cosas. No diré nada más Vedla, os arrepentiréis, pero vedla.


CHINCHETAS EN EL MAPA

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Hola,

La sección retoma su ritmo habitual, después del paréntesis provocado por un par de viernes en que me surgieron ocupaciones incompatibles con la redacción de la entrada y la Semana Santa. Quiero mandar, antes que nada, un cordial saludo a Karny y, muy especialmente, a Ángel Muñoz, por mantener la constancia semana tras semana (especialmente este último) e ilustrarnos con interesantes artículos que nos transmiten una argumentada opinión o nos explican ciertas curiosidades de la historia que a menudo han quedado olvidadas. Tengo pendiente aún dejar algún comentario por ahí. Pero eso será más tarde. Ahora, a lo que toca, que es mi sección.

Una de las primeras entregas de Chinchetas en el mapa fue para contar mi estancia en el municipio de Ribas do Sil (Lugo) en agosto de 2001. Entonces dije de pasada que en aquel viaje había visto también otros sitios de Galicia, a los que no pensaba dedicar posteriormente un artículo propio. Sin embargo, un curioso a la par que simpático acontecimiento que me ocurrió hace algunas semanas me dio la idea para retomar aquella escapada a Galicia y contar con algo más de detenimiento cómo una chincheta se clavó sobre la ciudad de


OURENSE

22 de agosto de 2001


Praza Maior (Plaza Mayor) de Ourense, en la mañana del 22 de agosto de 2001. El autor de la foto es el mismo que ahora pone este pie.


Soy de esas personas que, cuando van a un sitio de vacaciones, prefieren no quedarse en un único lugar, sino explorar tanto como sea posible. De modo que, en mis vacaciones de verano de 2001, tenía la esperanza de poder ver algo más que los municipios de Ribas do Sil y Quiroga. Aunque mi amigo y yo no habíamos ido en coche, ni mi amiga catalana de raíces lucenses podía utilizar el de sus padres en todo momento (y tenía además un carácter más calmado que los dos visitantes), la existencia de una estación de tren en el lugar nos podía sacar del apuro. Bastaba con informarse de los horarios y saber qué opciones teníamos de ver algún otro lugar, quizá alguna de las grandes ciudades gallegas.

Reconozco que escogimos Ourense porque era la que nos pillaba más a mano. El tren, procedente de Ponferrada, paraba en San Clodio-Quiroga a las 7.18 y llegaba a la capital ourensana hacia las 8.45. El convoy de regreso pasaba a las 16.35, lo que nos permitía pasar toda la mañana tranquilamente en la ciudad. Además, no es de esos lugares que, a priori, inviten a pensar que te vas a encontrar un porrón de monumentos que tardarás horas en ver.

Era noche cerrada aún cuando subimos al tren. Por el camino fue clareando poco a poco, pero el amanecer tan sólo dejó ver una niebla que, aun desde dentro del convoy, daba mucha sensación de frío. En el tramo final, al lado del Miño, el cielo estaba aún más gris, presagiando que el día podía no ser bueno aun en pleno agosto. Al llegar a Ourense, había bastante humedad en el ambiente; se hubiera agradecido en ese momento una manga corta. Mi amigo, aún más forofo de los trenes que yo, contempló un ratito la estación, a la que yo también eché mi observación: con los andenes haciendo una ligera curva y la extensa playa de vías ocupando una especie de terraza entre el río Miño y la ladera de un monte. El propio nombre de Ourense-Empalme ya evocaba historias de caminos que, tras separarse, llevan a sitios muy dispares. Nosotros teníamos que, fuera de las vías, encontrar el nuestro.

Un cafelito en la cantina de la estación y bajando la cuesta por una calle que veíamos que desembocaba en un puente sobre el Miño. El río separa el centro histórico y buena parte de los barrios modernos del entorno de la estación. Parecía una zona de ensanche, pero de una expansión urbanística lejana en el tiempo; los edificios no eran demasiado modernos y, además, guardaban mucho las formas arquitectónicas tradicionales, cosa que viniendo de la otra punta de la Península nos sorprendía.

El puente que veíamos desde la estación era nada menos que el Puente Romano. Una estupenda forma de cruzar el río Miño con calma y sobre un monumento histórico tan destacado. El segundo cauce fluvial más caudaloso de España se nos mostraba ostentoso, pese a ser pleno verano. Pero tras el majestuoso puente, se nos planteó la duda: "¿Qué hacemos?". Ourense es de esas ciudades de las que poco se conoce en el resto de España. Además, la habíamos escogido como destino de forma totalmente improvisada. No sabíamos qué ver, ni siquiera hacia dónde dirigirnos. Así que la única opción que vimos factible fue seguir en la misma dirección que traíamos del puente, suponiendo que hacia allí estaría el centro histórico.

Creo recordar que aquella era la Rúa do Progreso, y efectivamente, progresamos adecuadamente cuales escolares. Al cabo de unos 15 minutos de caminata, y tras haber pasado junto a la sede de la Diputación (que, como la mayoría, estaba en pleno centro), un rótulo nos indicaba la existencia allí mismo de la "Fonte das Burgas". Me sonaba el nombre como que eran unas aguas termales que manaban dentro de la ciudad a alta temperatura. Comprobé que mi memoria no me engañaba. Recostarse sobre la piedra de la fuente, caliente por efecto del agua, era muy agradable en una mañana de fría niebla.

De forma improvisada habíamos escogido Ourense, y de forma improvisada llegamos hasta su casco histórico. Prácticamente bastó girar una esquina para encontrarnos con su plaza Mayor, en uno de cuyos laterales se erguía el Ayuntamiento. La plaza entera, de apariencia angosta por su pendiente y su forma de rectángulo, era una muestra de esa arquitectura que tan poco acostumbrados a ver mi amigo y yo, y eso llama poderosamente la atención. Todo tenía aires de vetusto, que no de descuidado, ojo. La piedra de aquellos muros daba sensación del paso de siglos, de mudo testimonio de toda la gente que habría pasado por allí en tanto tiempo. El cielo gris y lo temprano de la hora (eran apenas las 9.30) invitaban a contemplar el lugar en silencio. La ausencia casi total de transeúntes lo hacía más fácil.

Una oficina de turismo situada en la misma plaza nos iba a solucionar la papeleta. ¿Qué ver en Ourense? Nos recomendaron que nos diéramos una vuelta por el centro histórico y que, ya que estábamos, viéramos el Museo Etnológico Provincial (creo que así se llamaba), en la sede de la Diputación. Lo teníamos al lado, así que allá fuimos. Recuerdo una gran profusión en la exhibición de piezas arqueológicas, aparte de una explicación exhaustiva de las formas de vida tradicionales, cosa que siempre se agradece que te expliquen.

A la salida del museo, la niebla se había deshecho y el día mostraba la claridad propia del mes de agosto. La plaza parecía más fotogénica y así la inmortalicé, antes de dar unas cuantas vueltas por el casco histórico. La catedral, otro sitio de esos que casi nunca falla cuando vas a una ciudad, estaba muy cerquita, y no dejamos de echarle el ojo también. Acabamos volviendo a la plaza Mayor, desde donde nos dio por seguir una calle de sugerente nombre: Rúa do Paseo.

Era una vía urbana ancha, característico eje comercial del centro de una ciudad y que, además, cumple la función de unir el centro con las zonas más modernas. En este caso, un casco histórico evocador del Medievo con el ensanche propio de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Edificios altos y de aires señoriales, en cuyos bajos sobreviven comercios tradicionales (algunos con visible éxito aún) y se han instalado las grandes cadenas actuales. Fachadas, rótulos y escaparates llamaban la atención, pero iba a haber uno que centraría nuestras miradas más que ningún otro.

Es aquí cuando viene a cuento explicar que Ibi, mi pueblo, tuvo una intensa actividad de fabricación artesanal de helados entre más o menos 1890 y 1930, que se ha mantenido hasta la actualidad aunque sin los grandes niveles de producción de esa época dorada. En aquellos años, fueron muchos los ibenses que se marcharon a diversos puntos de España (también, en menor medida, a algunos países extranjeros) y fundaron sus establecimientos de fabricación de helados. Aquellas heladerías llevaron casi siempre el nombre de "La Ibense" o, también, "Los Valencianos", en honor a los orígenes de sus propietarios. Muchas de ellas siguen hoy en día regentadas por las mismas familias. Otras cambiaron de manos, pero conservaron el nombre. Otras desaparecieron, aunque fueron las menos.

Ignoraba que Ourense era uno de esos lugares donde fue a parar gente de Ibi que se fue a helar, como se decía y se sigue diciendo hoy por aquí. Ver el gentilicio de tu pueblo escrito en un rótulo a 800 km del pueblo produce, más que sorpresa, una total euforia y fascinación. Si alguien se fijó en mi amigo y en mí en ese instante, se debió sorprender de ver a dos tipos alzar los brazos y gritar "¡Qué buenoooooo! ¡Heyyyyyyyyyy, de Ibiiiiiii!". No podíamos dejar de entrar y tomarnos algo y, de paso, enterarnos de si los dueños aún eran de la misma saga que los fundadores.

El granizado de limón refrescaba en un mediodía que bien poco se parecía a la niebla de la mañana. Al ir a pagar, la inevitable pregunta al camarero: "Perdón, es que somos ibenses, como la heladería. ¿Los dueños siguen siendo de Ibi?" Aquel señor nos aclaró que no, que hacía años que los actuales propietarios habían comprado el negocio "a unos alicantinos", pero habían dejado el nombre porque ya era muy conocido en la ciudad. Una satisfacción esto último para dos tipos sorprendidos de toparse con aquella casualidad.

Hace casi ocho años de esto, pero es de esas cosas que te gusta contar, de cómo te encontraste con una referencia tan explícita y tan clara a tu pueblo, tan lejos... Lo único que lamento es no haber caído en hacer una foto al cartel; lo pienso ahora y me arreo cabotazos contra la pared, ya me vale... Al menos, de la jornada conservo un documento gráfico:



El billete de las casualidades, que todo lo permitió. Fue casi puro azar que fuéramos a Ourense, como puro azar fue que una vez allí nos pusiéramos a caminar sin rumbo, que echáramos a andar por la Rúa do Paseo en dirección al Miño, que dos ibenses encontráramos la heladería La Ibense... Puro azar de ese que se retiene en la memoria con grato cariño.

Para estar tres semanas sin escribir, parece que he vuelto con ganas, porque reconozco que me ha quedado una entrada bastante larga. Pero bueno, ya lo he comentado alguna otra vez: internet permite la libertad de escoger qué se lee. En cualquier caso, para la próxima trataré de moderarme más en la extensión. Pero para ésta no quería dejar escapar ningún detalle.

Me despido ya por hoy. Saludos y hasta la próxima.

17 de abril de 2009

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El peor negocio de la historia


Un 29 de marzo de 1867 se produjo lo que podría considerarse como el peor negocio de la historia, la compra venta de Alaska por parte de Estados Unidos y Rusia por 7,2 millones de dólares.

Hace hoy 142 años el Imperio Ruso vendió esta posesión de 1,518,800 Km cuadrados en la que tan solo 20 años después se descubrieron toneladas de oro y varios años más tarde abundantes bolsas de petróleo.

Cheque de la venta.

Rusia había colonizado este territorio hacia finales del siglo XVIII pero dado a su clima frío y aparente escasez de recursos no estableció grandes asentamientos humanos. Cuando se produjo la venta a EE.UU. tan solo vivían en Alaska 700 colonos rusos.

Pequeña historia de Alaska

El primitivo territorio de Alaska, fue poblado por grupos humanos que provenían de Asia a través del estrecho de Bering. El primer contacto de exploradores europeos con los habitantes de la región lo tuvieron los exploradores rusos que contactaron con el pueblo Inuit y otros pueblos nativos. El primero en alcanzar las costas de Alaska fue el ruso Aleksei Chirikov que navegaba en la expedición de Bering al mando del San Pablo, cuando llegó el 15 de julio de 1741 al lugar en el que hoy se encuentra la ciudad de Sitka. Los primeros asentamientos rusos, poco poblados, se fueron formando sobre todo desde 1799. La principal explotación de recursos en la zona fue en un primer momento la caza de nutrias pero la necesidad de viajes de numerosos navíos no la hacían muy rentable.

Otros exploradores europeos llegaron a la zona y las distintas potencias intentaron la colonización del territorio, como es el caso de españoles, franceses y británicos. No obstante fueron los rusos los que se asentaron en Alaska durante algo menos de un siglo y se hicieron con el negocio de las pieles.

El contacto de los extranjeros europeos con la población nativa fue dramático para ésta. En un principio la relación fue cordial pero posteriormente surgieron problemas de convivencia y algunos enfrentamientos violentos. A todo esto se sumó las enfermedades transmitidas por los europeos a la población nativa. El resultado de estos dos factores fue que el número de pobladores autóctonos se redujo en cuatro quintas partes.

Ya en el siglo XIX el destino de Alaska se cruzó con las pretensiones territoriales de EE.UU. que se anexionó el territorio en 1867, convirtiéndose en 1912 en un estado más de la joven Nación norteamericana.

La venta

El motivo porque Rusia vendió las tierras de Alaska es la falta de liquidez económica que le había supuesto su derrota en la guerra de Crimea, por otro lado la región de Alaska aparentemente solo tenía interés económico por la caza de pieles. Además los rusos no querían que el territorio cayera en manos de los británicos aunque la venta a éstos hubiera sido más lógica por proximidad, puesto que controlaban el territorio de la actual Canadá.

El zar Alejandro II finalmente decidió la venta, por lo que comenzó una tensa negociación entre el ministro ruso Louis Baydalal y el secretario del senado estadounidense William Seward. Finalmente tras una noche en vela se firmó un acuerdo, el 30 de marzo , por este Rusia vendía Alaska a EE.UU. por la cantidad de 7, 2 millones de dólares .

Tras el anuncio de la compra se crearon dos opiniones contrapuestas en Estados Unidos. La mayoría de la población se posicionó a favor de la compra pero desde distintos sectores de la ferviente prensa norteamericana se atacó esta adquisición por considerar que no beneficiaba en nada a la Nación. Horace Greeley del New York Tribune dijo al respecto "para que queremos un territorio casi helado en el que no hay más recurso que la caza de osos y focas si todavía tenemos al oeste terrenos sin explorar en los que hay tribus sin civilizar." También se hizo hincapié en que aunque la transacción había resultado económica el coste de mantener un territorio tan amplio sería muy elevado ya que habría que explorarlo, poblarlo, protegerlo y explotarlo.

Posteriormente con el descubrimiento de numerosos recursos económicos como el oro y más tarde el petróleo se demostró que el negocio había sido tremendamente rentable.



La Máquina del Tiempo

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La Guerra de las Malvinas

El 2 de abril se celebra en Argentina el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de las Malvinas. En esa misma fecha, en el año 1982, el gobierno militar argentino decidió la invasión de estas islas. Pero el conflicto no empezó entonces sino que su historia se remonta varios siglos atrás.




Las islas Malvinas fueron avistadas por primera vez en el año 1520 por la expedición de Fernando de Magallanes, al buscar un pasaje hacia el Océano Pacífico.

El archipiélago principal está formado por dos grandes islas, Gran Malvina y Soledad y unos 200 islotes más pequeños. El clima es muy frió, húmedo y ventoso por lo que apenas crece vegetación alguna. Solo uno de los archipiélagos está habitado permanentemente, el resto lo ocupan únicamente grupos de científicos.

Estos territorios que han sido durante siglos motivo de conflicto, fueron descubiertos por los exploradores españoles a principios del siglo XIV pero no fueron ocupadas hasta el XVIII, en 1763 por los franceses y posteriormente por los españoles, haciendo valer el tratado de Tordesillas. El conflicto entre Argentina y Gran Bretaña se produjo con la independencia de Argentina, que al considerarse heredera de los derechos españoles sobre el territorio, ejerció su soberanía efectiva hasta que se produjo la invasión británica de las Malvinas en 1833. Posteriormente se convertirían en una colonia más del vasto Imperio Británico, como parte de su red de puntos estratégicos.




Tras esta usurpación colonial los argentinos no dejaron nunca de reivindicar lo que para ellos era su territorio por ley. En 1960, la Organización de Naciones Unidas (ONU) instó a los países coloniales a acabar con el colonialismo. Gran Bretaña ante este requerimiento se comprometió a descolonizar las islas pero finalmente incumplió su promesa por lo que la ONU pidió a los gobiernos argentino y británico que se sentaran a negociar para poner fin a la disputa que duraba ya más de un siglo.

Los continuos fracasos en las negociaciones hicieron que se llegases a la guerra el 2 de abril de 1982 cuando fuerzas argentinas desembarcaron y ocuparon las islas.

Inicio y desarrollo de la guerra

El 2 de abril alrededor de cinco mil hombres al mando del general Mario Benjamín Menéndez desembarcaron en Puerto Stanley, capital de las Malvinas, desde entonces rebautizado por Puerto Argentino. En el archipiélago tan solo había unos 50 marines ingleses encargados de su defensa, el ataque pilló a la primera ministra Margaret Thatcher, totalmente desprevenida. La sorpresiva acción argentina motivó una fuerte crisis de gobierno por lo que Thatcher, tras la dimisión de su ministro de Asuntos Exteriores, decidió tomar medidas para la liberación de las islas.

Gran Bretaña pronto recibió el apoyo de la Comunidad Internacional, EE.UU. y la Comunidad Económica Europea se posicionaron del lado británico y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas condenó la invasión argentina. Por otro lado el apoyo latinoamericano a Argentina fue casi unánime. Solamente el régimen de Pinochet, en Chile, adoptó una oposición favorable a los británicos. Este gesto se debió al miedo chileno de una expansión argentina que se volviera en su contra, por este motivo Chile se puso del lado británico a pesar de sus pésimas relaciones.

La respuesta militar de Gran Bretaña tampoco se hizo esperar, rápidamente se formó un destacamento formado por dos portaaviones y unos 28.000 hombres que tenían que viajar 8000 millas hacia el Atlántico Sur. En lo que tardaron en llegar las tropas a las Malvinas se produjo una frenética actividad diplomática para evitar el conflicto armado. Estados Unidos y la ONU trataron de convencer al gobierno argentino de Galtieri de que tenía más posibilidades de alcanzar su objetivo retirándose y volviendo a la senda del diálogo. Estas negociaciones no tuvieron éxito y finalmente se llegó a la guerra.

El enfrentamiento propiamente dicho duró a penas dos meses y medio, tras 74 días de ocupación, el 14 de julio del 1982, se dio por terminada la contienda con la segunda usurpación inglesa de las Malvinas.




Principales acontecimientos de la guerra

El 25 de abril las fuerzas británicas reconquistaron la isla de Georgia del Sur. A comienzos de mayo tras las llegada de todos sus efectivos, los aviones de la RAF (Fuerza Aérea británica) comenzaron a bombardear las posiciones argentinas, en especial el aeródromo de Puerto Stanley. Una de las principales pérdidas que sufrió el ejército argentino fue el hundimiento, por parte del submarino nuclear Conqueror, del buque General Belgrano, en el que perdieron la vida 368 hombres. La respuesta ante esta acción fue el hundimiento del destructor británico, el HMS Sheffield.

El fin de la guerra pasaba por la conquista de una de las grandes islas del archipiélago, la Gran Malvina, a esta misión se centraron los mayores esfuerzos británicos. Fuerzas especiales reconocieron la isla para identificar las posiciones argentinas y preparar el desembarco. Mientras se desarrollaban las acciones militares la actividad diplomática no paró en ningún momento pero a pesar de ello ni la ONU ni otros organismos lograron acabar con el conflicto.

El 21 de mayo las tropas británicas desembarcaron en San Carlos ( en la gran Malvina). El desembarco fue un éxito pero a pesar de ello los ataques aéreos contra los buques británicos no cesaron, lo que supuso la pérdida por parte británica de tres buques de guerra y un mercante y por parte argentina de numerosos aviones que fueron derribados. El enfrentamiento terrestre fue también cruento, tras duros combates los soldados británicos fueron avanzando poco a poco hacia la capital, Puerto Stanley, combinando ataques de artillería e infantería. El mayor desastre británico se dio el 8 de junio cuando el buque de transporte Sir Galahad fue destruido por aviones argentinos en Port Fitzroy.

El alto el fuego definitivo no llegó hasta el 14 de junio, cuando los últimos reductos de la guarnición argentina en las zonas altas de la isla, al mando del General Menéndez se rindió.

La manifiesta superioridad del ejército británico se tradujo también en un número desigual de muertos en la guerra. Por el lado argentino perdieron la vida 649 militares y el número de heridos fue de 1188, por el lado británico 258 muertos y 777 heridos.

Consecuencias

La victoria militar británica supuso el fortalecimiento de la figura de la primera ministra Margaret Thatcher, cuyo mandato siempre será recordado por la guerra de las Malvinas. La victoria también permitió la fortificación de la isla y la instalación de una base permanente de la OTAN. Además, desde la Constitución de 1985, las islas son administradas por un gobernador británico e incluso el parlamento británico otorgó la ciudadanía británica a los habitantes de las islas. No fue hasta 1990 cuando ambos países volvieron a retomar las relaciones diplomáticas.

En el lado argentino la derrota de sus tropas, que pretendían la liberación de los territorios ocupados a la fuerza, supuso la dimisión de la Junta Militar que gobernaba Argentina. Los sucesivos gobiernos argentinos así como la población no han dejado de reclamar lo que consideran suyo, e incluso la rivalidad se ha hecho notar en acontecimientos deportivos, celebrando los goles de Maradona ante Inglaterra como si de una victoria militar se tratase. Mientras, Gran Bretaña, ha seguido defendiendo su derecho a permanecer en las Malvinas y a pesar de estar en pleno siglo XXI los británicos no tienen ninguna intención de acabar con estas prácticas colonialistas que también mantiene en otros lugares como Gibraltar.

La importancia de estas islas tanto para Británicos como argentinos radica en su cercanía al continente antártico, lo que supone ventaja para futuras colonizaciones, y porque suponen paso obligado en la rutas marítimas australes entre Pacífico y Atlántico.

Reflexiones a Pilot Rojo

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¿Qué tipo de crisis?

El paro aumenta, las pequeñas empresas continúan sin recibir dinero y el Gobierno, como viene siendo habitual en estos tiempos pésimos presuntamente coyunturales, sigue pagándole a la banca aquellos famosos activos tóxicos a precio de oro. ¿Crisis económica? Sí, vale, bien. Quizás habría que ir más allá.

No me he vuelto loco pero, en este segundo párrafo, voy a cambiar radicalmente de tema. O no. La gente ‘guapa’, que suele ser aquélla que implanta las últimas tendencias sociales, vuelve a reaparecer con otra pelotudez más, como dicen nuestros hermanos argentinos, dentro de su política de convertir a las futuras generaciones en imberbes de por vida, en protegidos e inútiles carentes de cualquier atisbo cultural o educativo (cuando digo esto me gustaría que se me entendiese: no hablo de mate, lengua… es algo más importante). Vamos, que siguen pijoteando más el asunto en este llamado primer mundo, que sufre una grave enfermedad denominada ‘ombliguismo’.

Una tarde de primavera, sol entre nubes y un viento que dejó de ser incómodo hace tiempo, es el escenario meteorológico de, por ejemplo, Valladolid. Los aparcamientos se llenan, y de ese bemeuve bajan dos personas, bien vestidas, acné y patas de gallo se quedaron en el quirófano y la talla pequeña de wonderbrá en el contenedor, y un niño, o niña, pide a papá las llaves del coche para enseñárselas a los otros chavalines que también acaban de apearse en el lugar. Bolsas de establecimientos no precisamente proletarios, felicidad en el ambiente y, en la puerta, una persona de uniforme que invita a los niños a que atraviesen una puerta. -¡No corras mi vida, que te vas a romper el chalequito!-, gritó una madre que llevaba más anillos que M. A. Enfrente del mencionado aparcamiento, se levanta un ingente edificio ‘maqueado’ con cristales translúcidos solamente interrumpidos por tres mástiles que portan las banderas española, castellano-leonesa y europea. Algún globo se escapó por la gran puerta metálica escoltada por dos enormes pinos. No es mentira, no: dentro de un hotel de cuatro estrellas se iba a celebrar aquello conocido como fiesta de cumpleaños, un ‘lunch’ con ‘children’ entre gusanitos ‘cool’ y papás que beben Chivas como si de agua se tratase. Se estaba produciendo, a mi juicio, una fase más del atontonamiento al que los papás subidos en una montaña de euros someten a sus retoños. Y me podrá decir el que me lea: “Cada uno puede hacer lo que quiera con su dinero”. Para esas respuestas vengo siempre precavido.

Se fomenta la política ya no de “lo hacemos porque podemos”, sino de la des-educación de lo poco que aprenden los niños en la escuela. Se educa a los pequeños en el consumismo más radical, una simple fiesta de cumpleaños se convierte en poco más que unas bodas de oro, y se enseña, por supuesto, que el dinero es lo más importante del mundo. Que no hace falta comprender la sociedad, no hace falta tener valores ni preguntarse por qué, para qué leer si tengo doscientos mil euros en una de mis cuentas. Ni siquiera se enseña a valorar el dinero, lo que cuesta ganarlo –si es que esos padres se desloman para conseguirlo-, y los niños aprenden a vivir en un algodón continuo que de vez en cuando echa a volar. No hay caídas, ni partidos de fútbol, ni un “joder” que se escapa, ni vasos de plástico o gusanitos a puñados, ni pifias, ni nada. Si hay alguna pelea, será porque el carro de mi papá es mejor que el del tuyo. Éstos son los artistas que pasado mañana manejarán el cotarro. Estos son los que, desde la incultura más evidente, desharán aún más un mundo que se pierde. Habrá menos escrúpulos, desaparecerán las limosnas para aquellos que tienen menos y estos se cagarán en las putas fiestas de cumpleaños en las que servía mamá cuando trabajaba de camarera en el hotel Lasa y que él miraba con trabajo a través de aquellos cristales translúcidos. Se preguntará por qué esos imbéciles estarán siempre ‘más arriba’ que él, que se fue de trabajo en trabajo porque no había pelas para estudiar. ¡Con qué ganas lo hubiese cogido él!

Lo más triste es que esos cumpleaños se extenderán. Muchos padres acudirán a la llamada de sus niños de por qué ellos no, y harán lo mismo. Y dibujarán una realidad en que, teniendo un dinero supuestamente fácil, se es feliz. Y volverá a suceder eso de que lo material continuará siendo la razón de ser, caeremos en lo más bajo, en el peor comportamiento que exista, en los gustos más banales y la satisfacción cara, y volverán, como existen, las clases sociales y nunca, nunca saldremos de esta. Vivimos una crisis económica, sí. Pero me parece más importante la profunda crisis de civilización de la que no salimos. Y que viviremos siempre. “Me preocupa más que me gobierne un imbécil que un personaje malévolo, porque el primero nunca sabes por donde te va a salir”. Eso lo dijo Pérez-Reverte y yo lo uso como me da la gana, en este caso para ser el más pesimista del mundo. Parece que el propio sistema lleva añadida una cláusula de creación de seres, no de personas; monstruos, no humanos. Sin sentimientos, sin preocupaciones, sin preguntas y mucho menos respuestas. Me preocupa mi futuro, sí; pero mucho más el de mis futuros hijos.

Para ti, en pocas líneas: G-20

Vosotros, vosotros sois los que, con vuestra ‘estabilidad’, ‘libertad’ regida por lo que uno pueda pagarse y ‘democracia’ del vota y calla, hacéis que las expectativas que creáis en el mundo se conviertan en pura demagogia barata sin principios ni soluciones. No hay líderes políticos, tan solo uno mediático que preside la Casa Blanca. El resto, puro humo que cuando llegue el viento fuerte se desvanecerá. Y todos iremos a la mierda porque, como el mundo está mal hecho, nosotros dependemos de lo que ustedes decidan. Yo no me moriré de hambre: antes de que eso ocurra seguramente haya estallado una guerra. Pero hay mil millones de personas que no pueden gritar porque no tienen voz ni fuerza para hacerlo y tampoco proteínas para poder levantarse. Hay otros cuantos miles de millones de personas que empiezan a hartarse y otros cientos de millones que empiezan a miraros con sospecha. Pero callan, porque así se lo enseñasteis. No sé que me da que todo lo que decidís es malo. Que solo os vais a acordar de vosotros mismos y de los banqueros, claro. Ombliguismo.

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El embargo de Cuba


El gobierno de Estados Unidos, con Barack Obama al frente, ha tomado en sus dos primeros meses de ejercicio varias decisiones que afectan a la isla caribeña. Por un lado Obama ha manifestado el cierre de la base militar y centro de detención de Guantánamo, aunque aún no ha dejado claro los plazos del desmantelamiento. Por otro lado el pasado 11 de marzo anunció su decisión de dar un nuevo giro en las relaciones bilaterales con Cuba, flexibilizando el embargo económico que Estados Unidos ejerce sobre la isla desde 1962.



Antecedentes al Bloqueo

La cercanía de Cuba con su vecino del norte resultó un punto clave en la formación de estrechos vínculos políticos, económicos y sociales entre ambos países, a pesar de su pasado como colonia española. Tras la guerra entre España y Estados Unidos, en 1898, el control político y administrativo pasó a la potencia ganadora de la contienda, Estados Unidos. Poco después se concedió la independencia a Cuba que llegó en 1902, no obstante Estados Unidos siguió interviniendo en la vida política cubana y siguió manteniendo unas estrechas relaciones económicas. Las inversiones norteamericanas en la isla, como en el resto de Latinoamérica, siguieron siendo muy importantes, en el caso de Cuba destacó la producción de azúcar y tabaco que se desarrolló gracias al apoyo de grandes empresas estadounidenses. Los vínculos comerciales fueron continuos.

La ruptura de Cuba con Estados Unidos se dio cuando triunfó la Revolución Cubana y se produjo el derrocamiento del régimen de Fulgencio Batista en 1958, solo un año después Fidel Castro se convirtió en primer ministro. En un principio Estados Unidos reconoció el gobierno revolucionario, esto fue así hasta que el régimen cubano decretó la Ley de Reforma Agraria, en 1959, lo que supuso la ruptura inicial de relaciones.

La reforma agraria afectó principalmente a los intereses estadounidenses en la industria del azúcar; Castro prohibió el establecimiento de plantaciones controladas por compañías de accionistas no cubanas y disminuyó el apoyo a la producción de azúcar en favor de otros cultivos alimenticios.

Inicio del embargo

Pronto Fidel Castro fue nacionalizando compañías estadounidenses que explotaban los recursos económicos de las isla, medida a la que Washington respondió con la imposición del embargo comercial. Esto también suponía la restricción para los ciudadanos estadounidenses de viajar a Cuba. En enero de 1961 se rompieron totalmente las relaciones diplomáticas entre ambos países y el 17 de abril 1.300 exiliados anticastristas, apoyados y entrenados por Estados Unidos, llevaron a cabo en el sur de Cuba el desembarco de bahía de Cochinos.

Uno de los episodios más tensos en las relaciones de ambos países se dio en 1962 cuando Cuba permitió la instalación de mísiles nucleares soviéticos en su territorio, la respuesta estadounidense de manos de John F. Kennedy fue el bloqueo naval de la isla. Finalmente tras difíciles negociaciones, sobre las que planeaba la inminente guerra nuclear la Unión Soviética decidió eliminar y desmantelar las bases de mísiles. A cambio Estados Unidos se comprometió a no invadir la isla. Durante el resto de la década de los 60 las relaciones siguieron siendo tensas, Cuba fue expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA) debido a la presión ejercida por EE.UU.

Hasta mediados de la década de los 70 Cuba permaneció en el asilamiento internacional aunque siguió recibiendo la ayuda económica de la URSS.

Fin del asilamiento Internacional

No fue hasta 1975 cuando Cuba empezó a emerger del asilamiento diplomático con el resto del mundo. En julio de 1975, la OEA aprobó una resolución con la que se modificaba el embargo comercial a Cuba y otras sanciones impuestas en 1964 por esta organización. Las relaciones con Estados Unidos también comenzaron a mejorar; las restricciones en los viajes a Estados Unidos se hicieron más flexibles y, en septiembre de 1977, los dos países abrieron delegaciones en las capitales respectivas. No obstante, Estados Unidos advirtió a Cuba que las relaciones no podrían normalizarse hasta que sus demandas respecto a las propiedades estadounidenses nacionalizadas fueran satisfechas.

Fin de la ayuda soviética y endurecimiento del embargo

La caída del comunismo en la URSS a principios de los 90 supuso el fin de las ayudas económicas hacia Cuba y la presencia soviética fue desapareciendo progresivamente. A todo esto se unió la postura de Estados Unidos de endurecimiento de las medidas y sanciones económicas. Este endurecimiento de la política norteamericana supuso un grave empeoramiento de la situación económica de Cuba y se produjo a pesar de las resolución de la ONU de 1992 que pedía el cese del embargo. Estas resoluciones se han ido repitiendo años después pero siempre han contado con los votos en contra de Estados Unidos e Israel.



Durante 1993 y 1994 se produjo la denominada “crisis de los balseros” en la que cientos de cubanos intentaron viajar a Estados Unidos al haber abierto Castro las fronteras como respuesta a las protestas por la situación económica. En 1996 el gobierno norteamericano aprobó una ley que pretendía sancionar a las empresas de esta nacionalidad que mantuvieran relaciones comerciales con empresas establecidas en la isla. La Unión Europea se manifestó enérgicamente en contra ante esta medida.

Los últimos huracanes y sequías padecidos por la isla como es el caso del Huracán Michelle hicieron que se suavizara el embargo para permitir la llegada de medicamentos y alimentos pero su eliminación total no se llevó a cabo. Un hecho que significó de nuevo la apertura internacional y que no pudo evitar el embargo fue la celebración en La Habana de la IX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, en 1999, a la que asistieron 21 mandatarios entre los que se encontraba el Rey Juan Carlos I

Últimos tiempos y llegada del nuevo milenio

Con la llegadas del nuevo milenio la resolución del contingente parece estar una vez más en punto muerto. A pesar de la oposición de numerosos países y estamentos como el Consejo Europeo, las resoluciones en contra de la ONU, la última se produjo en 2007, la presión de ONG y las manifestaciones en contra del embargo de numerosas personalidades, como es el caso de Juan Pablo II, el patriarca ortodoxo Bartolomé I o ex presidentes norteamericanos como Jimmy Carter, el conflicto no ha podido resolverse. Ni el paso de distintos presidentes norteamericanos ni el reciente relevo de Fidel Castro en favor de su hermano ha hecho posibles el fin del embargo, un embargo que no permite el libre desarrollo de Cuba, derecho legítimo de todo Estado independientemente de su forma de gobierno. Ninguna otra dictadura en el mundo sufre esta situación, Estados Unidos mantiene relaciones económicas con numerosas dictaduras como lo hacen también los países europeos. Por eso la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca ha creado nuevas expectativas que de momento son solo eso, puesto que hasta que no vaya avanzando su mandato no se podrán juzgar sus medidas respecto a esta cuestión, que lleva abierta casi 50 años.

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