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UNA MESA, CUALQUIERA

Una mesa, y alrededor de ella dos padres y un hijo. Ellos, con intriga, él con una mezcla de miedo y valor, dos impresiones que no debería tener pero que le imponen las circunstancias.

Hoy es el día, se lo va a decir. Es homosexual y está cansado de ocultarlo en casa. Y la reacción puede ser variada, pero se ve venir.

Según los datos publicados por un estudio del colectivo de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales de Castilla y León, al 41% de los padres no les gustaría que su hijo fuera homosexual. No está en su concepto de heredero ideal, digamos. Además, el 26% de ellos lo considera una enfermedad. Está en su concepto de lo que se puede curar con antibióticos y reposo, digamos.

Reposo, eso es precisamente lo que recomienda un hospital público de Madrid para prevenir el SIDA. Lo mejor para no contagiarse es mantener la castidad y no ser homosexual, o lo que ellos han denominado "alteración conductual". Una guía para prevenir el SIDA entre adolescentes repartida por el hospital Carlos III de la capital defiende el "amor verdadero" unicamente entre hombres y mujeres y por supuesto, basado en la castidad y la fidelidad.

Ahora imaginad otra mesa y alrededor dos padres y una hija. Ella tiene una noticia que comunicarles. A pesar de su juventud, a pesar de ser menor de edad, está embarazada.

Según el último dato del INE, se ha duplicado el número de madres adolescentes en Valladolid. Aunque se pueda creer lo contrario, el principal motivo es la desinformación.

Una mesa, cualquiera, y alrederor de ella dos padres y un hijo. Enfrente, un televisor. En medio, la falta de comunicación.

3 comentarios:
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Quinto Tarde dijo...
miércoles, noviembre 26, 2008 9:43:00 p. m.  

Es increíble la hipocresía con la que esta sociedad trata temas como el aborto en jóvenes o la homosexualidad. Nunca entenderé esas familias católicas y apostólicas en las que todos los homosexuales son escoria y que intentan "tapar" las tres o cuatro ovejas negras que han decidido romper su silencio. Como bien dices, María, la mejor clave es la comunicación, y lo cierto es que falta mucha en las familias de hoy. No sólo es necesario que la sociedad entienda la homosexualidad. Si aún existen familias que crían a sus hijos en el odio al gay o la lesbiana y, cuando se dan cuenta de que uno de ellos lo es, deciden desterrarlo para siempre, la "normalidad" que todo el mundo desea tardará bastante tiempo en llegar.

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Antonio dijo...
jueves, noviembre 27, 2008 2:18:00 a. m.  

No hay más ciego que el que no quiere ver, y las escenas que describes son más que verosímiles ejemplos de ello. Excelente artículo: en su corta extensión concentra un gran significado. Además, me parece un tema muy bien traído; puede sonar a recurrente, pero la incomunicación entre las personas, incluso entre las que físicamente están más próximas, es un fenómeno en ascenso.

Saludos.

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Marta dijo...
jueves, noviembre 27, 2008 12:32:00 p. m.  

Es una reflexión muy acertada, María. La falta de comunicación es un problema que tienen muchas familias pero tampoco se me ocurren maneras para solucionarlo. Espero que, con el tiempo, las situaciones que describes no lleguen a producire porque así sabremos que hemos evolucionado como sociedad.
Hasta la semana que viene

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