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Conexión BCN

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Cables conectados. Cámaras preparadas. La imagen, correcta. ¿Sonido? ¿Me se oye bien? Perfecto. No hay problemas relevantes. El peaje está pagado, tenemos los papeles en regla y todo, de momento, marcha conforme a las previsiones. Iniciamos la conexión…
En la noche electoral más importante de las últimas décadas en Estados Unidos y a la espera de la proclamación del primer Presidente Del Mundo de raza negra (¿alguien lo duda a estas alturas?), la ciudad de Barcelona ha tornado esta semana en un verdadero maremágnum repleto de conferencias, debates sumarísimos, análisis públicos y otras fórmulas comunicativas similares en las que nunca faltan un público entregado y varios micrófonos abiertos. Desde ella escribo estas líneas. Desde la capital mediterránea de España, la ciudad cosmopolita por excelencia, el lugar que muchos califican de radical sin haberlo pisado en su vida. Barcelona. Donde no todo es Estatut, ni negociación económica (¿la pela es la pela?) o servicios de cercanías desastrosos. Donde hay más extranjeros que ciudadanos, más turistas con sombrero y pantorrillas que ciudadanos amb butifarra y bailadores de sardana. Esa es Barcelona, mi Barcelona. Una de las pocas ciudades no capitales de Estado que alberga una segunda Embajada norteamericana, varios kilómetros de carriles-bici en plena urbe y uno de los callejeros más ordenados de Europa. Una descripción somera que responde a un análisis personal y que, lo reconozco, es también corta y limitada. Porque Barcelona, mi respetada Barcelona, y la Universidad Pompeu Fabra, en la que estudio el cuarto curso de Periodismo a través del convenio de movilidad “Séneca”, conforman los dos principales ejemplos de inmersión nacionalista lingüística “a la catalana” que tanto gusta aquí (con aplausos de orejas incluidos) y que tanto miedo genera en el resto de esta España querida. “El castellano está en peligro”, gritan por doquier. A voces.
Ni tanto ni tan calvo. Los catalanes no se comen con patatas a los miedosos castellano-parlantes (al menos de momento) ni el Partido Popular de supuesta doctrina única en toda España defiende sus ideas más centristas en aquesta part del món. Pragmatismo. Y a pesar del melting pot; a pesar de que las Universidades catalanas se opongan al Govern en su intención de exigir un determinado nivel idiomático al profesorado de las Facultades; a pesar, en fin, del generalizado respeto que existe hacia el castellano en los comercios y supermercados barceloneses, el catalán, guste o no guste, ante todo y ante todos, es SU lengua. Si comprendemos esta idea y alanzamos a entender todos los detalles y matices que de ella se derivan, podremos (podré) vivir en paz y en plena felicidad comunal. Si partimos de esta base y construimos nuestra vida catalana sobre el pleno (conven)cimiento de que la cultura, la lengua y la rutina, aunque compartidas, no son las mismas, el enriquecimiento al que en estos días me veo expuesto tendrá visos de completarse con el paso de las semanas. A este paso, y sin obstrucciones políticas relevantes, en julio podría convertirme en un completísimo noi… zamorano.
No nos obsesionemos con tonterías. Desoigamos las críticas furibundas e ignoremos las alabanzas sin mesura. Centrémonos en la realidad, simplemente en lo existente, que es, a veces, más dulce de lo normal (como la multitud de lenguas en la calle o los estudios de televisión y radio de la Facultad de Comunicació) mientras, en otras ocasiones, nos abofetea sin piedad. Pero es la realidad: la que pisamos, la que sentimos, la que escuchamos. Ni la creemos ni la respetamos: estamos sometidos a ella. Aunque cueste creerlo, en Cataluña, como en Valladolid, hay mucho maleducado suelto por ahí, y es tan real como cierto que todos los radicalismos son ideas planas igual de absurdas. Eso también es la realidad.
Por eso es absurdo reducir el complejísimo entramado de Cataluña a una cuestión tan simple como la del catalán; también lo es muchísimo, y siempre lo será, someter las cuestiones de verdad a los detalles más superfluos. Esa es la sensación aquí, en mi querida Barcelona, de lo que ocurre allí, en el centro de la península, en mi estimada Madrid madrileña. Pero en todos los “laos” cuecen habas. Hoy, aquí, en estos precisos instantes, en la noche electoral que varios estudiantes de la Facultad hemos organizado en el piso de una compañera para hacer el seguimiento de la campaña presidencial, acabamos de conocer una mala noticia: uno de los compañeros, Erasmus para más señas, al que le venció el sueño y decidió volver a casa al filo de las tres de la madrugada, sufrió un robo a manos de dos catalanes de pura cepa en la parada del autobús. Mi amigo está bien. Su cartera, no. Y como sé que lo estáis pensando, os aclararé la duda: en el robo no fue necesaria la ayuda de la traducción simultánea. ¿La razón? En los primeros momentos del ataque, según me cuenta el afectado, los dos cobardes se presentaron en un perfecto català con el convencimiento de utilizar la lengua adecuada (“SU” lengua), aunque cuando se dieron cuenta de que la víctima no entendía ni papa, cambiaron rápidamente al castellano más puro y pidieron, con amabilidad madrileña, el PIN de su tarjeta de crédito. Pragmatismo. Luego, en un acto que no entiende de fronteras o Estatutos de Autonomía, lo tiraron al suelo, se guardaron el cuchillo bajo la capa de su vergüenza y huyeron dirección carrer Diagonal bajo la extasiada felicidad del trabajo bien hecho. Gran valor el del robo en Barcelona. La feina, aquí y en Lima, es la feina.


Devolvemos la conexión.

Un artículo de Ángel Negro.


5 comentarios:
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Marta dijo...
miércoles, noviembre 05, 2008 7:08:00 p. m.  

Buenas Ángel, que tal por Bcn? Bueno aunque después de leer tu post me he dado cuenta de que te has enamorado de la ciudad condal,eee??Haces bien y es lógico que así sea porque junto con San Sebastián son las ciudades más bonitas que conozco. Que te vaya muy bien, Ángel. Sólo una cosita, nos podrías haber dejado un delegado sustituto, no?

Un besote

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Patino dijo...
miércoles, noviembre 05, 2008 7:54:00 p. m.  

¿Cómo no enamorarse de Barcelona? Yo sólo he disfrutado unos pocos días de ella, y sigo perdido por esta maravillosa ciudad. Es impresionante, sólo se puede calificar así.

No voy a entrar en el otro aspecto de la lingüística, alrededor del cual parece girar el artículo, pero si Ángel lo dice, será porque así lo ha visto. Le daremos el beneficio de la duda, que nuestro ex delegado lo merece.

Saludos, Ángel. Y recuerdos a la Sagrada Familia de mi parte. Si quieres, también al dragón de la entrada del Parc Güell.

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Miguel Ángel Rodríguez dijo...
miércoles, noviembre 05, 2008 8:17:00 p. m.  

No puedo decirte otra cosa que Bienvenido a este nuestro blog y darte la enhorabuena por este gran post que a mi juicio tiene mas coherencia que millones de titulares de algún que otro periódico, que sale de una y se mete en otra sin rumbo ni destino.
América para los americanos...y Cataluña para catalanes! y eso no quiere decir que la hospitalidad brille por su ausencia, cosa que no veo en tu artículo. Su lengua, sí señor. Y es que lo es. Y no van a dejar de usarla porque alguien lo diga. En fin, tontones en todos los lados como bien dices.

No sé si se me entendió el telegrama, pero enhorabuena otra vez.

Salud

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Anónimo dijo...
jueves, noviembre 06, 2008 12:07:00 a. m.  

Karny, se entendió perfectamente!

Patino, aún no he visitado ni el Guell ni la Sagrada, pero transmitiré tus recuerdos...

Y Marta... yo soy delegado en el exilio! Como el gobierno republicano durante la dictadura! ;D

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Antonio dijo...
jueves, noviembre 06, 2008 2:40:00 a. m.  

Muy interesantes estas impresiones todavía primerizas sobre Barcelona. No sé por qué será que me siento un tanto identificado... Es muy cierto que los catalanes miman su lengua a veces hasta el extremo, pero también que valoran mucho el que una persona que no la tiene por lengua materna decide aprenderla de motu propio; en ese momento no es 'la nostra llengua', sino 'la llengua de tots'. Imagino que te puede haber pasado ya algo así, de ver cómo alguien se sorprende gratamente si ve que vas teniendo algunas nociones de catalán; al poco, la admiración se tornará normalidad.

Te animo a que veas el contacto lingüístico como lo que dices, un enriquecimiento. Así lo vi yo, que aunque ya conocía la lengua, la manejaba con un 'acento foráneo' que me delataba, y con el agravante del asfixiante paternalismo con el que la Comunidad Valenciana tiende a ser vista a menudo desde Cataluña. Para evitar que con sólo abrir la boca ya me estuvieran preguntando si era valenciano (o leridano, que también me pasaba), fuera de la Universidad tendía a expresarme por lo general en castellano, y nunca tuve problema alguno. No sé en qué zona de Barcelona vivirás, pero hay barrios en los que difícilmente oyes hablar catalán, por aquello de que quien no tiene sus orígenes en Jaén los tiene en Badajoz y quien no en Soria...

Sobre lo del robo de la cartera, qué decir, si está bien claro... No por ser delincuentes van a tener que ser necesariamente 'quillos' de la Verneda o la Guineueta; también los puede haber en Gràcia o Sants. Malnacidos, en cualquier caso.

Reitero mi consejo de que te muestres abierto hacia el catalán, porque te enriquecerá; al menos mi experiencia creo que fue así. Ten en cuenta que un contacto lingüístico no es ni mucho menos una inmersión política; tus planteamientos no tienen por qué ser distintos de 'els teus plantejaments'. Ya iremos viendo cómo te desenvuelves, pero por ahora deduzco que muy bien, como debe ser. Seguro que a la mayoría de tus amigos, conocer a un zamorano les parecerá de lo más exótico (como algo simpático, me refiero), por lo de de no ser por lo general muy dados ellos a conocer tampoco lo que tienen más allá de sus límites autonómicos, jejeje...

Yo no te pido que des recuerdos al parque Güell ni a la Sagrada Familia, sino a lugares de mi cotidianeidad en la Ciudad Condal, como la plaza Virrei Amat y la homónima estación de metro, el paseo de Fabra i Puig, la estación de cercanías de Sant Andreu Arenal, aquella cervecería de la plaza Eivissa (en Horta)... ¡Qué tiempos!

Saludos, y a seguir disfrutando de tu estancia en la UPF... Aunque donde esté la UAB, que se quiten las demás, jejejeje...

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