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¿MANTAS SOSPECHOSAS EN SU SALÓN?

A partir de ahora vamos a tener que rellenar un formulario a la hora de comprar CD’s vírgenes: “¿para qué desea usted este elemento? ¿va a grabar lo último de “Los Chichos” en él o las vacaciones de los abuelos en Benidorm? ¿tiene usted mantas sospechosas en casa que saca a pasear por La Castellana?”. Y no es exagerar.
El canon es una cantidad de dinero, parecido a un impuesto, que se aplica a todos los equipos y soportes electrónicos y que es justificado legalmente como una compensación por la realización de copias privadas de los contenidos que adquirimos legalmente, pero solo cuando se realicen...Sin embargo, actualmente, el consumidor lo paga siempre, incluso cuando copia contenidos de su propiedad no sujetos a copyright.
Son muchas las protestas que han surgido respecto al tema. En Internet hay foros, comentarios, incluso Webs enteras dedicadas al dichoso canon.
Aunque parezca mentira, existen sentencias que han obligado a devolver el precio pagado por el canon al consumidor cuando éste ha comprado el producto o soporte de grabación para rellenarlo con contenidos de su propiedad; en términos legales: sin copyright.
Pero es evidente que nadie (o poca gente) va a reclamar a la tienda de la esquina el 1,60 de canon que se paga en estos momentos por un DVD argumentando que a él o ella no se le ocurriría nunca (nunca, señor, nunca) utilizar ese soporte para cosas tan impensables como son el grabar una peli bajada del E-mule... pero una vez más, pagan justo por pecadores.
Hablando –oficiosamente, claro está– con representantes de las multinacionales del disco, estos aseguran que todo este jaleo les importa más bien poco, que ellos no publican discos para que la gente los grabe, sino para que los compre. Y que si el usuario ha de pagar canon sobre canon cada vez que quiera escuchar una canción, por ellos estupendo... siempre y cuando se lleven su parte. Se la llevan.
De la nueva tarifa sobre los CD-R, la mitad va a parar a la SGAE, el 25% a la AIE (Asociación de Intérpretes y Ejecutantes) y el otro 25% a Afyve (Asociación Fonográfica y Videográfica Española), o sea, las compañías de discos. Y al final de la cadena, autores, artistas y productores...que, como es de esperar, cobrarán algo...
Pero ¿de qué se queja la SGAE cuando las últimas cifras la delatan? Esta sociedad logró en 2004 la mayor recaudación de su historia al alcanzar los 300,7 millones de euros de ingresos, lo que representa un incremento de 11,9 puntos porcentuales respecto al ejercicio anterior!! Pero todavía quieren más.
Según ellos, la situación de la industria de la música se parece a una especie de matanza generalizada en la que pobres indefensos como Ramoncín, (“el rey del pollo frito”), Luis Cobos o Teddy Bautista son sistemáticamente robados a mano armada por una serie de bárbaros de tez oscura y acento raro a punta de manta.
Y el tema sigue dando de qué hablar. Un rifi-rafe entre Ramoncín (defensor a ultranza del canon) y Sabina, casi nos lleva a ver la insólita imagen de ambos sentados en sillas de “sábado Dolce Vita” ( insólita imagen o no tanto, ya que de unos se espera más que de otros...) y todo por el título de una gira de Joaquín S: “Carretera y Top Manta”, muy criticada por el cocinero de pollos nacional.
Piratería, impuestos...tema desde luego extenso para tratar. Pero lo que hay que plantearse es si realmente necesitamos a las grandes discográficas. En verdad, ya hace mucho tiempo que artistas han demostrado lo contrario, obteniendo además resultados sorprendentes. Es el caso de S.A. (Sociedad Alkohólika) que vendió a principios de los noventa más de 5.000 ejemplares de una maqueta de música extrema que ni siquiera se podía encontrar en las tiendas.
La mayoría de los músicos sacan más de sus conciertos que de las ventas de sus discos, por lo que sería evidente que una mayor difusión de sus discos (difusión por el medio que sea) solo les reportaría ventajas. Por otro lado, las pequeñas discográficas que no buscan enriquecerse podrían beneficiarse mucho de un menor control monopolista del mercado... nuevas ideas para crear incluso nuevos puestos de trabajo en el mundo de la música. Pero no. Es más fácil optar por lo de siempre, en lo que pagan los de siempre.Increíble que muchos autores (que además, paradójicamente siempre han ido de “progres “ por el mundo) se dobleguen servilmente a sus patronos en vez de unirse para luchar contra la explotación de las discográficas (que les pagan unos porcentajes de ventas que dan risa) o exigir, por ejemplo, que los músicos tengan derecho al subsidio de desempleo y a una jubilación digna.
¡Hasta la semana que viene melómanas y melómanos!