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¡¡BON APETIT!!

Ante todo, feliz año a todos los marcianitos y venusianas que se han animado a leer una nueva entrega de la sección con menos tapujos de Diario de Periodismo y enhorabuena a todos mis compañeros. ¡Aquí seguimos dando guerra! Abrochaos los cinturones, que comienza el viaje. Tres, dos, uno… ¡¡Despegamos!!

Hoy la cosa va de sugestión e imaginación, así que os propongo, para empezar, que cerréis los ojitos y veáis la siguiente escena: estáis con vuestra pareja en plan amoroso, besitos, caricias, y se levanta, se va a la cocina, y trae... ¡Una latilla de berberechos! ¿Qué pensaríais? ¡¿Se ha vuelto loco?! Pues no chicos, lo que quiere es hacer el amor. Así como lo oís, los berberechos son afrodisíacos.

Para los más despistados, algo afrodisíaco es aquello que despierta la libido, estimula el apetito sexual. El nombre viene de Afrodita, diosa griega del amor, que surgió de la espuma cuando el dios Cronos mató y castró a su padre, arrojando sus genitales al océano. Desde los tiempos más remotos, el hombre ha buscado estímulos, que excitaran su imaginación y le permitieran desarrollar su potencia sexual. Ya en el Kama Sutra se indican fórmulas “mágicas” para mejorar la sexualidad del hombre, con alimentos como la leche y la miel, que siempre han sido reconocidos como fuente de energía. En la medicina tradicional china se usaban remedios a base de hierbas, como la raíz de ginseng, para fomentar la longevidad y el vigor sexual. Los árabes destacaban el valor de los perfumes, las fragancias y cosméticos, para multiplicar el placer sexual. Para los sajones, las plantas con apariencia fálica, como zanahorias o espárragos, eran muy populares.

Los afrodisíacos son el puente que une a la gula con la lujuria. El comer y el copular son acciones que dependen más del cerebro que del sistema digestivo y sexual, ya que en relación a la alimentación y a la sexualidad, la naturaleza exige un mínimo destinado a la preservación de la persona y de la especie. Sin embargo, comemos más de lo que necesitamos, y hacemos el amor sin tener ninguna intención de reproducirnos. Todos hemos escuchado que la canela, las fresas o las ostras son afrodisíacas, pero existen muchos, muchos alimentos con “poderes”. Uno de los puntos en los que se inicia la atracción es la nariz. Los olores, las conocidas feromonas, condicionan el que algunas personas nos “pongan” más que otras, y alimentos como las trufas, dotadas de feromonas masculinas, tienen influencia en nuestro deseo. Es curioso entonces, que alimentos como el ajo, que todos evitamos comer cuando alguien va a estar muy cerquita, sean afrodisíacos. Muchas de estas comidas provienen del mar: la sopa de aleta de tiburón, que es esa cosa asquerosa que hay en los chinos, ¡puaj!, el salmón, que según dicen tiene efectos inmediatos, los mariscos, algunos de los cuales, como las gambas, se comen vivos en muchas culturas, pues se cree que así mantienen sus cualidades potenciadotas de la libido. Otros afrodisíacos funcionan por analogía, como las ostras en forma de vulva o el espárrago como símbolo fálico.

Como se sabe, los animales y los insectos emiten olores naturales que atraen hacia ellos a sus parejas del sexo opuesto. Los científicos llaman feromonas a las sustancias que producen tales olores. Para aquellos que encuentran muy complicado el trámite de buscar la comida adecuada, prepararla e ingerirla, tal vez les sea útil saber que el cuerpo impregna de aromas las prendas íntimas. Estos aromas sexuales pueden transformarse en poderosos afrodisíacos. El olor a transpiración, el aroma de los genitales y determinadas sustancias que emanan del cuerpo con características distintas, conforman un universo de olores que predisponen a la práctica del sexo igual que si se tratara del mejor afrodisíaco, la ventaja es que no tienen ningún tipo de contraindicaciones y que para su uso, todo depende del tipo de relación que se establezca en la pareja. Aunque, claro, si te preparan antes una buena cenita…

Que nadie se llame a engaño. Chicos, todo está en la cabecita. Hablando claro: no te vas a poner cachondillo por comer berberechos…El mayor afrodisíaco sexual somos nosotros mismos, y el descubrir y estimular lo que sentimos por otras personas que nos acompañan y dejarnos llevar por nuestro instinto, es la mejor manera de encender el deseo sexual. La imaginación de cada uno puede llevar a conseguir las metas propuestas mejor que cualquier otra cosa. BON APETIT!

Por último, un link para que preparéis cócteles afrodisíacos.

Y hasta aquí pescado vendido…Tras mucho buscar, he encontrado una rima (con 2005 era más fácil): que 2007 os traiga un buen pol…. (si??) Sed felices!!