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reflexiones a pilot rojo

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Seguirán metiéndose en nuestras vidas…

Y descendió de los cielos, miró al hombre y le dijo: no uses condón. Descendió de un avión privado, con unos zapatos ‘manolos’ de 6.000 euros y les dijo a los enfermos de sida del continente más pobre que siguiesen muriendo por la enfermedad porque su Dios así lo comunicó. Y los misioneros católicos, convertidos en herejes como en el siglo XVI, respondieron: no hay ningún problema. Que venga un cardenal de El Vaticano, que yo le dejo mi puesto.
Mientras, en tierras de Franquismo y nacional-catolicismo, las compañías teatrales llamadas cofradías apoyaban una campaña del Partido Conferencia Episcopal Española que manipulaba la realidad. Se seguía construyendo la pequeña dictadura injiriendo en las vidas de los demás. Continuaban imponiendo su dogma a la ciencia, su creencia al ciudadano y sus mentiras a la vía pública. Colocaban a un niño comparándolo con un lince para demostrar que los fetos tienen menos protección que ese animal. Comparaban a un niño de año y medio, cuya madre tendría los riñones partidos si lo parió así, con un lince europeo, que no es el supuesto protegido, sino que deberían haber puesto al lince ibérico de toda la vida.
Hablaban de derecho a la vida, de abortar como crimen… Irrumpen en la vida de una niña violada, en la madre de un feto que será incapaz en el futuro, o de la niña irresponsable que echó un clavo pero que, sin duda, no lo volverá a hacer con el Jonny y mucho menos sin condón en el baño de la Scorpia. Unos no serán creyentes, otros sí. Pero seguramente se pasen el catolicismo por el forro de los cojones si les dicen que son unos asesinos por abortar. Por decidir que no le da la gana tener ese niño, por no arruinarse la vida. Su vida. Mientras, y si no queda claro, siguen metiéndose en la de los demás. De la mía, que además de no ser creyente, no me caen en gracia.

Estos malditos fariseos, que se alargan la vida artificialmente todo lo que pueden en contra de la voluntad de Dios –esto no lo digo yo, lo dicen informes médicos que reveló el diario Público hace días-, que viven en posición de privilegio gracias a Franco y a los gobiernos posteriores, esta empresa privada, quiere dar a entender que los que defendemos el derecho al aborto vamos a obligar a todos a abortar. Que iremos casa por casa, sacaremos a las mujeres por los pelos y las llevaremos al clínico más cercano para que se abran de piernas o de tripa en contra de su voluntad. Precisamente eso es lo que se defiende al pedir que la despenalización se convierta en derecho. Que la democracia florezca, que se tenga la opción: quien quiera abortar con menos de 16 semanas de gestación, que lo haga; quien no lo vea así, no está obligado. Si un derecho está aprobado solo tiene dos vertientes: ejercerlo o no. Esa es una medida realmente democrática y no la que los portadores del lazo blanco quieren imponer.

Es evidente que los que defendemos el derecho al aborto no lo hacemos porque disfrutemos ejerciéndolo, porque gimamos de gozo cuando alguien toma la decisión, no. El aborto es doloroso para todos, es siempre la última opción y como tal, tiene que existir. Lo más triste de todo esto es que ya no solo se manipule, se mienta o se intente imponer, no. Lo peor es que las mentes cerradas, tras 25 años, son más ruidosas que nunca. Y que les demos cancha, y me incluyo, a debatir algo cerrado hace tanto tiempo para conseguir desviar el tema. No es reforma sí o no: es aborto sí o no.

Mientras, ese top-model que dicta y reina en tierras vaticanas, sigue luciéndose en la pasarela como justo indica la presunta palabra de Jesucristo: No a la ostentación de la riqueza, no a la desigualdad y libertad para todos los hombres. Parece que precisamente es solo la Iglesia la que puede llegar a tal opuesta interpretación.

Para ti, en pocas líneas: tertulianos (perdón por generalizar)

No he podido por menos. La otra mañana, mientras hacía ‘los oficios’ en mi humilde morada, os escuchaba ladrar contra aquellos que se oponen a la imposición del llamado Plan Bolonia. Vosotros, ‘conocedores’ de todos los campos del saber, que os da lo mismo ciencia, que economía, que política o sociedad, enseguida asegurasteis que era “una minoría” la parte de la Comunidad Universitaria la que se oponía al Plan Bolonia. Todos os dabais palmaditas en la espalda más anchos que largos en cierta emisora líder, poniendo a caer de un burro a aquel estudiante que se manifiesta y qué casualidad que siempre veis “radicales antisistema” en toda ‘manifa’ en la que se monta. Ya lo dijo uno de esos ‘violentos’: “¿No es acaso violencia imponer algo sin preguntar? ¿En contra de la voluntad de mucha parte de los estudiantes? ¿Echar a trabajadores sin obtener pérdidas?”. No será violencia física, pero es ética, del poderoso contra el que no puede, del autoritarismo contra la impotencia. Y la violencia genera violencia. Pero la que se ve es de los que no pueden más: estudiantes, obreros, indígenas… Y vosotros, tertulianos hijos del dinero y “del centro y la verdad”, os oponéis al humilde. Lo más triste es que muchos os creen. Mentirosos.

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