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La Peste Negra, también llamada peste bubónica o la gran plaga, fue una de las mayores catástrofes sanitarias de la historia. En Europa esta terrible epidemia acabó con la vida de millones de personas, llegándose a perder casi un tercio de la población del continente. Los datos sobre las personas fallecidas son dispares pero se calcula que pudieron morir afectadas en torno a 25 millones de personas solo en Europa.

Las epidemias de peste fueron frecuentes durante la Antigüedad pero nunca antes ni después se vio una plaga tan virulenta como la que apareció en el siglo XIV. En este periodo de la Edad Media se produjo un profundo cambio social en toda Europa debido a la convivencia de la gente con la muerte. Muchas personas vivían aterrorizadas y desde la Iglesia de decía que se trataba de un castigo divino. Lo cierto es que de la peste no se libraban ni justos ni pecadores e incluso llegó a afectar a altos cargos de la jerarquía eclesiástica.

¿Dónde surgió la peste negra?

La gran epidemia del siglo XIV pudo haber comenzado en Oriente, en algún lugar del norte de la India. El avance de las hordas mongolas que llegaron hasta Europa del Este pudo suponer el primer contacto de europeos con la Peste. Durante la invasión de la colonia genovesa de Kaffa, que fue asesiada por los mongoles, se dice que éstos lanzaban con sus catapultas los cadáveres infectados hacia la ciudad. No obstante el contagio no se produce por el contacto con cadáveres de personas afectadas.

Los refugiados de Kaffa, una vez infectados, extendieron la plaga por ciudades italianas como Messina, Venecia o Génova, a mediados del siglo XIV. Por lo tanto la peste negra llegó a Europa proveniente de Oriente y los comerciantes italianos la propagaron por todo el continente, afectando a Francia, España, Inglaterra, Alemania, países escandinavos y el noroeste de Rusia.

Las gentes de Europa buscaron un motivo para tal catástrofe y desconocedores de los virus de la época, pensaron que los judíos habían envenenado la fuentes por lo que fueron objeto de matanzas. También se persiguió a forasteros y leprosos y los enfermos fueron rápidamente asilados y repudiados.

Características de la Peste

La peste es una enfermedad que afecta a roedores y se propaga entre estos a través de las pulgas. Las ratas eran animales que campaban a sus anchas por las calles y casas de la Edad Media, debido a la falta de higiene y pobreza de la época. El contagio con los humanos se producía cuando estas pulgas saltaban a los seres humanos. Una vez contagiado el enfermo podía durar vivo entre uno y tres días y los médicos se veían impotentes puesto que no existía cura alguna.

Sin duda la falta de higiene fue uno de los motivos que propiciaron su rápida extensión. Una persona normal de la época, exceptuando claro está, a reyes, nobles o clero, solía bañarse entre dos o tres veces al año. Además las calles de las ciudades medievales eran auténticas letrinas donde los desperdicios, las heces y el orín corrían sin ningún control.

Esta enfermedad tiene dos variantes, por un lado está la Peste Bubónica, necesita para su contagio la picadura de la pulga y afecta a los nódulos linfáticos de las ingles y las axilas, que se hinchan hasta convertirse en dolorosos bubones (de ahí proviene el nombre de peste bubónica). La otra variante es mucho más mortífera, la llamada Peste Neumónica que tenía la capacidad de propagarse por el aire, con la consiguiente psicosis que esto provocó en la época.

En una gran pandemia como la que asoló Europa en el siglo XIV existen ambas; no obstante, la del tipo neumónica se expande más rápido, alcanzando extensos territorios, afecta a mayor número de personas y tiene una mortalidad más elevada. La neumonía con los conocimientos médicos de la época era letal.

El término peste negra fue acuñado en 1833 por médicos de la época. Se cree que se le dio este nombre porque un síntoma de la enfermedad, producida por la bacteria, hacía tornar la piel del enfermo en un color negro o púrpura hasta que las extremidades sufrían la gangrena.

Los relatos de la época hablan de barcos que llegaban a puerto con toda su tripulación muerta por motivo de la peste. También del destino de pueblos y ciudades que quedaban totalmente desiertos tras un brote que provocaba la huida de sus habitantes.

Zona roja, zonas más afectadas, zona verde menos afectadas.

Un caso excepcional fue el de Milán

La ciudad e Milán fue un caso curioso, la ciudad consiguió librarse casi totalmente de la epidemia. Aunque a día de hoy no existe una explicación clara, las hipótesis, hablan de una baja incidencia, debida a unas mejores condiciones higiénicas y redes de saneamiento con las que no contaban en otras ciudades.

Según algunos historiadores el motivo por el que Milán permaneció como una isla dentro del mar de horror y muerte fue la rápida respuesta de las autoridades ante los primeros casos. El Obispo de la ciudad mandó que se tapiaran las casas de los primeros afectados con enfermos, muertos y sanos dentro sin distinción.

La muerte afectaba a todos por igual

Siervos campesinos, obispos y reyes se encontraban entre las víctimas. Fueron numerosos los casos de obispos y cardenales afectados. También se vieron infectados personas de la alta nobleza. Juana , hija de Eduardo III que estaba de camino hacia castilla para casarse con el hijo del rey Alfonso XI, murió de la peste en Burdeos. En Castilla murió Alfonso XI y en Francia murió la esposa del rey Juana de Borgoña.

Las escenas tuvieron que ser desoladoras pueblos y campos abandonados, familias rotas, huérfanos, y todo ello, unido al hambre, las cosechas tenían que ser abandonadas entre otras cosas por falta de mano de obra. El silencio era la principal característica de este tiempo y los vivos apenas eran suficientes para enterar a los muertos.

Pesimismo y cambio en el pensamiento de la época

Una ola de pesimismo se extendió por toda Europa, sustituyendo al optimismo surgido durante el siglo XIII con el románico. La muerte estaba en el centro de todo y se plasmó en las representaciones artísticas. La gente pensaba que estaba sufriendo un castigo divino por lo que vivían atemorizados sabiendo que al día siguiente podían estar muertos.