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El vuelo de la gaviota

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Vuelcos

Prácticamente una semana después de que el hecho ocurriese, lo que sin duda haría perder la calificación de puramente informativo a este texto a la hora de teclear estas primeras líneas que lo componen. Pero las ausencias de las últimas semanas en esta columna, unidas a la trascendencia de los hechos en sí, me hacen escribir sobre esto. Amén de que me han dicho que escriba sobre lo que me dé la real gana. Que, en definitiva, es lo que vengo haciendo cada domingo. Y que se agradece.

El hecho en cuestión es doble. Como ya se puede imaginar el avispado lector de este rinconcillo cibernético, no es otro que las elecciones a los parlamentos autonómicos de las comunidades autónomas del País Vasco y de Galicia. Concretamente, a los resultados de dichas votaciones.

Y, ¿para qué negarlo? el arriba firmante se siente tremendamente satisfecho con esos resultados. Principalmente, por un motivo, que no es otro que la expulsión pacífica, debida al hartazgo ciudadano, del nacionalismo de las esferas de poder de ambas comunidades. Cierto es que con muy diferentes matices en cada uno de los casos, pero no lo es menos que relacionados en buena manera entre sí.

En Galicia el BNG -¿por qué demonios se empeñan en pronunciarlo [benegá], cuando la ‘G’ se pronuncia en español como [ge]?- sólo había llegado al poder hace cuatro años, los que ha permanecido en el mismo en coalición con los socialistas de Pérez Touriño. Simplemente diré que la población gallega ha demostrado su hartazgo con que sus dirigentes se preocupasen en idioteces tan banales como la erradicación del español de la vida diaria –sin conseguirlo, por fortuna- o en dilapidar ingentes sumas monetarias en inventos como las ‘galescolas’. Si me equivoco, que me corrijan. Pero coto de castigo al fin y a la postre. En mi opinión, justo. El señor Quintana tendrá que esperar otros cuatro años. Como mínimo.

Por el contrario, en el País Vasco la situación es más pintoresca. Lo que parecía –a ojos del PNV- que se había convertido en su corralito particular, se ha acabado. Y por fin la mayoría de la sociedad vasca se ha atrevido a manifestar su sentimiento con las papeletas. Hartos de que les mangoneasen, los constitucionalistas se han alzado con el triunfo. Y con las últimas noticias, bastaría con el pacto PP-PSE para garantizar la gobernabilidad de las tres provincias vascas. Lástima que no estén gente como Ordóñez, Buesa, Múgica, Blanco y tantos otros para verlo. Al menos desde la tierra. Que desde donde estén, no me cabe duda de que lo han visto.

¿Triunfo de la razón? Desde mi humilde perspectiva, sí. Porque el nacionalismo excluyente ha sido vencido. Y sólo con la fuerza del voto. Del pueblo. De la gente. Contra la cerrazón. Contra la inutilidad. Contra el desperdicio de lo necesario en aquello que era absolutamente accesorio y prescindible. Contra la sinrazón.

Hasta la próxima semana. Que las gaviotas ya se van a descansar.

2 comentarios:
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Anónimo dijo...
domingo, marzo 08, 2009 12:26:00 a. m.  

Desde luego estos resultados tendrían que hacer reflexionar a más de uno, que se den cuenta de que ya está bien de ocuparse de todo menos de lo que se tienen que ocupar. Será muy interesante ver cómo se resuelve el asunto en el País Vasco, se merecen un cambio con urgencia, pero ese cambio hay que saber aprovecharlo... y no hacer una chapuza (más).



Un saludo.

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Anónimo dijo...
lunes, marzo 09, 2009 6:57:00 p. m.  

http://www.directe.cat/imatges/vinyetes/directe111-1.jpg

Habrá que tomarselo con HUMOR amigo patino.

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