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Watchmen

No he leído el cómic (o novela gráfica, que dirían los puristas) de Alan Moore en el que se basa Watchmen. Muchos de estos lectores sostienen que es la mejor historieta jamás escrita y dibujada, pero yo me limitaré a criticar la transformación al celuloide que ha llevado a cabo Zack Snyder, uno de los realizadores más prometedores de la actualidad, tal y como demostró en 300, una película machista y homófoba donde las haya, pero dotada de una visceralidad única, y sobre todo en los diez primeros y brillantes minutos de Amanecer de los muertos, notable revisión del clásico de George A. Romero en cuyo arranque alcanzaba la grandeza de un cineasta inquieto que siempre apuesta por nuevas formas de expresión. Watchmen no se aparta demasiado de esta línea transgresora, y es que muchos decían que era la única novela gráfica que no se podía filmar. Excesiva, apasionada, irregular, en ocasiones confusa y atropellada, Watchmen no es una película para todos los gustos. Los que esperen acción a raudales y heroísmo de la vieja escuela difícilmente podrán entrar en el universo decadente que describen Moore y Snyder. Aún así su preciosista y ensimismada puesta en escena con constante uso de la cámara lenta y una perfecta conjugación con la música, en la que destacan temas de Bob Dylan, Leonard Cohen y Simmon and Garfunkel, mantendrá embelesados a una gran parte del público. El resto, el más exigente, podrá ver entre tanta parafernalia, un relato sombrío y de gran complejidad moral. Y es que ésta no es la historia de superhéroes que salvan a la humanidad con total abnegación, es la historia de superhéroes hartos de serlo, de otros que han perdido la fe al haber presenciado lo peor de la naturaleza humana, de otros que han perdido semejante condición y se preguntan si merecemos ser salvados.

Ambientada a los años 80, en unos Estados Unidos alternativos en los que los yanquis ganaron en Vietnam, Richard Nixon va por su quinta reelección como Presidente, la Guerra Fría se halla en el momento de mayor tensión y las calles se han convertido en un campo de batalla y de depravación, Watchmen está más cerca de la nueva saga de Batman, en especial de El Caballero Oscuro, que de cualquier cómic clásico como Superman o Spiderman. Las películas basadas en las viñetas de superhéroes han entrado en una nueva generación, donde el espectáculo pirotécnico y la épica han dejado paso a las dudas existencialistas y a la redefinición del héroe, desde su imagen virtuosa de protector de los amenazados y sostén moral de la humanidad a la de soporte siniestro y atormentado de todas las culpas y pecados del hombre. En ese sentido la escena en la que uno de estos "héroes", capaz de frenar una hipotética lluvia de misiles nucleares enviados desde la Unión Soviética, reflexiona desde Marte sobre la perfección del planeta rojo debido precisamente a su ausencia de vida resulta tan desquiciante y absurda como perturbadora. En Watchmen la pregunta que se hacen los héroes ya no es "¿cómo salvaremos a la humanidad?", sino "¿hay algo que salvar?".

Pero no todo es acertado en esta película cuya mejor baza son sus adultas intenciones, rematadas con un final, que si bien peca de explicito y discursivo, plantea un dilema moral de espeluznantes concomitancias con la realidad actual. Watchmen parece en todo momento una película mutilada por las ambiciones comerciales de productores que supeditan los supuestos intereses del público a la visión de un autor con una idea muy clara de lo que debe ser su obra. Debieron respetar las casi cuatro horas de duración que Snyder había previsto para Watchmen y que sí se incluirán en la versión que saldrá a la venta en DVD, y no las algo menos de tres horas que finalmente han salido a la luz en las pantallas de cine. Esto hace que la película parezca inconclusa, que los personajes, así como sus motivaciones, no cuenten con el desarrollo que merecían y que la acción avance a trompicones. Si a esto se añade un reparto insípido en el que sólo destaca Jackie Earle Haley, un actor extraordinario cuyo extraño físico le ha relegado siempre a papeles muy secundarios (recomiendo el visionado de Juegos Secretos, en la que interpreta a un pedófilo para ver una de las mejores y más subyugantes actuaciones de los últimos años), se percibe fácilmente que Watchmen es una película que esconde mucho más talento de lo que se atreve a mostrar.

Lo mejor: la puesta en escena, la selección musical, la osadía de Snyder, sus intenciones.
Lo peor: los resultados, con momentos brillantes, pero finalmente decepcionantes, casi todo el reparto, y sobre todo la cobardía de los productores.

Nota: 6,5

Esta semana recomiendo una de las películas más asfixiantes y dolorosas que se han hecho jamás. Dirigida por Alejandro González Iñárritu, director al que siempre se a acusado de torturar a sus personajes, de describir un mundo en el que sólo cabe el drama y la desesperación, se trata de la mejor película del conocido cineasta mejicano (muy superior a su más famosa obra, Amores perros, o a Babel, donde ya se observaba una cierta degradación de su peculiar estilo). Protagonizan, en las mejores interpretaciones de sus respectivas carreras, Sean Penn, Naomi Watts y Benicio del Toro. El guión es de Guillermo Arriaga, que la próxima semana estrena en España su debut en la dirección, Lejos de la tierra quemada.

21 gramos (2003)

Paul (Sean Penn) sufre una grave dolencia cardiaca. Necesita un corazón nuevo o morirá. Cristina (Naomi Watts) es una mujer felizmente casada y con dos hijos. Un conductor atropella a los tres por accidente y se da a la fuga. El conductor es un ex-presidiario (Benicio del Toro) que ha logrado su rehabilitación gracias a su fe religiosa. Paul recibe el corazón del marido de Cristina. Paul quiere conocer a la mujer del hombre que le ha salvado la vida. Cristina quiere vengarse del hombre que destrozó la suya.

21 gramos, título poético donde los haya, hace referencia a algo que la ciencia médica nunca ha sabido como explicar. Todos perdemos 21 gramos de peso al morir. Todos lo pierden en ese preciso instante e invariablemente es siempre la misma cantidad. Dicen que es el peso del alma. Con una de las estructuras narrativas más originales que recuerdo, a la altura de la revolución que supuso Memento, con constantes saltos hacia atrás y hacia delante en el tiempo, aparentemente de forma arbitraria, pero con una coherencia interna milagrosa, 21 gramos es una experiencia emocional que acompañará al espectador el resto de su vida, una reflexión brutal sobre la muerte, la redención y los caprichos del destino. No os la perdáis, os amarga el día, pero merece la pena.





Y por último os recomiendo un documental que vi el otro día en versión original subtitulada a través de Internet porque a pesar de haberse exhibido en Estados Unidos en el año 2007, está inédito en España y los más probable es que nunca vea la luz de forma legal en nuestro país. Hablo del último trabajo de Michael Moore, el hombre que revitalizó el género documental gracias a su genial disquisición sobre la fácil adquisición de las armas (allí los bancos no regalan televisores o una vajilla por abrir una cuenta bancaria, sino una escopeta o una pistola, y no es ninguna exageración) y la cultura del miedo, reinante en Estados Unidos en Bowling for Columbine, documental que además reveló que Charlton Heston era el tipo más rancio y fascista del mundo y que el cantante Marilyn Manson tras su imagen frívola esconde una persona razonable e inteligente. Después llegaría su alegato en contra de la política de Bush y más concretamente de su respuesta al 11-s en Farhenheit 9/11. En sus documentales además de su actitud beligerante que le convierten en uno de los últimos patriotas (palabra que detestó) de Estados Unidos, y es que algunos confunden sus críticas al sistema con la disidencia, demuestra que es un demagogo, pero un demagogo genial, capaz de manipular lícitamente la realidad con tal cumplir sus fines. En su nuevo trabajo lima algo su demagogia para criticar el sistema sanitario estadounidense.

Sicko

18.000 personas mueren al año en Estados Unidos al habersele negado la atención sanitaria. 50 millones de personas carecen de seguro médico. Especialmente curioso y dramático es el caso de un hombre que sufrió la amputación de dos de dos. No podía pagar el reimplante de los dos. Tuvo que elegir uno. Pero los 250 millones que sí tienen seguro no están en mejor situación. Michael Moore se entrevista con pacientes aquejados de graves enfermedades y asiste a su desamparo, a veces a su muerte. Viaja a Canadá, Inglaterra, Francia y finalmente Cuba para examinar sus sistemas sanitarios y desmantelar la opinión favorable que los americanos tienen de su propio sistema de vida para idealizar justificadamente a los odiados franceses y a los diabólicos cubanos (su dictadura no merece ningún elogio, pero sí su seguridad social en lo que a tratamiento médico se refiere). En Estados Unidos los pacientes que no pueden costearse su tratamiento son expulsados a la calle aunque su estado conlleve una muerte inminente, en Estados Unidos los que sí pueden pagar esa atención al tener seguro médico, siempre privado y es que allí no hay seguridad social, serán investigados por auténticos detectives médicos hasta el más nimio detalle para descubrir cualquiera de las causas preexistentes que les sirva para denegar el tratamiento. Pocas veces uno ve una película con un cabreo tan inmenso y es que asistir a semejante capitalización de la medicina resulta tan lejano a la mentalidad europea como incomprensible para cualquiera con una mínima sensibilidad. La excusa que esgrime el gobierno americano, las aseguradoras y la industria farmecéutica: la sanidad gratuita es una forma de comunismo. El gran reto de Obama no es acabar con la crisis económica, ni Irak, ni Guantánamo, es su sistema sanitario. La película está en youtube.

2 comentarios:
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Patino dijo...
domingo, marzo 08, 2009 12:22:00 a. m.  
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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Patino dijo...
domingo, marzo 08, 2009 12:23:00 a. m.  

No pinta demasiado mal 'Watchmen'. Con tus recomendaciones de la mano, quizá me acerque a verla.

La que ya tengo decidido que me contará entre sus espectadores va a ser 'Gran Torino', la nueva del maestro Eastwood. Una nueva de esas historias que a uno le hacen pensar, y de qué manera, unida a una (seguro) excepcional interpretación y dirección. ¿Cuál es tu opinión, Verdugo?

(por cierto, el comentario suprimido era mío, que me había olvidado de la última parte, y ha sido por ese motivo)

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