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Con la mochila a cuestas

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Tras haber recorrido la pasada semana Ávila, con sus piedras y murallas incluida, esta semana vamos a seguir sin salir de España, y la mochila la prepararemos para ir rumbo al norte, a visitar…

Oviedo

La ciudad que es capital de Asturias, y donde sus habitantes son conocidos como ‘carbayones’, por un motivo que ya tendremos tiempo de explicar más adelante, ya que será una de las paradas de nuestro recorrido por la que también se conoce en asturiano como Uviéu. Viene bien hacer esta distinción, ya que este vuestro guía os podría haber dicho de ir a Oviedo sin pisar necesariamente Asturias, ya que hay ciudades con este nombre en México –por partida doble, además-, Paraguay, República Dominicana y Estados Unidos. Casi nada.

Sus orígenes se sitúan en época de la Reconquista, cuando el rey Fruela la fundó sobre la colina que los romanos llamaban Ovetao. Esta época histórica tuvo una gran importancia, ya que desde que en 812 se descubriese la tumba del apóstol Santiago y Alfonso II, rey de Asturias que había trasladado la capital a Oviedo desde Cangas de Onís, fuese el primer peregrino, el Camino tendría una enorme importancia en el desarrollo de la ciudad. El avance de la Reconquista hizo que en el siglo X la capital cristiana se trasladase a León, pero gracias a los contactos que había con la corte del francés Carlomagno, los peregrinos seguían yendo a Compostela a través de la ciudad asturiana, lo que la mantuvo con una gran importancia. Incluso en la actualidad el Camino del Norte sigue teniendo paso obligado por Oviedo.

Al igual que en el caso de otras muchas ciudades españolas, un incendio fue clave en la historia ovetense, ya que en 1521 la ciudad quedó arrasada por el fuego, lo que permitió levantarla de nuevo con un trazado más modernizado y racional. Por entonces apenas 8.000 personas vivían dentro de las murallas de Oviedo, aunque poco a poco iba consiguiendo un mayor prestigio e importancia.

El siglo XIX fue clave para la ciudad, ya que en 1808 se sumó una semana después de Madrid a la lucha contra el francés, tras haber estado sometida durante un año. El comercio impulsaría en gran medida la ciudad, principalmente gracias a la privilegiada ubicación de la que goza, a medio camino entre las cuencas mineras asturianas y puertos como los de Gijón o Avilés. Especial importancia tenía la calle Uría, donde se encontraban una de cada tres tiendas de la ciudad.

Por esta época, con la llegada del ferrocarril, hubo necesidad de modernizar la urbe ovetense, para lo cual se planificó el ensanche. En la mencionada calle Uría se encontraba ‘El Carbayón’, un gran roble con unos seis siglos de antigüedad, que daba –y da- nombre a los habitantes de Oviedo, y que fue talado en 1879 para poder dar un trazado rectilíneo a esta arteria de la ciudad.

Dejando ya un poco de lado la historia, una vez llegados al principal siglo de Oviedo, como es el XIX –La Regenta de Clarín, si me permitís el apunte literario, está ambientada en Vetusta, que se dice que es el nombre que Leopoldo Alas le dio a la ciudad para su obra-, permitidme que os recomiende una serie de imprescindibles para visitar.

El primero de todos, sin duda alguna, es la catedral de la ciudad, que cuenta con muchísima historia a sus espaldas. En 1936 Oviedo fue la única ciudad de la fachada cantábrica que quedó en manos de los sublevados, y durante más de tres meses fue sitiada por milicianos y tropas republicanas. La torre de la Catedral, como podéis ver en la foto, quedó muy dañada por los impactos de los obuses y la metralla, aunque como también observaréis, en la actualidad ha quedado totalmente restaurada. Una visita que es prácticamente obligada.



Al igual que lo es el Teatro Campoamor, conocido a lo largo y ancho de la geografía por ser la sede donde se entregan cada año los premios Príncipe de Asturias. Actualmente, en su parte trasera, se encuentra un roble que sustituye al desaparecido ‘Carbayón’, así como a otro que se plantó en 1950, ‘El Carbayín’, y que apenas duró unos años.

En general, y para no extenderme en demasía, os diré que Oviedo es una ciudad en la que se pueden hacer muchas cosas. Se come bien –faltaba más, siendo Asturias- hay buena sidra, y buenos recorridos, tanto monumentales como nocturnos, que se ofrecen al visitante y que pueden haceros pasar un buen rato.

La semana que viene, ¿quién sabe dónde nos llevarán nuestros pasos?

Feliz semana.

¡Dentro vídeo carbayón!

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