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Tras unas merecidas vacaciones que vuestro guía turístico se ha tomado, eso sí, sin cesar en la búsqueda de lugares interesantes adonde mandaros, “Con la mochila a cuestas” se vuelve internacional, dando un salto y llegando al otro lado de los Pirineos. Esta semana, preparad las maletas, porque nos vamos a

MARSELLA

Ciudad de la Costa Azul, mítica -y glamourosa cual Parquesol- costa donde las haya, custodiada por –o custodiando al- el Mediterráneo, la ciudad que vio crecer a Zinedine Zidane, y que ya fue fundada por los griegos, abre sus puertas a todo aquel que quiera acercarse a visitarla.

Multitud de pequeñas calas (Les Calanques), montañas… podemos decir sin temor a equivocarnos que la segunda ciudad más importante de Francia es un paraíso natural, donde podemos elegir desde el Mediterráneo más natural a las montañas, con las sierras de L’Etoile y Garlaban. Todo combinado con 2600 años de historia, hacen de Marsella un lugar único donde pasar unos días. Además, la baja densidad de población de la zona hace de Marsella y de la zona de Aix-en-Provence un lugar muy tranquilo.

Ya he hecho referencia en otras ocasiones a libros que nos pueden retrotraer a ciudades, que pueden hacer que nos sintamos como si allí estuviésemos mientras pasamos sus páginas. Bien, en esta ocasión os recomiendo encarecidamente, aun robando un poquito de la sección de libros a María, que leáis para sentiros como marselleses El Conde de Montecristo. Incluso, si vais a Marsella, uno de los puntos recomendables de la visita es el islote de If, aunque el castillo que Alejandro Dumas allí coloca no es una cárcel terrible, sino una construcción datada en el siglo XVI.

La ciudad ha sabido conjugar la modernidad y la tremenda historia que tiene a sus espaldas, además de haberse sabido levantar de malas épocas como la Segunda Guerra Mundial, en la que sufrió importantes destrozos, o la crisis de los años 70, en que perdió cerca de 200000 habitantes. Os podéis dar una vuelta por el antiguo puerto griego, conocido como “Le Vieux-Port”, o pasear por el centro de la ciudad, donde el estilo colonial, y la arquitectura haussmaniana se hacen presentes en casi todos los edificios.

Una de las joyas de Marsella es su catedral, conocida como “La Major”, con restos medievales y un estilo verdaderamente pintoresco. Tampoco podéis dejar de visitar la imponente abadía de San Víctor, con aspecto de infranqueable fortaleza medieval. Por el centro de la ciudad, están las fuentes, pequeñas obras de arte, de entre las que cabe destacar las “fontaines” de “Cantini”, “Des Danaides” y “Fossati”.

Por cierto, que, a modo de curiosidad, si sois amantes de la música antigua podéis visitar las diversas iglesias que hay en Marsella y escuchar sus órganos, aunque, curiosamente, la Catedral no posee este instrumento.

Y, para disfrutar más del viaje, os recomiendo que lleguéis a Marsella en tren, puesto que la estación, la “Gare de Saint-Charles”, merece una visita y un vistazo para contemplar su arte.

Finalmente, recomendaros para pasear con tranquilidad, si bien el centro de la ciudad os atrapará con su encanto, los barrios históricos de la ciudad, conocidos como “vallons”. Entre ellos, el “Vallon du Marinier”, cercano al puerto, y los de “Riaux Bas” y “Riaux Haut”, cercanos al anterior.

Para que os vayáis un poco de juerga, os recomiendo, como en toda ciudad encarada al mar, la zona del puerto. Por toda la ciudad hay lugares en los que pasar una buena noche, así que también os dejo a vuestra elección el lugar al que preferís ir cuando ya ha caído el sol.

¿Dónde os mandaré la próxima semana? Quién sabe, se admiten apuestas. De momento, os dejo con un vídeo de Marsella, para que vayáis disfrutando antes de ir. Eso sí, os toca desplazaros al YouTube, cosas de los derechos de autor y demás asuntillos de ese tipo:

http://www.youtube.com/watch?v=7UwCpIL0rvI

¡Hasta la próxima, mochileros!