reflexiones a pilot rojo
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KARNY
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Reflexiones a Pilot Rojo
MIEDO AL CAMBIO
Es curioso cómo un momento placentero con las piernas estiradas sobre el sofá puede convertirse en un minuto de incomodidad. Porque, aun sabiendo que al ver Telemadrid puede suceder cualquier cosa dentro de esa pequeña caja dinámica, sorprende la respuesta del cuerpo ante un estímulo que no gusta, que duele, que alberga en él una mentira enorme. Una sinécdoque –que últimamente está de moda por nuestros lares- tras otra se hace dueña de la información que vierte el locutor –no me atrevo a llamarle periodista- en una arenga política contra lo que llama él la “ultraizquierda”.
El amigo José Antonio Oviés relató un batiburrillo de datos para iniciar la mezcolanza en el puchero última moda que se usa en la cadena pública de la región madrileña. Somos libres, somos norteamericanos, pensaría el presentador de 7 Días en un momento de orgasmo mental. Porque aquellos que atacaron la comisaría de policía en Madrid en protesta por el asesinato en Grecia de un chaval de 15 años a cargo de ese cuerpo, eran unos “ultraviolentos, que hacen de la violencia su forma de vida, son terroristas callejeros, los que utilizan la misma técnica que los radicales vascos”, son antisistema en un país como Dios manda, son…la “ultraizquierda”, a boca llena para más señas. Confundir al espectador es el principal cometido de este mal ejemplo de comunicador.
Los que atacaron la comisaría de policía suponen un 0,001 % de las personas que defienden avanzar hasta un sistema radicalmente distinto. Pero los antisistema son violentos. De hecho, Julio Anguita o el francés Besancerot salen cada noche a romper papeleras y atracar supermercados.
También escucho en tertulias: hay un gran riesgo de que las protestas en el país heleno se extiendan por toda Europa. Pero riesgo, ¿para quién? ¿Para tus negocios de acciones? ¿Es miedo a algo? Me hace gracia que hablen de grupos residuales, de grupúsculos, pero a la hora de la verdad aparezca el mal olor en uno de sus orificios.
Es la conocida estrategia política “amarrar lo nuestro”, que lejos de profundizar en la cultura de la España popular y tradicional, consiste en mentir, mentir y mentir para, aun con millones de parados y un colapso generalizado en todos los campos económicos, seguir cogiendo fuerte al sistema capitalista, que es lo que interesa. Esto es por si acaso, porque en la prensa son solo grupúsculos.
El caso es que más tarde tuve la suerte de ver un reportaje sobre personas que sí hacen obras de caridad, que sí ayudan para cambiar el mundo, que son las buenas. -¿Ves hijo? ¿Ves como no hace falta quemar contenedores para arreglar el mundo?- Aun rechazando de pleno la imbecilidad de los que rompen mobiliario, prefiero tenerlos más lejos que esos ‘ayudantes’ del mundo por interés. Estos ‘pseudoartistillas’ surgidos en los últimos tiempos que se ponen el antifaz de bonachones, que los entrevistan en el Hora 25 Global para cargar contra la izquierda social y política y que luchan contra sus injustos conflictos internacionales y la piratería. Aquellos que se mezclan en Miami con los contrarrevolucionarios cubanos, que viven en el lujo y la ostentación y tienen la puta cara de salir pidiendo el apadrinamiento de un niño de Nicaragua. Esos que se preocupan mucho por los demás, que hacen conciertos contra las FARC-EP en apoyo al Gobierno de Colombia mientras éste, a pocos kilómetros, no hace más que cargarse a obreros y sindicalistas. Y ellos lo saben. Sin embargo, esa gentuza –que no tiene que dar ejemplo a nadie- son los realmente comprometidos. Los que lo pasan mal, salen a la calle y piden el cambio, lo hacen por capricho.
Todo esto se debe a una estrategia política en la que está metida tanto Esperanza Aguirre como los valedores del presidente del Gobierno. Es algo que preocupa, hasta el punto que aquellos que piden el olvido para unas cosas, luchan incansablemente contra la herencia de mayo del 68. Su enfermedad nos hará libres.
El hombre es Cayo
Cayo Lara, otro antisistema terrorista ultraizquierdista borroka comunista… ha sido elegido coordinador general de Izquierda Unida. El hombre del Partido Comunista de España es la única alternativa al excepcional bajón de IU, que se encuentra entre dos tierras entre la UCI y el hoyo. La esperanza de un programa político sólido, fuerte, honesto, de ideas, está vivo. Hace ya varios años que la política terminó en España y a los que nos gusta, la echamos en falta.
Si el trabajo se convierte en realidad, si se reconoce de nuevo al PSOE como adversario político principal, si el discurso es realmente duro, si se pregona al obrero que el socialismo ficticio se ríe de su situación, será cuando Izquierda Unida resurja de sus cenizas. Mientras, Cayo deberá trabajar desde el limbo. La esperanza es lo último que se pierde.
Es curioso cómo un momento placentero con las piernas estiradas sobre el sofá puede convertirse en un minuto de incomodidad. Porque, aun sabiendo que al ver Telemadrid puede suceder cualquier cosa dentro de esa pequeña caja dinámica, sorprende la respuesta del cuerpo ante un estímulo que no gusta, que duele, que alberga en él una mentira enorme. Una sinécdoque –que últimamente está de moda por nuestros lares- tras otra se hace dueña de la información que vierte el locutor –no me atrevo a llamarle periodista- en una arenga política contra lo que llama él la “ultraizquierda”.
El amigo José Antonio Oviés relató un batiburrillo de datos para iniciar la mezcolanza en el puchero última moda que se usa en la cadena pública de la región madrileña. Somos libres, somos norteamericanos, pensaría el presentador de 7 Días en un momento de orgasmo mental. Porque aquellos que atacaron la comisaría de policía en Madrid en protesta por el asesinato en Grecia de un chaval de 15 años a cargo de ese cuerpo, eran unos “ultraviolentos, que hacen de la violencia su forma de vida, son terroristas callejeros, los que utilizan la misma técnica que los radicales vascos”, son antisistema en un país como Dios manda, son…la “ultraizquierda”, a boca llena para más señas. Confundir al espectador es el principal cometido de este mal ejemplo de comunicador.
Los que atacaron la comisaría de policía suponen un 0,001 % de las personas que defienden avanzar hasta un sistema radicalmente distinto. Pero los antisistema son violentos. De hecho, Julio Anguita o el francés Besancerot salen cada noche a romper papeleras y atracar supermercados.
También escucho en tertulias: hay un gran riesgo de que las protestas en el país heleno se extiendan por toda Europa. Pero riesgo, ¿para quién? ¿Para tus negocios de acciones? ¿Es miedo a algo? Me hace gracia que hablen de grupos residuales, de grupúsculos, pero a la hora de la verdad aparezca el mal olor en uno de sus orificios.
Es la conocida estrategia política “amarrar lo nuestro”, que lejos de profundizar en la cultura de la España popular y tradicional, consiste en mentir, mentir y mentir para, aun con millones de parados y un colapso generalizado en todos los campos económicos, seguir cogiendo fuerte al sistema capitalista, que es lo que interesa. Esto es por si acaso, porque en la prensa son solo grupúsculos.
El caso es que más tarde tuve la suerte de ver un reportaje sobre personas que sí hacen obras de caridad, que sí ayudan para cambiar el mundo, que son las buenas. -¿Ves hijo? ¿Ves como no hace falta quemar contenedores para arreglar el mundo?- Aun rechazando de pleno la imbecilidad de los que rompen mobiliario, prefiero tenerlos más lejos que esos ‘ayudantes’ del mundo por interés. Estos ‘pseudoartistillas’ surgidos en los últimos tiempos que se ponen el antifaz de bonachones, que los entrevistan en el Hora 25 Global para cargar contra la izquierda social y política y que luchan contra sus injustos conflictos internacionales y la piratería. Aquellos que se mezclan en Miami con los contrarrevolucionarios cubanos, que viven en el lujo y la ostentación y tienen la puta cara de salir pidiendo el apadrinamiento de un niño de Nicaragua. Esos que se preocupan mucho por los demás, que hacen conciertos contra las FARC-EP en apoyo al Gobierno de Colombia mientras éste, a pocos kilómetros, no hace más que cargarse a obreros y sindicalistas. Y ellos lo saben. Sin embargo, esa gentuza –que no tiene que dar ejemplo a nadie- son los realmente comprometidos. Los que lo pasan mal, salen a la calle y piden el cambio, lo hacen por capricho.
Todo esto se debe a una estrategia política en la que está metida tanto Esperanza Aguirre como los valedores del presidente del Gobierno. Es algo que preocupa, hasta el punto que aquellos que piden el olvido para unas cosas, luchan incansablemente contra la herencia de mayo del 68. Su enfermedad nos hará libres.
El hombre es Cayo
Cayo Lara, otro antisistema terrorista ultraizquierdista borroka comunista… ha sido elegido coordinador general de Izquierda Unida. El hombre del Partido Comunista de España es la única alternativa al excepcional bajón de IU, que se encuentra entre dos tierras entre la UCI y el hoyo. La esperanza de un programa político sólido, fuerte, honesto, de ideas, está vivo. Hace ya varios años que la política terminó en España y a los que nos gusta, la echamos en falta.
Si el trabajo se convierte en realidad, si se reconoce de nuevo al PSOE como adversario político principal, si el discurso es realmente duro, si se pregona al obrero que el socialismo ficticio se ríe de su situación, será cuando Izquierda Unida resurja de sus cenizas. Mientras, Cayo deberá trabajar desde el limbo. La esperanza es lo último que se pierde.
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martes, diciembre 16, 2008 1:12:00 p. m.
Ciertamente, en caso de que haya calificado a esa gente como "ultraviolentos" ha cometido, al menos, un error de bulto: la pasmosa facilidad que hay en la actualidad para añadir prefijos a todo lo que se mueve. En fin...
No te olvides, que además de Miami, ahora está de moda mandar el sueldo a Liechtenstein. Por aquello de evitar al fisco, ya sabes.
A ver qué tal resulta Lara en IU. Quizá hasta vuelva a ser el partido que en 1996 ¿alcanzó? ¿superó? -no lo recuerdo bien- los 20 escaños. No estaría mal.
Buen trabajo, Karny.
martes, diciembre 16, 2008 8:34:00 p. m.
21 diputados, Patino, 21. Y más de dos millones de votos. "Programa, programa, programa", que decía El Califa. Los famosos años de 'la pinza', aunque yo más bien lo diría como de "el enemigo común", puesto que de lo que se trataba era de desgastar a un Gobierno corroído y corrompido a fuerza de estar más de una década en la poltrona y haber hecho de España su cortijo. En aquellos años hasta me compraba 'El Mundo', fíjate qué cosas...
No sé lo que hará Cayo Lara, cuyo nombre, por cierto, me recuerda a Delibes, por la novela (también llevada al cine) 'El disputado voto del señor Cayo', que aquí hasta viene al uso y todo. Pero quisiera que el escaño que ocupa Llamazares dejara de ser el diputado número 170 del PSOE. El PSOE actual no me parece ni de lejos el de 1996, y creo que no sólo ha sido listo para lavar su imagen, sino también para morder cada vez más electores a la izquierda, arrinconando a la fuerza política que tradicionalmente ha captado ese voto. La ley electoral ha hecho el resto.
Al mismo tiempo, me parece bien que IU se acerque a sectores 'ecosocialistas' e incluso de algún corte más o menos nacionalista (que no todo va a ser citar a Trotski y cantar 'A las barricadas'), pero sin perder el norte, que no debe ser otro que la lucha por la clase trabajadora. No estamos en el siglo XIX y no se trata de destrozar máquinas, pero sí de condenar y perseguir todas las formas modernas de esclavitud que existen en la sociedad del bienestar.
De lo del chaval de 15 años asesinado, se trata de un hecho condenable a todos los niveles, y que, parece ser, ha destapado el descontento de la sociedad griega en otras muchas cuestiones. Ahora bien, me fastidia que siempre que ocurre algo así salgan los aprovechados que parece ser que sólo saben o sólo quieren vivir a base de destrozar lo que no es suyo, de molestar, de querer imponer una supuesta anarquía que ni ellos mismos se creen porque para llevar su 'filosofía de vida' necesitan ese mismo dinero del que dicen renegar. También pienso que para defender unas ideas no hace falta vestirse de forma andrajosa ni pedir en las esquinas tocando (mal) una flauta con un perro al lado. Si se quiere cambiar el sistema, la mejor forma, a mi juicio, es formando parte de él.
Saludos, Karny. Buen artículo, como siempre.
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