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Con la mochila a cuestas

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Tras la, espero, apasionante visita de la pasada semana a la capital del pescaíto frito y del vino dulce, en esta ocasión el destino que nos espera es bastante cercano a la misma. Que con eso de la crisis que dicen que hay, habrá que desgastar las zapatilla sólo lo justo. Prepárense a disfrutar, queridos mochileros, que hoy nos vamos a…

CÓRDOBA

Junto con Toledo, otra de las ciudades de las tres culturas que tenemos en España. Y es que podemos afirmar, sin demasiado temor a equivocarnos que Córdoba no sería, ni de lejos, lo mismo sin la herencia que ha permanecido en ella por parte de las culturas judía, musulmana y cristiana. Pero no sólo de ellos, sino que Córdoba conserva también en sus genes herencia fenicia, griega y romana, entre otras culturas que poblaron la mítica Corduba. Una mezcla única que tiene como resultado una ciudad igualmente única.

Nada más llegar a Córdoba os encontraréis con el Guadalquivir, que recibe a los visitantes siempre vigilante. Sobre él, numerosos puentes, del que os recomiendo el romano. Un ejemplar de gran antigüedad, y magníficamente conservado tras una reciente restauración que le ha devuelto todo su esplendor. Pero, para disfrutar en condiciones del río, un paseo por la Ronda de los Mártires es la mejor opción.

Una vez hayáis visitado el puente romano, os encontraréis frente a vosotros con lo que podrían parecer los restos de una muralla. No lo son, ya que es una puerta que conmemora un regalo hecho a la ciudad por Felipe II. Junto a ella, el monumento al Arcángel Gabriel, patrón de la ciudad, y uno de los lugares en los que más visitantes podéis encontrar. Básicamente, porque enfrente os encontraréis de bruces con la auténtica joya de la ciudad. La Aljama. La Mezquita. La Catedral. Como queráis llamarla, que responde a los tres nombres.



Sinceramente, la entrada es cara. Pero merece la pena, y mucho. Primero, por el inigualable entorno que supone el patio de los Naranjos (también podéis ver en las paredes algunas antiguas vigas de la época califal que se han retirado del edificio, auténticas obras de arte en madera). Tras ello, el propio edificio. Cientos, miles, innumerables arcos que se superponen entre sí. Una vista verdaderamente inigualable. Y, a la entrada, un testimonio de que ese terreno ha estado ocupado desde tiempos inmemoriales, con los restos de un mosaico romano que se pueden observar. Más allá de lo arquitectónico, os recomiendo que os paséis por el Museo Catedralicio, donde hay algunas joyas inigualables. Entre otras, una custodia de plata, elaborada por Enrique de Arfe, difícilmente calificable de otra forma que no sea sino espectacular.

Tras la visita a la Mezquita, os recomendaría perderos por las estrechas y recogidas calles del casco histórico de la ciudad, conocido como el barrio de la Judería. Probablemente, Córdoba sea la única ciudad en que los bordillos de algunas calles son de mármol negro. Un detalle de elegancia más. No puedo deciros un lugar concreto de la Judería para visitar, porque sería tremendamente injusto con el resto de la misma. Y no se lo merece. Un solo detalle: a ver si encontráis la calleja de las Flores. Ya me diréis qué os parece.

Para comer, que con la visita a la Mezquita habréis abierto apetito, cualquiera de los restaurantes de la zona histórica. Es más, una de las pocas veces en que os voy a recomendar menú será esta. Tapas. Tapas. Más tapas. Prácticamente todos los restaurantes ofrecen tablas en las que hay 6, 8, 9 o incluso más. No dejéis de probar el salmorejo, una especie de gazpacho que se come untando pan en él. Una experiencia para vuestro paladar. Para regarlo, un buen vino de Montilla – Moriles, algunas de cuyas bodegas se pueden visitar por la ciudad.

Tras la comida, proseguid con la visita, que seguro que no os ha dado tiempo a acabar de visitar la Judería. Aunque también debo recomendaros que os aproximéis a los Reales Alcázares. Simplemente impresionantes por fuera, esta fortaleza, que en otro tiempo fue usada incluso como prisión, os dejará boquiabiertos al entrar en ella. Unos jardines también espectaculares, y un edificio que no merece menor calificación. Eso sí, bajad a ver las partes que se conservan como en su época, que han sido restauradas muy básicamente, y que merece la pena para ver cómo nuestros antepasados sabían construir, mucho y bien.

Una vez hayáis acabado, donde el viento os lleve. Que Córdoba os espera.

Espero que disfrutéis de la visita. Que, al menos cuando un servidor la visitó, la ciudad cortubí deja embrujado a quien comparte con ella un rato de su vida.

Preparad las mochilas, que la semana que viene nos iremos a… ¿quién sabe dónde iremos?

Un saludo, queridos mochileros.

Ah, que la ciudad Patrimonio de la Humanidad no se nos podía quedar coja. ¡Dentro vídeo!


1 comentarios:
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Antonio dijo...
sábado, diciembre 13, 2008 12:59:00 a. m.  

Córdoba es una de las muchas asignaturas pendientes que tengo en Andalucía. Debe ser una ciudad realmente fascinante. Este artículo es una buena guía de bolsillo (casi que puede imprimirse y llevarse literalmente en el bolsillo, jeje) para llevar consigo en el momento de por fin conocerla. Claro que, aparte de todos los lugares que has mencionado, yo tendría un par más para ver: varias heladerías fundadas en las primeras décadas del siglo XX por gente de Ibi que se estableció en Córdoba, y que a día de hoy siguen regentadas por las mismas familias.

Como siempre, fantástica guía de viaje, Patino. Un cordial saludo.

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