feedburner

Recibe las actualizaciones de DIARIO DE PERIODISMO

El vuelo de la gaviota

Etiquetas:

Premio a la sabiduría

Recibía el pasado martes una de las noticias más gratas que recuerdo en los últimos tiempos acerca de concesiones de premios, sin que tengan que ver con cine, música o espectáculos de la farándula diversos.

No, no me han dado ningún premio. Y menos, como reza el título que hay en la parte superior, a la sabiduría. De eso, poco hay aún. Aunque no es plan ponernos a divagar sobre la materia en estas líneas dominicales, que van dirigidas a otra persona que sí ha recibido ese premio y sí que acumula dosis ingentes de sabiduría.

Me refiero al ganador de la última edición del Premio Nacional de Periodismo ‘Miguel Delibes’, quien no es otro que Antonio Álamo, profesor de este que os habla en dos de las asignaturas de las que he cursado con el fin de algún día poder llegar a ser periodista.

A lo largo de los años que llevo por el mundo me he encontrado con mucha gente. Un cierto número de esa gente podría encuadrarse en una agrupación de sabios –también mujeres, pero no voy a ser tan cetrino como los políticamente correctos defensores de la desigualdad de nuestros días, y usaré el género neutro, tal como se ha hecho desde tiempos inmemoriales en el idioma español-, y Antonio es uno de ellos. Sin desmerecer a nadie, probablemente sea de los que están en el grupo de cabeza.

El premio se lo han dado por su defensa de la corrección en el uso del idioma que hace que todos nos podamos entender sin problemas. Algo que, doy fe, hace. Y muy bien, por cierto. Pero ese componente de ser capaz de transmitir y enseñar qué es esta santa profesión –como bien dice otro que bien podría pertenecer a la agrupación, por su experiencia y años delante de los micrófonos, José Mª García- más allá de la propia sabiduría, es lo que hace al nuevo premio Delibes alguien inigualable como profesor, añadiéndolo a que ya lo es como persona.

Por Dios, que nadie trate de establecer juicios evaluativos o comparativos, que si casi siempre sobran, no iba a ser menos en esta ocasión. Sobran. No estoy diciendo que el resto de compañeros de profesión de Antonio en la Facultad, es decir, el resto de nuestros profesores, no sean buenos. En absoluto. Básicamente, porque mentiría al decirlo, sobre personas como los doctores Almuiña o Pelaz, o tantísimos otros. Que no voy a mencionar aquí para evitar que esta parrafada dominical se asemeje a un suplemento de la guía telefónica.

Una cosa hay que remarcar. Que el premio que le han dado a Antonio es por una apasionada defensa del idioma. Pero que también lo es por una, no menos apasionada, defensa de sus pasiones (verbigracia). Al menos, de dos de ellas, como son la música norteamericana de los años sesenta y la armónica. Y que alguien sea capaz de defender, con tal punto de elegancia, sus pasiones junto con el idioma, es algo que bien merece un premio.

Enhorabuena, Antonio. Te lo mereces.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Tr3s Son Multitud. La serie por capítulos