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MORIR RIENDO

El ex dictador chileno Augusto Pinochet Ugarte ha muerto a sus 91 años de edad en el Hospital Militar de Santiago de Chile tras sufrir la semana pasada un infarto de miocardio y un edema pulmonar. Y muere, como se estaba viendo venir, riéndose prácticamente del mundo entero.
El señor tiene a sus espaldas una brillantísima carrera criminal la cual comenzó con el Golpe de Estado del 11 de Septiembre de 1973 en el que derrocó el régimen democrático que presidía Salvador Allende. Entre listas negras e investigaciones, el pieza chileno consiguió apuntarse en su haber más de tres mil víctimas de las cuales más de un millar son detenidos desaparecidos. Luego faltan los miles de encarcelados y torturados que el ex Jefe del Ejército tenía guardaditos para entretenerse en su tiempo de ocio. En el de trabajo, se dedicaba a imponer sus ideas militaristas y neoliberales dirigidas por los Estados Unidos de América. Estos últimos, como no, apoyaron el golpe con la CIA como directora seguramente seducidos porque Pinochet daba el Golpe para “liberar al país del yugo del marxismo”, un yugo que solo veían él, sus fieles soldaditos y por supuesto, el gigante norteamericano.
Así el artista destrozó una democracia que aunque no fuese muy bien era legítima, se autoproclamó Jefe Supremo de la Nación y poco después Presidente de la República, que más que república era el sistema conocido como “fascismo en salsa americana”, como los calamares.
Cerca de trescientos mil exiliados observaban desde fuera cómo su tierra se sumergía en las aguas del terror pinochetista, cómo el país más poderoso del mundo lo apoyaba y cómo una vez más las ideas democráticas con las cuales habían conseguido llegar al poder se desvanecían en un infierno extremadamente capitalista: mientras la oligarquía empresarial se enriquecía, las clases medias y bajas disminuían cada vez más su poder adquisitivo y pasaban de vivir a subsistir.
Hasta 1990 se mantuvo en el poder arropado por una “DesConstitución” que le daba al viejo todos los poderes, hasta que el pueblo, en unas elecciones a candidato único(imaginad quien era el aspirante) dijo basta, dando la “bienvenida” a una democracia totalmente tutelada. El dictador se convirtió en ex dictador, pero siguió ocupando el puesto de Jefe del Ejército hasta que en 1998 se jubiló recibiendo el cargo de Senador Vitalicio, con el cual se sentía arropado al tener la inmunidad para ser juzgado ya que se trataba de un ex gobernante.
Llegó entonces la justicia española y olvidándose de lo que tenía en casa decidió juzgarle, y así el juez Baltasar Garzón le dio unas cuantas vueltas para acabar con su inmunidad legal. No consiguió nada debido a las múltiples alegaciones de la defensa del violador de Derechos Humanos, que no hacía más que mostrar imágenes e informes en los que aparecía la mala salud del pobre viejete.
Cientos de personas daban trabajo a la justicia chilena a base de querellas contra el ex dictador, además de observarse las múltiples ganas de algunos por juzgarle en Chile y hacerle pagar por las atrocidades que el fistro había cometido. Pero como Garzón, nada de nada. Pinochet estaba demasiado viejo y enfermo como para ser juzgado, a la vez que se le descubrían más delitos por evasión de impuestos y más fosas comunes.Ya estaba claro. Su vejez iba a basarse en la continua carcajada que le producía el ver a todos como locos condenándolo a todo y por todo y él en su casa pasando agradables tardes de café charlando con su esposa y amigos. Por lo cual, la muerte de Pinochet ha dejado un sabor agridulce en sus retractores, pues no lo han visto pagando por sus crímenes. Aun así, la fiesta ya ha empezado en Chile y el champán es testigo de ello.