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La Resistencia de Numancia.


Las ruinas de Numancia se encuentran situadas a muy pocos kilómetros de Soria. Numancia fue la ciudad más importante de la tribu celtíbera de los arévacos. Se llama celtíberos a una serie de pueblos que habitaron en la meseta norte tirando hacia levante, en torno a los valles del Jalón y del Jiloca, margen derecha del Ebro y cuenca alta del Duero. Cinco son las tribus celtíberas más famosas belos, titos, lusones, arévacos y pelendones, agrupados todos en una especie de confederación gracias a la cual de vez en cuando lograban dejar de hacerse la guerra entre sí para hacérsela a terceros.

Numancia en principio no era más que otra de las varias ciudades celtíberas, pero al ser la más importante de las urbes del más importante de estos pueblos, y también una de las pocas que no se rindió a la fuerza y poder de las legiones romanas, se convirtió en un mito, en el principal escollo que los romanos tenían que superar para pacificar la zona.

Los romanos llegaron a la península Ibérica con el propósito de echar a los cartagineses, que estaban anteriormente asentados en la costa sur, explotando a los indígenas, y extrayendo plata de las minas de Cartagena. Tras las guerras púnicas que enfrentaron a romanos y cartagineses, entre los años 264 a .C y 146 a .C, los romanos empezaron a ocupar militarmente la península.

Pero aún existían tribus que no estaban sometidas en el norte de la Península, este era el caso de los arévacos de Numancia. Su conquista se produjo dentro de las denominadas guerras celtíberas, que enfrentaron a estos pueblos de la Península Ibérica contra la todopoderosa Roma.

La destrucción de la ciudad celtibérica de constituye uno de los episodios más importantes de la conquista romana de la Península Ibérica. El período final del asedio y toma de Numancia, se desarrolló a partir del año 134 a. C., cuando se encargo al general romano Publio Escipión, destructor de Cartago, que se pusiese al mando de las tropas romanas en Hispania.

Años antes otros generales romanos como el cónsul Popilio Lenas o Quinto Pompeyo habían fracaso en su intento de derrotar a los numantinos. El ejército con el que se encontró Escipión en Hispania estaba desorganizado y desentrenado, por lo que en principio impuso una férrea disciplina a su ejército. En este sentido, tal como nos transmiten las fuentes literarias antiguas, la primera medida que impuso este general romano fue la expulsión de todos los mercaderes, prostitutas, adivinos y magos que acompañaban al ejército romano.

En cuanto a lo militar Escipión decidió en primer lugar derrotar a los pueblos vecinos y aliados de Numancia para que no pudieran auxiliarla. No se dirigió directamente contra Numancia, sino contra el territorio cercano de los vacceos. Una vez devastado este territorio e impedido el posible auxilio de los numantinos, Escipión decidió empezar el sitio de Numancia, estableciendo en principio dos campamentos que luego se ampliarián a siete, en los que instaló a sus tropas. También decidió cerrar el río Duero, único punto de contacto de la ciudad con el exterior, lo que perjudicó en gran medida la resistencia de los numantinos.

El asedio de la ciudad celtibérica de Numancia que se pensó por parte de Roma que no dudaría mucho se prolongó en el tiempo. Los numantinos se encontraban claramente en inferioridad. Las legiones romanas sumaban 25.000 hombres mientras que la población de Numancia se encontraba entre 8000 y 10.000 habitantes.

Durante el duro asedio los numantinos pidieron desesperadamente ayuda a sus vecinos pero no tuvieron éxito en sus negociaciones. Después de sufrir el hambre y los continuos ataques romanos durante ocho meses la ciudad se rindió.

Uno de los aspectos que elevan este acontecimiento histórico a la categoría de mito es el hecho de que algunos de los habitantes de Numancia prefirieron quitarse la vida antes que rendirse a sus enemigos romanos y ser esclavizados. Durante toda la historia el legado de Numanica ha fascinado a historiadores sorprendidos por la férrea resistencia de este pueblo sobre las legiones romanas, con unos escasos medios y posibilidades. El historiador Floro considera que aunque Numancia era inferior respecto a su poderío en relación con ciudades como Cartago, Capua o Corintio, era equiparable a ellas por su fama y valor, ya que con escasos medios resistió sola, durante once años ante un importante ejército enviado por Roma.

La destrucción de Numancia terminó con las guerras celtibéricas, que habían supuesto unos enormes gastos para el Estado romano



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