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El vuelo de la gaviota

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¿Y cómo titulo yo esto?


La verdad es que llevo un rato dándole vueltas al teclado sin saber qué título colocarle a esta nueva parrafada dominical. Es más, a la hora de teclear estas primeras palabras me temo que aún no sé qué decir ni de qué tratar en ella. Bueno, miento. De qué tratar sí que lo sé.

No es un ejercicio de limpieza de conciencia, ni mucho menos. Gracias a Dios, considero que mi particular Pepito Grillo recibe su ducha diaria, con lo que está bastante adecuadamente aseado. Tampoco es una justificación. Quizá esa tenga que darla por la posible incomprensión que suscite la postura que expresaré a lo largo de las siguientes líneas. De antemano pediré disculpas por ello y por la posible inconexión que se pueda dar entre ideas, dado que el artículo va a ir tal cual salga de los dedos del arriba firmante. Por tanto, vamos a dejarlo en una especie de lo que los hijos de la Gran Bretaña llaman ‘disclaimer’. O como quiera que lo llamen. Ellos o quien sea.

La cuestión es que la bombilla para darle a la tecla se me ha encendido escuchando una canción determinada. Histórica, muy histórica. Y me ha hecho pensar en la historia de este terruño que hoy nos cobija a los 45 millones y pico que somos. No me ha sido necesario, ni mucho menos, remontarme a siglos atrás. Con quedarme en el último, me ha bastado.

Y dándole a las neuronas, he llegado a una conclusión. En España hemos sido tremendamente brutos. Desde siempre. Desde que Goya nos dibujó enterrados hasta los corvejones y con sendos garrotes. Desde que parece que le cogimos gusto a enfrentarnos en guerras civiles –recordemos, tres en el siglo XIX y la mayor de ellas, la que muchos llaman ‘guerra incivil’ en 1936-. Desde que aquí no se perdona la menor.

Qué buena definición la de guerra incivil. Ciertamente. Recuerdo a Ortega –por lo que me han contado, que no soy un octogenario, como bien sabéis la mayoría- diciendo que la II República no era “esto”. Aquello no lo era. Y, mucho me temo, sigue sin serlo. Si la bandera tricolor hubiese sido tendida antes para que todos se agrupasen en torno a ella, es posible que todo hubiese cambiado. Si se tendiese hoy para que muchos se acercasen a ella, es probable que la concepción que se tiene del republicanismo en este país fuese distinta. Correcta, en muchos casos. Porque, si en algo puedo estar en desacuerdo, es en que el republicanismo es exclusivo de la izquierda. Eso es pensar con cualquier parte de cuerpo diferente al cerebro. Aunque algunos segmentos de población, grupos o como quiera que se diga parezcan empeñados en darle a la idea.

Igual pasa –que no se me pasa a mí- con la derecha. Que se puede ser de derechas, y no tenerle fobia a un sistema de gobierno diferente al existente hoy en día. Pero, bueno, como ni con unos ni con otros vamos a resolverlo…

Decía al principio que esta reflexión viene causada por una canción. Es probable que sea recomendable que os diga ya cuál es. Para asombro, me temo, de más de uno. Ni más ni menos que de ‘Himno de Riego’. Ojo, que la Historia puede ser traicionera, como he visto por ahí, y meter en el portal de vídeos un montaje con las notas de este himno en el que aparezca tranquilamente Karl Marx, como si hubiese tenido algo que ver en el levantamiento en contra del rey felón.

Y me ha dado qué pensar este viejo himno por un motivo muy sencillo: su letra. No excluye a nadie. Es una letra de amor a la Patria., ese concepto que las mentes simplistas de hoy en día parecen querer asociar únicamente al franquismo, pero que en realidad se puede disociar completamente y sin miedo a que se rompa. Quizá el único peligro que puede correr en ese caso es su fortalecimiento. Pero, a lo que iba.

Serenos y alegres
valientes y osados
cantemos soldados
el himno a la lid.
De nuestros acentos
el orbe se admire
y en nosotros mire
los hijos del Cid.

Para arrancar, ocho versos en plan declaración de intenciones. Orgullosos de ser quienes somos. Orgullosos de que el mundo nos mire. Volviendo la vista atrás a nuestra Historia, sin avergonzarnos de ella. Ay, si hoy fuese así…

Soldados la Patria
nos llama a la lid,
juremos por ella
vencer, vencer o morir.

Más de lo mismo. Amor a la Patria. Sin excluir a nadie. Todos bien recibidos.

La trompa guerrera
sus ecos da al viento,
horror al sediento,
ya ruge el cañón
a Marte, sañudo,
la audacia provoca
y el ingenio invoca
de nuestra nación.

Esta estrofa ya busca exaltar el espíritu. Que es lo que cabe esperar de un himno. Aunque algunas mentes preclaras de nuestros días no tendrían, sin duda, reparos en calificar estas letras, como mínimo, de extremistas. Por aquello de que llaman a recordar el pasado, sin tratar de edulcorarlo. Pobrecillos, si le echasen un vistazo al himno portugués…

Dado que esto se va alargando más de la cuenta, la semana que viene, más. Los comentarios, perplejidades, observaciones, curiosidades y andanadas a la línea de flotación serán bienvenidos en la sección de comentarios.

Hasta el próximo domingo.

PD: He de pedir disculpas por la no publicación de ‘Con la mochila a cuestas’ el pasado jueves. Los exámenes y trabajos diversos que nos tienen cogidos por todos lados lo convirtieron en misión imposible. Trataremos de volver a la regularidad prometida lo antes posible.

2 comentarios:
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Antonio dijo...
domingo, enero 25, 2009 11:45:00 p. m.  

Chico, chico, chico... Si me cuentan por ahí que vas a desgranar la letra del Himno de Riego en uno de tus artículos, no me lo creo... Ciertamente, el republicanismo no es algo exclusivo de la izquierda, ni mucho menos. En todo caso, se podría decir que la monarquía se antoja incompatible con determinadas ideologías de izquierdas, pero nada más. Recuérdese que las elecciones de 1933 las ganó la derecha y que, por mucho que a lo que vino después lo llamen "Bienio Negro", no es porque el régimen fuera menos republicano en ese tiempo.

José María Aznar y Francisco Camps me producirán sarpullido, pero son dos ejemplos de jefes de Gobierno elegidos en unas urnas por una mayoría abrumadora de votantes. Y me daría igual que, llegado el caso, el jefe de Estado se llamara Manuel Fraga Iribarne, si hubiera sido elegido por esta misma vía.

En democracia, el presidente de una República no deja de ser una persona como cualquier otra con todas las de la ley, a la que se puede criticar con la misma intensidad que las alabanzas que se le puedan hacer también. Alguien que se renueva o se cambia cada cierto periodo, y cuya "sencillez" no hay por qué demostrar. Alguien cuyo poder no se hereda, ni concede privilegios a toda su familia, entre otras muchas cosas.

En cuanto a la letra del Himno de Riego, hay que tener en cuenta el momento en el que fue escrita (el autor de la música era de Ontinyent, muy cerca de aquí, por cierto). Tiene connotaciones claramente bélicas y un alarde patriotero un tanto subidillo para mi gusto (aunque tampoco me parece nada ofensivo), pero bueno, hay que tener en cuenta que no fue concebido ex profeso para ser un himno nacional oficial, sino que se adoptó más tarde. No me pareceria desafortunado como himno hoy en día y, en todo caso, siempre se podría utilizar sin letra, cual si de la Marcha Granadera se tratase.

Creí que nunca diría que estoy plenamente de acuerdo con un artículo tuyo, pero ya ves, ese día ha llegado. Es sabio el dicho de no poder decir "de este agua no beberé".

Saludos.

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KARNY dijo...
martes, enero 27, 2009 12:44:00 a. m.  

Hace unos meses, el 14 de abril en concret, escribí un artículo titulado "Salud y...". En esas líneas venía a decir lo que después escuché a Julio Anguita en una conferencia oficiada en Valladolid hace un par de meses: "Si mañana, de buenas a primeras, me cambiasen un rey por un presidente,y me dijesen que esa es la República, saldría corriendo más allá de Moscú". Es obvio que algo cambiaría, por supuesto. Pero el sistema continuaría siendo lo mismo en esencia, no se subsanaría absolutamente ningún problema de los que tenemos ahora mismo y no, para mí no sería una República. Mi República. Francia lo es, Italia también. EEUU, una república que mata.

Los que defendemos la República, que solemos ser gente con idea de izquierda, no pedimos un cambio cual defensa por centrocampista, no. Tenemos un pensamiento que busca la democracia radical en contra de la representatividad que hoy nos rige, la imposición (sí, imposición) de un sistema educativo-cultural muy fuerte para crecer entre sabiduría democrática, entre conocimiento de decisión, de preparación política para poder afrontar situaciones y decidir ante cuestiones que nos afecten a todos. No pedimos votar a un señor y callar durante cuatro años, como ocurre ahora con el jefe de Gobierno. Pedimos igualdad legal, sí; pero también nos desgañitamos por la oportunidad material, por que la base de superación no sea el poder aspirar a más económicamente, sino colectivamente. Que nos superemos como grupo, como Estado, como Patria si te gusta más. Eso sería una República. El actual sistema político no es del todo malo, no. Sin embargo inició un camino en el que había muchos baches, y ahí se quedó. Parece que la única participación está en los partidos políticos, pero no. Eso es cerrar a la sociedad, eso es crear élites y formar oligarquías. Creo que eso no es República. Como tampoco lo es el derroche, el consumismo exacervado y la perdición provocada por grandes empresas con 'booms' varios. República, la cosa pública, es el todos a una, es el todos iguales, al menos, intentarlo. Es austeridad, es saber qué es lo necesario: "La democracia política está allí donde hay democracia económica", J. Manuel Gordillo dixit.
Cuando la banca sea nuestra, cuando los principales medios de vida sean nuestros, cuando la vivienda esté total y absolutamente controlada, empezaremos a construir una República. Mientras, no nos queda nada. Solo poner a parir a los políticos en este blog o en la barra del bar notando que no pintamos nada, que no tenemos capacidad de decisión. Solo para elegir blanco o negor que al final se funden en el gris más puro.

No voy a negar que esto suena a utopía, así como tampoco negaré que al Borbón cuanto más lejos mejor y que ese podría constituir el primer paso. Lo que tengo claro es que los que creemos en esto no estamos excluyendo a nadie, queremos a todos dentro. Y como se puede ver en mi artículo, puede hasta ser el argumento de personas egoístas: trabajando juntos y de forma más austera, tendremos asegurado mucho. Y podremos empezar a hablar de República.
Mientras, a esos países clasificados como repúblicas, podemos llamarlos -al menos yo- una parte más de este sistema que impera. "Piensa globalmente, actúa localmente" dice una pegatina que tengo en mi ordenador. Porque, otro asunto, no podemos mirar el estado de las cosas fijándonos solo en nuestro ombligo. Para allá de mi pueblo, todo es Portugal, como digo, pero también lo quiero.
Lo bueno, es que tenemos las pequeñas cosas que nos hacen disfrutar, como tomar una caña, charlar en el bar del pueblo o dejar un comentario en esta columna respetada. Pero que esto no nos haga olvidar.

Dicho lo cual en este pedazo de rollo que os he metido, que os vaya bien y suerte en los exámenes Patino y a tí en tu trabajo, Antonio, que la cosa está jodida, manda cohone.

Salud!

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