feedburner

Recibe las actualizaciones de DIARIO DE PERIODISMO

Apuntes de Geografía

Etiquetas:

DONDE DIJE DIGO...


Hola,

Volvemos con la sección geográfica, un lunes más. Como siempre, voy a partir de algo que contaba la semana pasada. Decía que, hasta 1916, el pueblo vallisoletano de Nueva Villa de las Torres se había llamado Villanueva de las Torres, pero que tuvo que cambiar de nombre al tener la misma denominación que otra localidad de la provincia de Granada. El Real Decreto que obligó al cambio de nombre de decenas de municipios es, probablemente, la principal modificación en la denominación de los ayuntamientos españoles (al margen de los producidos por la oficialización de las distintas lenguas del Estado), pero muchos otros pueblos han cambiado de nombre a lo largo del siglo XX y lo poco que llevamos del XXI. Hoy daré unas pequeñas pinceladas de este fenómeno.

Comenzaré, de todos modos, por el citado Real Decreto de 1916. El caso de Nueva Villa de las Torres es uno de los más llamativos, pero los hay parecidos. Como, por ejemplo, el de La Villa de Don Fadrique (Toledo), que tuvo que dejar de llamarse La Puebla de Don Fadrique porque otra localidad de Granada (se repite la misma provincia que en Villanueva de las Torres) ya se llamaba así. Pero otro pueblo de Toledo, Lillo, fue el que motivó que un municipio homónimo en León pasara a llamarse Puebla de Lillo. No obstante, como ya comenté en su momento, el problema en la repetición de nombres en los ayuntamientos se resolvió añadiendo al nombre del pueblo el de un río o una localidad importante cercanos, o la provincia o región correspondiente. Tres ejemplos en Aragón: Aguilar del Alfambra (Teruel), antes llamado Aguilar; Torralba de Aragón (Huesca), antes simplemente Torralba; y Belmonte de Calatayud, hasta entonces sólo Belmonte. Mucho después, en 1985, este último pueblo pasó a llamarse Belmonte de Gracián, en honor al escritor y religoso Baltasar Gracián, nacido allí en 1601.

Claro que otros municipios aprovecharon el Real Decreto de 1916 para modificar unos nombres más bien poco agraciados. Por ejemplo, un pueblo salmantino llamado hasta entonces Barba de Puerco, que cambió su denominación por la de Puerto Seguro. Apenas una década antes, otra localidad de Salamanca había desterrado su primitivo nombre de Pocilgas por el de Buenavista (lo que ya no queda claro es si de lo que había "buena vista" era de unas pocilgas). Y s
i nos vamos hasta Tarragona, encontramos otro caso de esta época: Puigtinyós significaba "cerro tiñoso", algo que probablemente debía ser motivo de mofa en pueblos vecinos, así que lo cambiaron por Montferri, que quiere decir "monte férreo". Todo fuera por no ser malsonantes.

Aunque lo de evitar los nombres feos no era nada nuevo: ya antes de 1900, una aldea del municipio zamorano de Rionegro del Puente había dejado de llamarse Garrapatas para convertirse en Santa Eulalia del Río Negro. Ponerse un nombre de santo, imagino que el del patrón o patrona de la población, ha sido algo recurrente a la hora de eliminar denominaciones poco agraciadas. Así, Rata (municipio de Anguita, Guadalajara) ahora se llama Santa María del Espino; los pueblos abulenses de Grajos y Escarabajosa ahora son, respectivamente, San Juan del Olmo y Santa María del Tiétar; y Arroyomuerto (Salamanca) es, desde hace apenas 20 años, San Miguel del Robledo. Otros no recurrieron a santos, sino simplemente a desprenderse de lo feo. Dos ejemplos en Madrid: Puebla de la Mujer Muerta y Olmeda de la Cebolla, que antes de 1950 pasaron a ser, respectivamente, Puebla de la Sierra y Olmeda de las Fuentes. Sobre este último caso, se podría hacer la broma (de escasa gracia, debo reconocer) de si las "fuentes" eran producto de la llorera originada por la "cebolla" que fue borrada del topónimo.

Buena parte de los cambios en la denominación de los municipios españoles se han hecho para evitar que hubiera referencias a otro pueblo vecino con el que, probablemente, había no muy buena relación. En la provincia de Valencia tenemos l'Alcúdia de Carlet y Aras de Alpuente, que ahora son, respectivamente, l'Alcúdia y Aras de los Olmos... y los de Carlet y Alpuente, que se fastidien. Lo mismo sucede en Benalúa (Granada), que ya no es "de Guadix", ni Villasequilla (Toledo) es ya "de Yepes". Aunque en otros lugares se han currado algo más el cambio de nombre: en Lleida hay un municipio con la bonita denominación de Bellaguarda, que hasta 1979 era la Pobla de la Granadella. Como en los casos anteriores, la Granadella es un pueblo vecino del que se prefería no saber nada, así que se optó por rescatar un topónimo inventado durante la Guerra Civil, que hace referencia a la ubicación del pueblo sobre una colina, que hace de "bella guarda" sobre su entorno.

Decía que fue durante la Guerra Civil la invención del nombre de Bellaguarda, pero la contienda mostró también su cara más amarga sobre la denominación de algunos municipios. Por ejemplo, un pueblo toledano tuvo la desdicha de llamarse Azaña, coincidiendo con el apellido del presidente de la República. Ese nombre fue inmediatamente sustituido por el de Numancia de la Sagra, que aún perdura. Lo mismo que el de Quintanilla de Onésimo (Valladolid), lugar de nacimiento de uno de los fundadores de las JONS cuando todavía se llamaba Quintanilla de Abajo. O San Leonardo de Yagüe (Soria), donde nació uno de los generales que apoyaron el alzamiento del 18 de julio de 1936.

Por suerte, no ocurre lo mismo en Ferrol (A Coruña), cuya denominación oficial hace mucho que dejó de ser El Ferrol del Caudillo. También el pueblo pacense de Esparragosa de Lares recuperó su denominación original con la llegada de la democracia, tras haberse llamado Esparragosa del Caudillo durante décadas por obra y gracia de un procurador en las Cortes franquistas nacido en esa localidad.

Yéndome a temas más agradables (y acabando ya casi, para no extender esto mucho), algunos cambios de nombre se han ceñido a variaciones ortográficas, imagino que en aras de ajustarse al topónimo original, aunque suponga una errata según la normativa actual en algún caso. En la provincia de Burgos encontramos nada menos que cuatro ejemplos: Cavia, Gumiel de Izán, Pancorbo y Santa María Rivarredonda, que hasta fecha reciente eran, respectivamente, Cabia, Gumiel de Hizán, Pancorvo y Santa María Ribarredonda. Claro, que para originalidad, la de un pueblo de Jaén que ha juntado la variación ortográfica y la eliminación de la referencia a un pueblo vecino, al pasar de llamarse Higuera de Arjona a Lahiguera.

Artículos que se añaden (como en El Guijo, Córdoba) o que desaparecen (como en Calzada de Oropesa, Toledo), o referencias que no hacen falta pero que se añaden (como en Talaveruela de la Vera, Cáceres) son otros ejemplos de cambios de denominación, cuyos casos se dan por decenas a lo largo y ancho de la geografía nacional. Por mi parte, creo que con esta muestra basta para evitar resultar pesado. Espero que la cosa haya sido de vuestro interés. Por mi parte, trataré de regresar el próximo lunes. Saludos a todos.

4 comentarios:
gravatar
Sara Parque dijo...
martes, octubre 16, 2007 1:44:00 p. m.  

Pues la verdad es que no pensé que se pudiesen sacar tantas cosas curiosas de los municipios de España. Sobre todo ese pueblo que hace referencia a mi segundo apellido: Don Fadrique!!! Seguro que ese fadriqueño, apuesto a que era el fundador, era una bellísima persona...jeje
Gracias una semana más por estos apuntes.
Un saludo

gravatar
Antonio dijo...
martes, octubre 16, 2007 8:54:00 p. m.  

Pues sí, ya ves que el tema da para mucho. Y recuerda que no hay sólo un pueblo que honra a todos los Fadriques, sino dos: La Villa de Don Fadrique (Toledo) y Puebla de Don Fadrique (Granada). Creo que, además, no era el mismo Fadrique, sino que se trata de dos personajes distintos. Por cierto, ya avanzo que la próxima entrega va a ir por el tema de los nombres de persona presentes en la toponimia española.

Me alegro que te guste la sección. Un cordial saludo.

gravatar
Patino dijo...
viernes, octubre 19, 2007 12:53:00 p. m.  

Desde luego, que curioso lo de los topónimos repetidos. Por cierto, que el que más me ha gustado, el de Garrapatas. ¿Estaba muy mal la gente en ese pueblo? Porque deben doler...

Saludos, Antonio. Como siempre, buen trabajo.

gravatar
Antonio dijo...
sábado, octubre 20, 2007 12:10:00 a. m.  

Vivir en un pueblo con un nombre poco agraciado debe ser un estigma para muchos... o no, si hay quien se lo sepa tomar con humor (aunque reconozco que puede ser difícil). No sé de dónde vendría lo de Garrapatas, la verdad, sería curioso de estudiar... Ese nombre ya no existe, aunque sí se mantienen otros muchos por toda la geografía dignos de estudio, como Cazurra (Zamora) o Peligros (Granada), y de los que ya me ocuparé otro día. Trataré de averiguar de dónde vienen, palabra.

Y como siempre también, muchas gracias por los elogios a la sección, Patino. Es un halago que os resulte amena.

Publicar un comentario

Tr3s Son Multitud. La serie por capítulos