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Slumdog Millionaire

Slumdog Millionaire, la película que ganará el Oscar en la máxima categoría el próximo fin de semana de forma algo inmerecida porque no es ni mucho menos la mejor de las cinco candidatas, posee una serie de elementos que deberian condernarla al olvido más inmediato. Su trama peca de una falta de credibilidad pasmosa, algo que trata de disimular con su discurso acerca de los designios del destino, pero que no es más que el abuso reiterado de un recurso que en el cine debería quedar relegado a contadas ocasiones: la casualidad; su historia de amor adolece de un simplismo infantil, casi de cuento de hadas, los personajes están descritos de forma maniquea, siendo los villanos una caricatura grotesca y el héroe de la función un hátajo de virtudes (en este sentido el personaje mejor retratado es el del hermano), y en definitiva estamos ante una película que huye de cualquier complejidad ética, filosófica o intelectual, algo que sacrifica en favor de la estetica y el espectaculo.

No se debe ver Slumdog Millionaire con los defectos citados en el primer párrafo en mente. No es esta una película para reflexionar mientras se ve, ni después de su visionado. No precisa de un análisis pormenorizado y concienzudo porque la cinta que dirige el británico Danny Boyle es la expresión del cine en estado puro, en su manifestación más primigenea. Aquella en la que no debes hacer otra cosa que sentarte y disfrutar, sin hacerte preguntas, sin cuestionar absolutamente nada y rindiendote a este entretenidisimo viaje por las entrañas de la India. Colorista, luminosos, hipertrófica, emocionante, así es esta película que no cede ni un segundo de descanso al espectador. Boyle dirige con una vitalidad apabullante, nos empapa del contrate paisajístico y económico de la India y más concretamente Bombay. Los rascacielos crecen junto a las chavolas, la opulencia intenta ocultar al mundo la putrefacción hasta convertir a este lugar en la meca de Bollywood y la informática. Y es que si alguna lectura profunda se puede sacar de esta película es su nada edulcorada o idealizada visión de la India (y por extensión de otros países que en los últimos años se han unido de forma falsaria al grupo de los desarrollados, caso también de China), donde la riquza se amasa gracias a una explotación al más puro estilo Oliver Twist.

Así pues Slumdog Millionaire es una película con numerosos fallos, todos ellos en el guión, aunque éste parte de una idea original, fresca y brillante y su estructura, siempre dinámica, mantenga la tensión y la intriga hasta el final. Pero poco importa cuendo la dirección (en este aspecto Danny Boyle sí será el justo ganador del Oscar), la banda sonora, la fotografía, el montaje... se conjugan a la perfección hasta lograr una sintonía que sólo puede calificarse de poética y fascinantemente hermosa. Quizá la visión global de la cinta no sea tan satisfactoria como se preveía, pero es indudable que cada escena por separado es una obra de arte, un derroche visual y sonoro abrumador que hacen que esta película vaya dirigida más a los sentidos y al corazón que al intelecto, y dicen que en eso consiste cualquier expresión artística. No esperen la Obra Maestra que la mayoría de los críticos dicen que es. Para el que esto escribe está lejos de serlo, pero no obstante los que vayan a verla (es imprescindible hacerlo en el cine, de lo contrario no tendría sentido) podrán deleitarse con dos de las horas más frenéticas y amenas de sus vidas, y no es poco.

Lo mejor: dirección, fotografía, música, interpretaciones, su rompedora estructura.
Lo peor: su falta de credibilidad en numerosas ocasiones, su maniqueísmo y simplismo.



No me gusta el cine español, pero siempre hay honrosas excepciones, así que la película recomendada de la semana es española. Quizá una de las mejores películas nacionales que se han hecho nunca, aunque no gozara de la repercusión que merecía, y es que siempre que se hace algo arriesgado, contracorriente, parece que hay que silenciarlo.

Smoking Room (2002)

Una sucursal española de una empresa multinacional norteamericana ha decretado la prohibición de fumar en todo el edificio. Los que quieran hacerlo tendrán que salir a la calle o subir a la azotea. A partir de ese momento lo que se inicia es la odisea de un trabajador para recoger firmas que permitan presionar a la empresa para que habiliten una sala para fumadores con el fin de no morirse de frío en la calle. La película es anterior a la ley contra el tábaco que prohibe fumar en los centros de trabajo por lo que puede parecer que ha perdido parte de su vigencia. Pero lo curioso es que no es así, y es que ésta sólo es la premisa para hablar de algo mucho más serio que afecta a todos: el actual clima laboral y empresarial.

Smoking Room, dirigida por J.D. Wallovits y Roger Gual y protagonizada por un genial Eduard Fernandez (el resto del reparto está igual de bien) es un crudo y desalentador relato de las actual situación laboral de la práctica totalidad de los países desarrollados, algo que sin duda se habrá visto agudizado por la crisis económica. De modo que es uno de los mejores momentos para ver esta película, una despiadada crítica al sistema capitalista, marcado por la paranoia, el arribismo y la supervivencia en la que los directivos se veran retratados, pero de la que tampoco escaparan los empleados corrientes. Todos (salvo el heroico protagonista) son descritos como depredadores, individualistas y egoístas que harán cualquier cosa para prevalecer en un sistema carazterizado por la inseguridad y la incertidumbre. No os la perdáis. Os deja una de las muchas escenas memorables de la película.

1 comentarios:
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Sara Parque dijo...
viernes, febrero 20, 2009 9:45:00 p. m.  

La pasada semana estuve en el cine viendo Slumdog Millionaire y aunque en conjunto no fue como esperaba (soy de las que cree que si vas al cine esperando grandes cosas al final sales con mucho menos...) la sensación fue satisfactoria. Lo que más me gustó fue la fotografía, pues cómo tu bien decías cada escena es una maravilla. ¿Qué me dices del pobre niño cuando se tira a la mierda (literalmente)?

Si vais al cine, sería una buena elección

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