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reflexiones a pilot rojo

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Obviedades

A medida que pasan los días, la frustración se va apoderando cada vez más de la gente normal. Continúan los ERE, sí, pero surgen además nuevas formas de despido: 250 personas de Sintel, empresa que sirve a Ono en Valladolid, no pudieron acceder el pasado jueves a su lugar de trabajo porque su carta de despido estaba recién salida del horno. Sin embargo, la multinacional Sony ha llegado a un acuerdo con sus miles de trabajadores y ‘ni pa ti ni pa mí’, congelación de sueldos durante 2 años. Empresas que dejan en evidencia a empresas…

Ninguna compañía de las que en los últimos tiempos han expedientado ha presentado unas cuentas deficitarias, ninguna ha demostrado que hubiesen sufrido pérdidas: simplemente habían reducido el beneficio. Es decir, no habían llegado al tope del año pasado o simplemente no lo habían superado. Menos el Banco Santander o el BBVA, claro, que siempre salen ganando.

Es espectacular el poder que ostentan los empresarios en cualquier parte del planeta. Sin dar absolutamente ninguna explicación, ninguna, regalan cartas de despido como quien reparte caramelos robados a los amigos. Excepcional es, sobre todo, la resignación de gran parte de la población, que observa impasible como el monstruo económico y financiero tiene sus garras en frente de su cara y parece que ni siquiera lo ve. Los medios de comunicación, efectivamente ayudan poco, porque presentan a los bancos como pobrecitos que no se pueden permitir prestar dinero al trabajador a pesar de que el Gobierno ha avalado y avala esas operaciones. Un ejecutivo que, por cierto, o tiene poca vista o no quieren pasar por rojos. Esto lo comento porque en países europeos que han avalado o aportado dinero a alguna entidad financiera han acabado por formar parte de los consejos de administración: si yo doy, también decido. Lógico y normal. Pero aquí ante todo no pasemos por lo que no somos: unos intervencionistas. Hablo del Partido Socialista, no es una broma.

A recoger patatas mandaba yo a algunos…

Si de verdad los gobiernos pintan algo en el mundo financiero, si Davos no es una tapadera, es el momento de demostrarlo. Pierden toda lógica los Estados sociales, democráticos de Derecho, pues los que los dirigen hacen constar lo que muchos nos olíamos desde hace tiempo: pintan muy poco. Una política fuerte haría temblar lujosas oficinas en el centro de Madrid y Nueva York. “Usted no ha perdido dinero, usted no está en quiebra, usted no despide a nadie. Cuando yo lo diga. Y si no estás de acuerdo, me quedo con la empresa”. ¿Para cuándo? Son impensables los intereses que deben existir tras todas esas comparecencias del ‘todo va muy mal’, me da miedo pensar la tramada que deberán de tener estos señores que se hacen llamar miembros del Ejecutivo con los conocidos como grandes magnates de los medios de producción. Y es abusivo el poder que ejercen sobre una sociedad y lo fácil que es domesticarla para que se porte bien. Son muchos años de adoctrinamiento, de olvido a una sociedad cada vez más inculta, hundida en el absentismo escolar y el abandono de estudios. Siempre se dijo que cuanto menos culto, más fácil de metérsela doblada. En condiciones normales y con todo lo que está cayendo –por culpa de los ricos, por supuesto- lo más lógico es que hubiese estallado una revolución. De esas de “estoy hasta los cojones de todo”. Pero nada. Seguimos haciéndonos el chocho coca-cola con el discurso –falaz- de Zapatero y asintiendo con la palabrería de los dirigentes económicos de la indivisible Unión Europea. ¿Su discurso? Pintarnos una banca fuerte, que no presta porque si nos lo da nos lo gastamos y que se está afianzando para obtener más seguridad. ¿No era ya fuerte? Si esa banca fuese nuestra, entre nosotros habría más confianza. Y posiblemente, el reflote iría un poquito más rápido. Al fin y al cabo, no habría intereses económicos y personales detrás. Tan sencillo como eso. Menuda mierda de sistema.

Liberalización, de calidad y barata

Lo que más me ha chocado –y más perplejo me ha dejado- ha sido el editorial del pasado viernes del diario El País. Cada vez entiendo más el por qué de una izquierda rosada y cada vez más derechizada. El hijo pequeño de Polanco propone más libre comercio, es decir, más capitalismo para ‘favorecer’ a los países del Sur y éstos salgan del abismo. ¿Se han vuelto todos locos? Fuera ya de que sus principios sean como los de esa archirrepetida frase de Groucho Marx, el diario ‘progreperomenos’ pretende más liberalizaciones (si es que queda alguna por hacer), es decir, más de lo mismo de lo que defiende el pregonero por las mañanas. El pene de Adam Smith ha resucitado.

Esta turba que debería dedicarse a esquilar galgos y medir los decibelios de las misas, es la que defiende un despido aún más barato porque a su vez desean que hasta mi madre sea privada. Vamos a empezar por que los políticos sean los primeros en probarlo. Al fin y al cabo, actualmente echar al ‘pringao’ de la obra cuesta cuatro duros.

Para ti, en pocas líneas: Rouco


Estoy deseando verte de nuevo en una manifestación, como hacías antaño. Me gustaría que predicases ese amor y esa bondad de tu dios para que el hambre y la miseria no se extiendan a más países de los que perecen actualmente. Cuando lo más lógico es que la Iglesia estuviese en el Foro Social Mundial de Belem, se sitúa aquí, en Europa, en España, defendiendo absurdeces reaccionarias y olvidando la supuesta razón de ser de esa religión: la igualdad material de todo hombre. Dueños de los bastones de oro y la riqueza a costa del engaño, les propondría a ustedes –a usted, Rouco- una asignatura alternativa: Educación para los Jerifaltes de la Iglesia. Los Kikos y los opusdeístas no necesitan caridad: son el azote de Dios. No me hace falta un autobús para que se entere.

1 comentarios:
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Angel Muñoz dijo...
domingo, febrero 01, 2009 9:40:00 p. m.  

Y me pregunto yo ¿por que no puedo disponer de mi dinero libremente para poder meterlo debejo del colchón, de un ladrillo o en una caja fuerte detras de un cuadro? seguro que en estos sitios me lo robaban menos ke en los bancos y nadie mancharía mis billetes con la sucia especulación financiera.

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