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El fracaso de la armada invencible.

La gran flota española conocida como la armada invencible fue organizada por orden del monarca español Felipe II en el año 1588 con el objetivo de la invasión y conquista de Inglaterra. El motivo por el que Felipe II decidió la invasión de la isla de Gran Bretaña fue acabar con los continuos ataques piratas en las colonias de América, donde los galeones españoles eran saqueados en su regreso a España. También acabar con el apoyo inglés a los rebeldes de las posesiones en Flandes.

La expedición fue todo un fracaso, diversos temporales impidieron que las 137 naves, muchas de ellas preparadas para surcar el atlántico pero incapaces de resistir los temporales de los mares del norte, que partieron desde la península Ibérica con cerca de treinta mil hombres, desembarcaran en costas inglesas.

Inicio del viaje y primeros problemas.

La flota inglesa era más ligera y mejor artillada que la española.. El mar no fue favorable a la Invencible, ya que en una tormenta cerca del cabo Finisterre se perdieron o se vieron seriamente perjudicadas varias naves. El 22 de julio salió, por segunda vez, de la Coruña con sus grandes buques que una vez reparados y avituallados parecía una fortaleza flotante.



Batallas que supusieron la derrota de la Armada Invencible.

El 31 de Julio, cerca de Plymouth se produjo el primer encuentro entre la flota inglesa y española produciéndose el primer intercambio de fuego cruzado. El 2 de agosto frente a Pórtland, se entabló un duro combate entre ambas flotas en la que los ingleses pusieron por primera vez en práctica el ataque en línea, táctica novedosa hasta entonces. El día 8 hubo la batalla de Gravelinas, en la que la gran armada perdió algunas naves y ochocientos hombres por algo más de un centenar de bajas inglesas. Pero el infortunio se cebó con la armada española, el cambio repentino del viento desvió a algunos barcos hacia el Mar del Norte.
Tras este percance los marineros españoles tuvieron que decidir entre volver hacía el Sur hacia el Canal de la Mancha donde se encontraría con decenas de naves inglesas o volver a España doblando Escocia e Irlanda una vez que se habían visto derrotadas.

La trágica vuelta a casa.

En su retirada hacia la Península los barcos españoles se encontraron con vientos huracanados y un mar revuelto que les empujaba hacia los acantilados irlandeses. Al final las consecuencias de esta fracasada empresa fueron el desastre total para la marina española. España perdió su hegemonía en los mares a favor de Inglaterra y la perdida de una sesentena de barcos y más de quince mil hombres muertos supuso grandes dificultades para mantener las enormes posesiones del vasto imperio de Felipe II. Fue sin duda una gran derrota debida a una pésima planificación y a una serie de toma de decisiones erróneas a las que se sumo la mala suerte por las condiciones de la mar.

¿Qué fue de los náufragos de la Armada Invencible?

Uno de los aspectos más interesantes y menos tratados acerca de este acontecimiento histórico son las distintas historias acerca de los barcos que intentaron volver a la Península y de los marineros que sobrevivieron a la batalla pero que nunca volvieron a casa.

La mayoría de naves que intentaron regresar a la Península jamás lo lograron. La primera historia que trata el trágico destino de estos marineros nos lleva a un lugar cerca de la ciudad de Grange, en un enclave denominado Roca de los españoles. En este lugar existe una placa que recuerda como el 6 de septiembre de 1588, el Juliana, la Lavia y la Santa María de la Visión se hundían cerca de las costas. Allí perdieron la vida 1200 hombres, de entre ellos unos 300 lograron alcanzar la costa a nado donde fueron asesinados por los nativos irlandeses o por el ejército inglés.



La Cárcel de Galway y sus ejecuciones.

Otro punto trágico para los barcos que huían de la marina inglesa fue Galway donde se produjeron una gran cantidad de hundimientos. A pesar de que esta zona había tenido un gran vínculo comercial con España, en ese fatídico año de 1588, se convirtió en un verdadero infierno. En este lugar había un gobernador llamado Sir Richard Bingham, fue el encargado de ejecutar a buena parte de náufragos españoles cumpliendo órdenes de Londres. El primer barco que fue divisado por Bingham envió una barca con una avanzadilla de setenta hombres con la intención de avituallarse. La bienvenida no pudo ser más hostil, todos fueron apresados y llevados a la cárcel de Galway. No muy lejos de esta zona encallaron varios barcos más como el Falcón Blanco Mediano cuyos 103 tripulantes fueron también apresados, la población local les puso en manos de las autoridades, eso si, previamente les desvalijaron y desnudaron. También al norte de Galway naufragaron otros barcos como el Concepción del Cano que fue conducido contra las rocas debido al engaño de la población costera que les atrajeron con luces confusas.

Un caso que llama la atención es el de los tripulantes del Gran Grin que encalló en la bahía de Clare. Los hombres que viajaban a bordo fueron desvalijados en cuanto tomaron tierra, pero se rebelaron e intentaron huir con las embarcaciones de los lugareños, el plan fue descubierto y los españoles sufrieron un duro ataque y tras una tremenda lucha fueron entregados al gobernador Bingham, posteriormente llevados a la prisión de Galway.

Esta cárcel a principios de octubre de 1588 ya contaba con 400 prisioneros españoles por lo que debido al hacinamiento decidieron interrogarlos a todos y ahorcarlos sin importar posición y rango. Tal fue el impacto de la población tras esta masacre que las mujeres de Galway hicieron sudarios para los cuerpos de los españoles y los enterraron dignamente.

El conocido como Spanish Point

Tras el hundimiento del San Sebastián y el San Marcos los 60 náufragos del primero fueron reunidos con los cuatro supervivientes del segundo y hechos prisioneros por los hombres del Sheriff Boetius Clancy del condado de Clare. El fin de estos hombres fue el mismo que el de otros tantos a lo largo de la costa irlandesa. Fueron ahorcados y arrojados a una fosa común sobre una colina que aún hoy se conoce como “la tumba de los españoles”. La tradición de la zona dice que años después del suceso llegó hasta el lugar una familia noble española para recuperar el cuerpo de su hijo Felipe de Córdoba y que esta familia pagó misas cada siete años y durante un siglo, para que el alma del sheriff Boetius Clancy no escapara nunca del purgatorio.

La leyenda del príncipe de Ascoli.

Entre otras leyendas de la época también se contaba que en uno de los barcos hundidos se encontraba el príncipe de Ascoli, hijo natural de Felipe II, que había sido decapitado, esta leyenda se ha propagado hasta hoy e incluso los habitantes de Dunquin se vanaglorian de tener la tumba del hijo de Felipe II. Pero la verdadera historia no es esta ya que el príncipe de Ascoli había interrumpido su servicio militar en la Gran Armada antes del desastre en Inglaterra y después del mismo tuvo una brillante carrera militar en Flandes e Italia.

Estas son solo una pequeña muestra de historias sobre los hundimientos de la Armada Invencible pero existen numerosas historias más, de igual importancia y alcance, como los hundimientos de las naves Santa María de la Rosa, del San Antonio de Padua, el San Juan Bautista o el San Juan de Portugal. Todas ellos tienen historias igual de interesantes que contar.

A pesar de todo gran cantidad de barcos consiguieron sortear los infortunios de los huracanes y los temporales y llegar a casa. España aunque tuvo pérdidas materiales importantes en pocos años reconstruyó su potencia naval. Las consecuencias políticas y psicológicas fueron más amplias: la Europa protestante consideró, desde entonces, que el poder español había sido doblegado.

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