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“Miente, que algo queda”

Abro un periódico a la mitad: artículo de opinión que “desmonta” la culpabilidad del sistema capitalista en la actual crisis financiera y aboga por la liberalización y el despido libre como la panacea. Doy ‘marcha atrás’ y…atención… ¡Operación Gürtel! Mis primos del Partido Popular empeñados en utilizar la misma estrategia que en el 11-M, que en realidad es exactamente igual que la que muchos medios ‘informativos’ utilizan respecto a muchos conflictos y situaciones internacionales: “Miente, que algo queda”. Empeñados en arrodillarse y pedir a santa conspiración judeo-masónica, no logran dar con el punto mentiroso por excelencia para calar realmente en la sociedad y ésta se extremice como ocurrió a partir de marzo de 2004. No logro comprender la maldita manía que existe en este subterfugio político patrio: la alergia a la dimisión. Ni siquiera la destitución. Con esta situación, Sarkozy se hubiese cargado al partido entero y Morales se los hubiese tirado a los de su condición, es decir, a la oposición.

Pero estamos en España. Donde la corrupción, “inherente al sistema” como decía Raúl del Pozo, tiene a más pseudo-políticos manchados de su saliva que sementales escocidos pasean por las fincas de Salamanca. Pero “miente, que algo queda”. Continúa contagiando a tus lacayos mediáticos de presunta inocencia mientras la saca no cesa de llenarse. Sigue privatizando empresas para tus amigos, para tus ‘bigotes’ y pijazos de saloncito de piel y, “si no me quieres, miénteme”. Eso deberán pensar algunos periolistos expertos en la investigación política patrocinada, o al menos a esa conclusión llego.

Es espectacularmente bochornosa a la situación que llegamos. Directores de periódicos que se las dan de independientes pero son más militantes que Fraga Iribarne y ministros que padecen “franquitis crónica” como ya diagnosticó Carlos Tena a los socialistas neopoderosos de 1982. Bermejo y Garzón, envueltos en una escena de “La Escopeta Nacional” de Berlanga, hicieron antiestética la operación que envuelve en ese tipo de papel-corrupté a Camps y compañía. ¡Con lo bien que íbamos!, diría el menos discreto. No sobrepasa lo ilegal –aunque a Bermejo le tenían que haber caído 20 años por genocidio muflón-, pero sí hace que vuelvan esos olores corruptos de Franco y sus ministros, de Franco y Eisenhower, de Franco y la prensa lameculos con el neosocialista Jaime Peñafiel.

Al fin y al cabo y no sé si me repito, tenemos la clase política que nos merecemos. Porque no creo que el hombre sea de naturaleza corrupta, sino que responde a un círculo vicioso de unos avispados que han creado el robo como situación normal mientras nosotros, en el salón, cambiamos de canal para “no escuchar ese rollo”. Quizás si el Estado metiese mano, esos rollos posicionados que tapan a los ladrones no provocarían lo que provocan. Y no me vengan con la libertad de expresión, la democracia y ese argot inventando en torno a 1978. Si lo que dicen fuese en serio y real, no estaríamos entreteniéndonos en esto. No crea usted que no me pesa.

Los topillos vienen, los topillos van…

Volvemos a lo de siempre. Maldita sea mi suerte si este verano se cumplen mis pronósticos: millones de roedores ciegos y tontos comiéndose las patatas de mi vecino, la cebada de mi primo o el maíz del padre de mi colega. Aunque es algo que no celebro, me iba a partir el culo –de forma maliciosa- con las reacciones de Silvia Clemente, consejera de Agricultura y Ganadería. “No hay topillos”, dicen. “Está todo controlado”. “Es lo normal por estas fechas”.

Me dicen desde la Consejería de Agricultura que han recibido más de 40 llamadas de agricultores de la Comunidad pidiendo bromadiolona o lo que coño acabe con esos bichos. A la vez me dicen que no hay topillos. Se enfadan conmigo porque les comento que hay agricultores preocupados. Les digo que he visto con mis propios ojos centenares de uras activas en Fresno el Viejo. Cambia radicalmente su actitud: “Bueno, venga, espera. Hemos empezado con mal pie. A ver, te explico”.

Evidentemente no hay plaga, faltaría más en febrero. Pero muchos me dicen que hay más que hace dos años por estas fechas, cuando mi pueblo salió en la BBC por los (putos) topillos. Mientras, otros insisten en hacerle el paripé a la Junta de Castilla y León para que no salga perjudicada políticamente. “Tres cojones me importa si es el PP o el PSOE quien gobierne. Como me coman los bichos y no hagan nada, veremos”, comentaba un parroquiano fresnero.

La cosa está fea. Pero que muy fea. Y que no me digan sus cachorros del ITACyL que aquí no hay riesgos. Si la política se vuelve a cargar una vez más uno de los motores de la economía castellana, pueden darles por cualquier sitio a los que lo realimentan. Y si su tierra tiene topillos, lo siento, pero no les está mal. Por fanáticos siglistas.

Para ti, en pocas líneas: nacionalistas de hoy

Españoles, vascos, gallegos, catalanes, andaluces… dejadlo ya. Sois como la mosca cojonera detrás del polo de hielo en la terraza de la piscina: no provocáis más que incomodidad. Porque sé, con certeza, que vuestro nacionalismo es falso e hipócrita. Que no es cuestión de pueblo oprimido, ni de pueblo llano, ni de revolución popular: es por pura superioridad racial, por un gran complejo que os ha perseguido durante toda la vida. No me vengan ustedes a comparar el nacionalismo vasco con el irlandés, que soportó crímenes en masa y violaciones de sus mujeres y sus hijas durante 5 siglos por los ‘buenines’ ingleses. El nacionalismo que vale es el internacionalista: quiero a mi tierra como los demás quieren a la suya y no eso de quiero a mi tierra sobre todas las cosas. Al final no se acaba queriendo a la tierra, sino a Franco, al Rey, a Sabino Arana o a los empresarios nacionalistas catalanes. No se acaba queriendo al vecino, al pobre, al humilde. A ese nacionalismo sí me apunto.

1 comentarios:
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Angel Muñoz dijo...
lunes, febrero 23, 2009 2:15:00 a. m.  

Estoy de acuerdo en que cada país tiene la clase política que le corresponde, no hay más que ver que en muchas ocasiones cuando un político es acusado de corrupción gana las elecciones por mayoría absoluta. Además como los políticos que roban no van a la carcel y si van pagan sus fianzas con el dinero previamente robado pues asi nos va.

Estoy de acuerdo con tu definición de nacionalismo y en cuanto a los topillos me temo que tendrán que ser los agricultores los que tengan que ir a matarlos a garrotazos.

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