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Fijaos qué curioso…

Sí. La verdad es que es curiosísimo, o al menos a mí me así me parece lo que os voy a contar. De todos es sabido que el pasado martes se cumplían 32 años desde que Francisco Franco murió, y unos cuantos más desde que José Antonio Primo de Rivera fue fusilado. Creo que 71, exactamente, siempre y cuando las matemáticas no hayan cambiado de repente. Que no es el caso, me temo.

Pues os venía introduciendo al hecho curioso en cuestión que paso a relataros ahora mismo. Imaginaos: chico español, joven –tanto que es menor de edad-, de buena familia, y se supone que formado –demasiado decir con la LOGSE, pero, aun así, supongámoslo- con una suficiente cultura.

Tanta, que le permite dejarme anonadado el pasado 20-N. Resulta que el chiquillo en cuestión, que apenas ha vivido la mitad del tiempo que hace que el Caudillo reposa bajo 3000 kilos de mármol de Alpedrete –no digamos ya la proporción con el tiempo que José Antonio lleva muerto, que la cifra se antoja con múltiples adjetivos-, no tiene reparos a la hora de lanzar vivas a Franco. Así como lo oyen, estimado público. Un chavalillo español de infantería, de pocos años de edad.

Quizá pensáis, probablemente no faltos de razón, que qué demonios está diciendo el tipo ese de las gaviotas, Que qué demonios le interesa a él meterse en la vida de nadie. Pues si lo pensáis, por una parte tendréis razón, porque poco me puede importar, ya que por muchos vivas, Franco va a seguir allí quieto en el Valle de los Caídos.

Libertad de expresión y de pensamiento. Sin duda alguna, no voy a ser yo el que la coarte –a buen sitio iban a ir mis gaviotas si la coartásemos-. Pero cabe preguntarse qué demonios saben estos chavales de hoy acerca de lo que ha pasado –no voy a ser exigente- en los últimos 100 o 150 años en este lugar que algunos dieron en llamar España. ¿Saben algo acerca de la guerra civil? Porque como sea sólo una parte de lo que se está publicando últimamente sobre la contienda –género best seller, oiga- y que no tenga demasiado rigor histórico, vamos finos. Como no se hayan molestado en investigar… y me da que no es algo a lo que los hijos de la LOGSE –gracias, señor Solana. Sin rencores, quede claro- estén demasiado acostumbrados hoy.

Porque, qué menos antes de lanzarse a dar vivas a estas dos figuras históricas de nuestra España, saber algo acerca de en qué emplearon su vida, qué pensaban y cosas por el estilo. ¿De verdad crees, amigo mío, que José Antonio estaría de acuerdo con Franco en muchas cosas? No, no te engañes. Lee algo acerca de lo que pensaba el joven abogado madrileño, y se te aclararán los conceptos. Que Franco le tuviese en su imaginario no era más que algo de cara a la galería, y que no veas qué bien le salió. Porque la gente hasta se lo creyó.

Y si pasamos al militar procedente del Ferrol, pues qué menos que ponerse al hilo de cómo ascendió fulgurantemente en las campañas de África, de cómo un cúmulo de casualidades hicieron que tuviese que asumir el mando de la rebelión, y de cómo gobernó -lamento decepcionar a más de un posible lector de esta parrafada, pero no voy a entrar a juzgar si bien o mal. Yo no viví esa época.- este país. Porque me juego media barra espaciadora del ordenador –déjame la otra media, que la puedo necesitar- a que sólo te has quedado con una parte de la murga, que ambos sabemos cuál es, y que mis gaviotas se niegan a que escriba aquí.

Por eso, te pido, estimado chavalín, que el próximo 20-N, si vas a lanzar vivas a Franco y a José Antonio, lo hagas sabiendo algo más sobre la historia de esta tierra que hoy ambos pisamos y que tiene mucho que contar. Sólo como recomendación.

Hasta la próxima semana, que las gaviotas ya están cansadas de tanto volar hoy.