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Historias de la precariedad

Esta tarde me ha dado por hurgar en el viejo ordenador portátil. Buscaba un trabajo que hice para la facultad que ahora puede ser útil para una vecina que también tuvo la original idea de escoger la carrera de Periodismo. Pero buscando una cosa me he encontrado con otra que me ha traído un montón de recuerdos de un pasado cada vez menos reciente. El recuerdo del día que hice el último examen de la carrera, de abrir el portátil sentado en un tren y escribir lo que me pasaba por la cabeza en ese momento. El recuerdo de ir anotando en la pantalla mis primeras aventuras laborales. Me he detenido a leer la primera anotación que hice, hace hoy justamente seis años. Aquella jornada había prácticamente terminado mi vida académica. Estaba pletórico de ilusión por lanzarme a otro tipo de aventuras vitales, aunque, viendo la parrafada que me solté, creo que lo que más me invadía era la sensación de no saber qué hacer a partir de ese instante. Me pongo a releer lo que fui escribiendo y no puedo más que echarme unas risas, ni que sea como forma de olvidar algún que otro mal rato...


13 de julio de 2001, viernes
Y ahora, ¿qué?

Misión cumplida. Acabo de entregar el que espero sea el último examen de la carrera. Me lo jugaba todo a una carta, pero no tenía otra opción si quería aprobar Historia del Periodismo. Durante el primer cuatrimestre no pude acudir a las clases, se me solapaban con las prácticas externas, así que no había más narices que ir al examen final. Claro, que para lo que me sirvieron las prácticas... Para darme cuenta de que no quiero trabajar en una empresa pequeña, donde hasta el último mono de la familia cobra por realizar no se sabe muy bien qué labor, mientras los dos o tres pringados ajenos al clan cargan con todo el trabajo por un sueldo más bien discretito. O por una mísera beca, como era mi caso y el de mi compañero. Aún nos podíamos dar con un canto en los dientes con las 40.000 pesetas que nos daban al mes. Y “que me quiten lo bailao” con aquel viaje a León y Palencia a hacer publirreportajes a destajo... Creo que fue lo único bueno que tuvieron aquellas prácticas; claro que luego me desahogué bien en la memoria que tuve que presentar a mi profesora, y me consta que mi compañero también... Espero que para el próximo curso ese medio de comunicación desaparezca de la oferta de becas; si quieren esclavos, que se vayan a otra época histórica. Pero no merecen que los estudiantes perdamos un semestre en su cochambrosa redacción.

La profesora de Historia del Periodismo era honesta cuando decía que sentía una especial admiración por Triunfo y su evolución durante el franquismo de revista taurina a semanario de actualidad política. Era la pregunta estrella, el tema a desarrollar. Si en el fondo no eres tan mala como todo el mundo dice, Carmencita... “Pequeña pero matona”, sí, pero en el fondo, mucho más honrada que muchas ratas de despacho que se ven por estos pasillos... Espero haber hecho honor a tu revista favorita y haber triunfado en el examen, aunque sea discretamente. Con tu aprobado me basta para sentirme liberado. Tu nota no será la definitiva, porque aún me queda un trabajo que hacer para septiembre, pero ya se sabe, muy mal tienes que hacer un trabajo para que te lo suspendan. Así que de ti depende, Carmencita, que el próximo septiembre yo sea un flamante licenciado en Periodismo. Que tenga que pasarme un año más en la Universidad por tu sola asignatura o, por el contrario, que empiece a intentar vivir de aquello para lo que me he ido formando durante estos años.

Claro que, sea cual sea el resultado, intuyo que me tocará afrontar una realidad que por ahora desconozco. Mi padre ya me lo ha advertido, que no me paga un curso más, que si tengo que permanecer aquí tendré que aprender a costeármelo. Dice que no le ha tocado ser víctima de la reconversión industrial para después sufragar mis estudios a fuerza de trabajos agrícolas en edad de prejubilación. Y mi madre igual, que está cansada de tener a la economía sumergida como amiga inseparable para que yo esté haciendo el crápula a 500 kilómetros de distancia. De manera que si me queda la asignatura de Carmencita, ya puedo ir buscando trabajo donde sea para intentar ser autosuficiente en esta ciudad. Y si apruebo Historia del Periodismo, dos opciones: o vuelvo a casa con papá y mamá para dejar de estar chupando del bote con descaro, o me busco la vida aquí. Pero si no sale nada de periodismo, de lo que venga: dicen que, si elijo quedarme, me pagarán el primer mes de gastos. Pero nada más. Sería como una cuenta atrás, en la que la meta sería conseguir ingresos a la llegada del día 31. Y si no superara la prueba, regreso obligado al nido paterno.

Me he pasado cinco años fuera de casa, haciendo lo que me ha venido en gana en una ciudad que no era la mía pero que ha estado a mi entera disposición desde el primer día. He conocido gente nueva, he sentido el calor de la mejor compañía, he reído, he tenido diversos ejemplos de aquello que llaman “primeras experiencias”. Claro que también he sentido la soledad, el desarraigo y la ignorancia en determinados momentos. He llorado más de una vez, y otras más en que he conseguido aguantar a tiempo las lágrimas para no quedar en evidencia. Algunas personas en las que confié me han acabado defraudando y, bien mirado, no tengo aquí nadie especial en quien pensar, nada que en realidad me ate. Por mucho que volver al hogar familiar pueda suponer en cierta forma un retroceso, una cesión de parte de la independencia que habías logrado... o que quizá te habían regalado a base de trabajos semiclandestinos y mal remunerados.

Aún no sé qué determinación tomar. Claro que eso tendrá que ser a partir del 10 de septiembre, fecha de entrega del trabajo que de verdad pondrá fin a tu carrera académica, al menos por ahora. Hasta entonces, reflexiona. A lo mejor el verano te aclara las dudas. O vete a saber si esta noche cambia el curso de tu vida... El último examen bien vale la juerga programada para este viernes 13... Qué casualidad que uno de tus mejores amigos de la Facultad viva en el mismo pueblo costero que tu tía, ésa en cuya casa te tienes que alojar estos días de julio, y que unos cuantos y cuantas más se hayan animado también a celebrar que hoy hemos cerrado simbólicamente toda una etapa. Sí, a lo mejor suena cursi, pero siento que a partir de hoy todo será distinto. Pase lo que pase, la rutina de asistir a clase, de improvisar comida y cena con pocos medios, de limpiar sólo lo justo para que tu morada provisional no parezca una leonera, de salir tantas veces como puedes, de hacer todo aquello que con tus padres te sentías cohibido de llevar a cabo, ha terminado. Y la verdad es que siento una incertidumbre que llega a angustiarme un poco. No sé qué me espera a partir de ahora. Puede que incluso esté haciendo castillos en el aire antes de tiempo, pero no puedo evitarlo. Pero bueno, el caso es que esta noche nos pegaremos una buena fiesta. Y junto al mar, que siempre es una compañía bien grata.

1 comentarios:
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Antonio dijo...
sábado, julio 14, 2007 1:11:00 a. m.  

AVISO PARA NAVEGANTES: Esta sección es una especie de relato por entregas, en el que el protagonista va narrando sus primeros contactos con el mundo laboral. Me he basado hasta cierto punto en mis propias experiencias, pero no se trata de una autobiografía. Espero que enganche al personal. Saludos.

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