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El vuelo de la gaviota

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Eso debía pensar el presidente del Consejo de Ministros. Y que los demás nos lo íbamos a tragar. Un apunte, que el cargo del personaje no está escrito porque sí, sino que es un cargo real, y, es más, es el verdadero nombre del puesto que desempeña el señor Rodríguez Zapatero desde el palacio de la Moncloa.

Vaya Gabinete. Me están dando ganas, pero no voy a hacer la gracia de que mejor era el Gabinete Caligari... Aunque quizás Jaime Urrutia fuese mejor que algunos de los elegidos para llevar los designios de España en la IX Legislatura.

¡17! Nada menos que ese es el número de Ministerios que va a tener España en los próximos años. Si las cosas andan poco boyantes, el señor Rodríguez habrá considerado que es mejor sobrecargar la Administración. En casa del herrero, cuchillo de palo, como se suele decir.

Conservamos a los ministros más polémicos: un Moratinos absolutamente inoperante en el desempeño de la actividad diplomática española –si queréis, llamamos a Estados Unidos o a un país cualquiera de Europa a ver cómo consideran a España a día de hoy- y demostradamente incapaz de poder desempeñar la función que le asigna la cartera de cuero con la que se representa su nombramiento ministerial.

O una Magdalena –Maleni- Álvarez aún más inoperante en lo que a infraestructuras –perdón: socavones, apagones y demás quise decir- se refiere. ¿El premio? Unos años más en la poltrona ministerial. Ay, José Luis, que se te van a mosquear tus socios catalanes...

O un Bermejo al que medio cuerpo de funcionarios de Justicia –tranquilos, amigos, las gaviotas hablarán de vosotros otro día- tiene ganas. O una Elena Espinosa de la que nadie puede decir nada, dada su excelsa neutralidad. O un Bernat Soria que se dedica a plagar de falsedades su currículo. O un Rubalcaba fichado para atacar a la yugular del PP y que ahora se queda ahí porque no se sabe qué hacer con él, o con un Solbes que lleva la economía igual que en el felipismo... Igual de mal, quiero decir.

Sobre los neo-ministros, pues no sé muy bien qué decir. Que Defensa sea ocupado por una mujer no me parece mal, porque Carmen –no te voy a dar el gustazo de escribir Carme y pronunciar /carma/, eso sí que no- puede que sea tan válida como cualquier otro para esa función, aunque lo del embarazo de siete meses y tal...

Quitar al anodino Clos de Industria puede que no haya sido trágico para nadie. Pero lo que está claro es que el amigo Sebastián ha pasado de ser denostado en Madrid a ser premiado con la cartera ministerial. Y todo en el asombroso plazo de menos de un año.

Lo que sí que no me acabo de explicar es que el inútil, inservible y tantos in- que se le pueden poner al Ministerio de Vivienda siga ahí. No sé prácticamente nada de la señora Corredor, que lo va a ocupar, pero sigo pensando que es una perfecta inutilidad. Porque para lo que valió en los pasados cuatro años... ¿O es que en esta ocasión si va a pensar en la vivienda para los jóvenes, Presidente?

De los demás... Corbacho tiene por delante hacerlo mejor que Caldera. Tranquilo, que es fácil. Eso sí, lo de incluir inmigración en Trabajo, sacándolo de Interior... mal movimiento en el tablero me parece. Garmendia parece hábil en su parcela, a ver si la dejan actuar, y por fin avanzamos algo en lo de la Innovación. Y lo de Igualdad... de traca. ¿Verdaderamente se necesitaba despilfarrar un dineral en algo que debe surgir espontáneamente –si es que no ha surgido y lleva establecido un montón de años, cada vez avanzando un poco más- en la sociedad? Si José Luis lo dice, será

Se admiten apuestas, señores. ¿Reestructuración a media Legislatura? Parece obvio. ¿Algún cambio de urgencia cuando la economía se tuerza? Conste que no miro a nadie, señor Solbes.

En fin. Que este es el Gabinete de la IX Legislatura.

Lástima que no sea el Caligari.

2 comentarios:
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Antonio dijo...
lunes, abril 14, 2008 12:53:00 a. m.  

A mí también me chocan algunos nombramientos, como el de Miguel Sebastián (si todas las derrotas electorales tuvieran esos premios...), y me parece absurdo lo del Ministerio de Igualdad, e incluso el de Vivienda (creo que son áreas que fácilmente pueden encajarse en otros departamentos).
También me contraría que Bermejo siga, después de todo el follón de la Justicia. En cambio, lo de Magdalena Álvarez no me parece tan mal: pese a su impopularidad y lo cuestionable de su gestión, ha demostrado ser una persona de mucho carácter, con un puntito incluso de tiranía que a veces no sobra en la imagen de un político. Además, ha sabido salir airosa de todas las crisis.

Por lo demás, un consejo sobre la forma, más que el contenido: yo sería menos vehemente en los artículos. Me explico: creo que ese estilo te quita credibilidad ante aquellos que, en principio, no comparten tu opinión. Si vas más a la crítica en profundidad que a la descalificación superficial puedes conseguir poner de tu parte al que al principio no estaba de acuerdo contigo. Creo que tus artículos ganarían mucho con un tono algo más suave, sin perder un ápice de crítica, porque madera la hay, y muy buena.

Por otra parte, Carme no tiene por qué pronunciarse /carma/, sólo en la zona oriental de Cataluña y en las Baleares. En la parte occidental y en la Comunidad Valenciana se pronuncia como se escribe, /carme/. Y deberías asumir que un nombre en una lengua distinta a la española no es un capricho para molestar al prójimo, y ver que la pluralidad lingüística de este país es una de sus principales riquezas, sabiendo ver que una lengua, en sí, no guarda relación alguna con la política.

Un cordial saludo.

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Anónimo dijo...
lunes, abril 14, 2008 2:46:00 p. m.  

Patino esperaba un poco más de ti ...

11 millones de votantes se equivocaron poniendo a ZP, si no es por tí no me doy cuenta.

PSOE según tu "tos mu malos" ahora falta que nos digas quién son los talentosos y proverbiales mentes del PP a los que votaste.

Tu artículo me huele a pataleta, "miraos el ombligo" y esperar cuatro años más.

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