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El vuelo de la gaviota

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Persistencia. Justamente eso.

Como bien dice el título de este nuevo vuelo de la gaviota –que, espero, se vuelva a convertir en más o menos regular con el fin del verano-, la persistencia es una cualidad que define exactamente a la persona a la que va dirigido. Inicialmente dudaba si dedicarle tal calificativo a su actitud sería correcto, pero creo que quedará patente que así es.

Pero la persistencia es aplicada a una sola de las facetas de la vida de este personaje –pensándolo mejor, a dos-; su desidia y su inquina. Tanto en sus actuaciones como en sus declaraciones. Y la persona, o personaje, eso lo dejo al gusto del lector, al que me refiero desde las líneas de este blog no es otro que la directora de la Biblioteca Nacional. Rosa Regás. Que, por cierto, sé que el apellido lleva otra clase de acento, pero es que en español no existe, y el autor de este artículo es amigo de escribir con la mayor corrección que le es posible.

Desde siempre, gracias a la columna que tiene en un conocido periódico de tirada nacional, hemos sabido de qué pie cojeaba –cojea- Rosa. Pero en los últimos tiempos se está revelando como una permanente fuente de comentarios y actuaciones fuera de tono y lugar. Como la que hizo acerca de que se alegraba «de que cada vez se vendieran menos periódicos». Con un par, de lo que quieran. Toda una Directora de Biblioteca Nacional, promoviendo la Cultura en este país. Pero promoviéndola a su estilo, claro.

Días más tarde se trató de disculpar –quizá trataron de que se disculpara y la pobre Rosa sólo obedecía órdenes, quién sabe- acerca de sus declaraciones sobre las ventas de diarios, pero no le sirvió a nadie, y ataques que pretenden –porque no llegan a serlo- ser frontales, rompiendo y rasgando, se quedan en poco menos que lanzamientos de piedrecillas por parte de un crío con un tirachinas cuando se hacen de esta manera.

Ahora, unas cuantas fotografías con gafas de dudoso gusto después, Rosa nos vuelva a dejar boquiabiertos. A mí, al menos así me ha dejado. Resulta que cualquier tiñalpa puede acceder a la Sala Cervantes, que se presume como una especie de inalienable centro de Cultura, con verdaderas joyas en forma de papeles y libros diversos, y arrancar impunemente dos portulanos de Ptolomeo. Que no son mapas de carreteras, precisamente.

No digo que nuestra amiga Rosa tenga la culpa de que los ladrones roben, no. Pero no me negará nadie, siquiera ella, que tiene una gran culpa el que el robo se produzca un jueves y hasta el día siguiente no se denuncie ante quien se deba encargar de ello. A eso me refería con su desidia.

Ser Director de un organismo tan importante como es la Biblioteca Nacional no consiste en salir rajando –o escupiendo inquina y odio, como prefieran, que en el caso que nos ocupa viene siendo similar- de vez en cuando, y limitarse a hacer posados con gafas de colores estridentes. Es un cargo muy importante, ya que la Biblioteca es uno de los templos de la Cultura de cualquier nación, más de esta España nuestra que ha dado tanto y tan bueno a la literatura, y la persona que se encargue de dirigirla no puede ser un cualquiera.

Rosa Regás deja muy claro que este cargo es algo que le viene muy grande. Más aún habiendo tenido como antecesores en el cargo a gente del nivel y categoría de Jon Juaristi, bajo cuyo mandato, oh casualidad, no sufrió la Biblioteca ningún robo como éste. Y muchos más que me dejo en el teclado.

Cuando escribo estas líneas, de los Ptolomeos, ni rastro. A saber. Dicen que sólo se entra en la Sala Cervantes como investigador, con carné. Que están detrás del que lo ha hecho. Si lo dicen, será verdad. Porque, de momento, hay silencio por parte de Rosa. Si no fuese así, sería para preocuparse.

P.D.: Debo tener telepatía o algo así, porque mi amiga Rosa ha leído mis intenciones -y mis deseos/súplicas-plegarias - y ha presentado la dimisión. Eso sí, me tenía guardada la jugada maestra, y dice que por desavenencias con el ministro de Cultura, cuando resulta que ha sido porque éste le ha cantado las verdades, diciendo a mi querida Rosa que en los tres años que llevaba en el cargo no había hecho nada. Eso sí, señor Molina, usted también se equivoca: Rosa sí ha hecho algo. Ser incompetente.

Y a tí, querida Rosa, no me queda desearte sino que la inquina que escupas desde tu columna no salpique. Y que no vuelvas por la Biblioteca.


3 comentarios:
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Anónimo dijo...
lunes, agosto 27, 2007 8:17:00 p. m.  

Rosa Regás.....¿Ama y entiende a Galicia?

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Antonio dijo...
martes, agosto 28, 2007 9:14:00 p. m.  

Estimado Patino, si eres amigo de escribir con la mayor corrección posible, deberías haber escrito Regàs. Porque se trata de un antropónimo, que, como tal, es intraducible; por lo tanto, aunque en español no exista la "à", dado que se trata de un apellido catalán, si esta señora utiliza la forma "Regàs" es así como debe escribirse, al margen de la lengua que se utilice en el texto. Tampoco existe en español la "ç" y, sin embargo, si escribes el equivalente francés de "Francisco" no pones "Fransuá", sino François.

Quiero decir que Girona puede ser Gerona, aunque esa denominación ya carezca de oficialidad (pero sí es la traducción en español de un topónimo catalán), pero Joan Puigcercós nunca va a ser "Juan Cerrocercoso". Igualmente, yo no soy "Antoni", ni tú "Carles Patí", aun en el caso de que se refirieran a nosotros en un texto en catalán. Los nombres y apellidos son en la lengua que son, y su grafía ha de respetarse al margen del idioma en el que se escriba.

Por lo demás, decirte que a mí Rosa Regàs también me ha parecido una mediocre directora de la Biblioteca Nacional, y que su afirmación sobre las ventas de diarios es para que se le hubiera exigido la dimisión en ese momento (y más aún cuando explicó su "motivación"). La venta de periódicos equivale a la difusión de ideas, y la pluralidad de la sociedad es algo muy rico. Aparte, yo me gano la vida en un periódico, no me puede interesar que se vendan menos, y a vosotros tampoco por la cuenta que os trae para el futuro. Y como tú dices, Rosa Regàs no tiene la culpa de que entren a robar en la Biblioteca Nacional, pero su cargo implicaba una responsabilidad indirecta (es un robo muy grave), por lo que, si es ése realmente el motivo de su forzada dimisión, me parece del todo correcto.

Así que ya ves, defender la grafía del nombre de Rosa Regàs en absoluto implica estar de acuerdo con su labor, ni sentir simpatía por ella. Ni tampoco por muchos otros personajes, al margen de que su nombre deba escribirse bien.

Un cordial saludo.

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Anónimo dijo...
miércoles, agosto 29, 2007 12:19:00 p. m.  

Estimado Antonio, te respondo nada más leer tu comentario:

Era una simple forma de querer hacer más amena la introducción del artículo, me apunto el dato de lo de los antropónimos, desconocido hata ahora para mí.

Sobre lo que dices de Gerona/Girona y demás, te invito a que si lo tienes a tu alcance, eches un vistazo a la 16ª edición del "Manual del español urgente", editado por la Fundéu, a partir de la página 101 en adelante. Viene explicado maravillosamente.

Por cierto, que escribo como Patino, sin entrar en Blogger, porque hoy no he podido acceder...

Saludos, compañero.

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