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Apuntes de Geografía

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INDEPENDENCE DAY

Ni he estado de vacaciones en la tierra del tío Sam, ni voy a hacer ahora de crítico cinematográfico. El título viene a cuento del tema de hoy, que como siempre parte de algún punto de la entrega anterior. Entonces, comentaba que algunos de los pueblos creados o impulsados gracias al ferrocarril habían logrado la independencia municipal. Pues bien, hoy la cosa va dedicada a municipios de nueva creación, pero además, me centraré en las localidades que han conseguido la segregación hace poco tiempo, dado que han sido bastantes.

En los últimos 30 años se han constituido en España más de 70 municipios. El más joven de todos ellos es Villamayor de Gállego (Zaragoza), segregado de la capital aragonesa a comienzos del año pasado. Esta localidad reúne dos de las cuestiones fundamentales que pueden llevar a la creación de un nuevo ayuntamiento: tener una población destacable y haber sido independiente con anterioridad. Villamayor de Gállego tiene la no despreciable cifra de 2.578 habitantes, y ya tuvo ayuntamiento propio hasta 1911, en que fue anexionado a Zaragoza. Esos factores sin duda le habrán hecho más fácil el camino hacia la segregación, un proceso que otros muchos lugares han visto frustrado.

Superar en habitantes a la propia capital municipal y tener aspiraciones de independencia es una combinación que, más pronto o más tarde, también suele desembocar en un nuevo municipio. El Ejido (Almería) ya tenía en 1970 más población que la localidad a la que pertenecía, Dalías, aunque la segregación no llegó hasta 1982, fecha en la que El Ejido ya era la capital del plástico por sus prósperos invernaderos. Además, su nuevo término incluyó una amplia franja costera, en la que ya existían varios núcleos urbanos dedicados a la pesca, pero en la que además afloró el turismo. La conclusión de todo ello son los 75.969 habitantes actuales. Salvando las distancias (geográficas, demográficas y socioeconómicas) es lo que ocurrió también en Burela (Lugo), independizado del municipio de Cervo en 1995. En este caso, la antaño aldea concentraba más del 60% de la población de todo el concejo.

La actividad turística también está detrás de otras segregaciones. Una de las más destacadas es la de Salou (Tarragona), que hasta la época del desarrollismo era tan sólo un pequeño caserío del municipio de Vila-seca con algunos pescadores y en el que veraneaban las familias bienestantes de la zona. Pero el despegue económico elevó su población y acentuó su personalidad, llegándose a la independencia en 1989. Desde entonces, el crecimiento se ha acentuado: los 7.264 habitantes de 1991 se han convertido hasta la fecha en 22.162. Otro núcleo turístico sobradamente conocido, Torremolinos, también se independizó de la ciudad de Málaga en 1988. Pero aquí hay una diferencia: Torremolinos fue municipio independiente hasta 1924, con lo que nunca había perdido esa personalidad a la que antes hacía referencia, y que dio más fuerza al movimiento segregacionista.

En otros casos, la distancia desde el núcleo de población hasta la capital municipal es clave para que afloren las demandas de independencia, ya que es habitual que los habitantes de la pedanía se sientan olvidados por la metrópoli, probablemente con razón en ocasiones. Fue el caso de Pilar de la Horadada (Alicante), segregado de Orihuela en 1986, o de las localidades tarraconenses de Deltebre, Camarles, Sant Jaume d’Enveja y l’Aldea, desgajadas entre 1977 y 1983 de Tortosa, y que redujeron a la mitad el término municipal de esta ciudad. También dista bastante de su otrora capital municipal un pueblo de simpático nombre, Cariño (A Coruña), desmembrado de Ortigueira en 1988. Y sin movernos de Galicia, un caso extremo de personalidad: A Illa de Arousa (Pontevedra), que, como ya dice su propio nombre, ocupa un territorio insular, y eso sí que confiere carácter propio... Pese a ello, el municipio de Vilanova de Arousa, al que pertenecía, no le concedió la segregación hasta el año 1997.

Otros nuevos municipios han germinado en las áreas metropolitanas de las grandes ciudades. Destacaré un caso en Madrid y otro en Barcelona, muy dispares entre sí aunque con el mismo concepto de ciudad dormitorio. En la comunidad del centro peninsular está Tres Cantos, segregado de Colmenar Viejo en 1991, desarrollada durante los años anteriores de forma medianamente racional, sobre una amplia extensión de terreno. Por contra, la localidad barcelonesa de Badia del Vallès sólo se llama así desde 1994, año de su independencia municipal; hasta entonces, y desde su inauguración en 1975, se había denominado Ciutat Badia (o Ciudad Badía, en sus inicios). Se concibió como el ideal de ciudad del desarrollismo franquista: edificios altos apiñados en apenas un kilómetro cuadrado, alejados además de los núcleos urbanos ya existentes. Pudo haberse convertido en uno de tantos guetos de las grandes áreas urbanas, pero por suerte no llegó a ser así, aunque sus habitantes llevaran el estigma de “ser de Badia”, convertido en 1994 en orgullo, al pasar de ser un barrio a un pueblo más. No obstante, las carencias en cuanto a extensión y alternativas económicas aún son palpables, y provocan una notable pérdida de habitantes: de 17.058 a 14.123 en los últimos diez años.

Otro ejemplo de pueblos nuevos son los poblados de colonización construidos por el Estado entre 1950 y 1975 en diversas zonas de España, sobre todo en Extremadura y Castilla-La Mancha. A la primera comunidad pertenecen Valdelacalzada y Pueblonuevo del Guadiana (Badajoz) y Rosalejo (Cáceres), los únicos tres que han conseguido hasta ahora la meta de convertirse en municipios, aunque otros núcleos de este tipo se encuentran en el régimen intermedio de entidad local menor. Por su parte, en Ciudad Real encontramos Llanos del Caudillo, el único poblado de colonización de La Mancha segregado hasta ahora (de Manzanares, en concreto), y que conserva en su nombre la alusión a Paquito el de Ferrol. En cambio, en Isla Mayor (Sevilla), pueblo de orígenes similares, eliminaron cualquier reminiscencia con la supresión de su anterior nombre, Villafranco del Guadalquivir, poco después de independizarse de La Puebla del Río en 1994.

Volviendo, para finalizar, al tema de los pueblos que esgrimen una anterior independencia para justificar una segregación, esta cuestión ha permitido que bastantes pueblos pequeños sean otra vez municipios. En Vizcaya hay bastantes casos de este tipo, como los de Ajangiz, Arratzu, Forua, Kortezubi, Murueta y Nabarniz, todos ellos anexionados a Gernika-Lumo en la década de 1960 (salvo el primero, que se incorporó con anterioridad) y segregados de nuevo a partir de 1981, pese a que ninguno llega al millar de habitantes; en esta provincia también se encuentra Ziortza-Bolibar, que pasó por el mismo trance, anexionado a Markina-Xemein para volver a segregarse en 2005. Y en la provincia de Segovia, un panorama similar con los municipios de Ortigosa del Monte, Añe, Cuevas de Provanco, Cozuelos de Fuentidueña y Marazoleja. Todos ellos con menos de 500 habitantes, fueron anexionados a otras localidades a partir de 1960, pero todos ellos recuperaron la independencia con la llegada de la democracia. Claro que ningún caso tan llamativo como el de Marracos (Zaragoza), un minúsculo pueblo de 115 habitantes, segregado en 1998 de Piedratajada, localidad a la que había sido anexionado nada menos que en 1845... Nunca es tarde si la dicha es buena.

Hasta aquí la entrega hoy. La semana que viene, si puede ser, más. Saludos y hasta la próxima.

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