feedburner

Recibe las actualizaciones de DIARIO DE PERIODISMO

Apuntes de Geografía

Etiquetas:

EL OLVIDO



Hola,

La semana pasada, al hablar de la provincia de Zamora, decía que el municipio menos poblado era Quintanilla del Olmo, con 42 habitantes. Recalco lo de "municipio" porque, obviamente, no se trata del pueblo más pequeño. Sólo hay que ver, por ejemplo, el caso de Otero de Sariegos, antiguo ayuntamiento agregado hace unos 35 años a la cercana localidad de Villafáfila. Este enclave, con la categoría de Villa, ya tenía en 1970 la exigua cantidad de 39 habitantes. Hoy sólo quedan empadronadas 5 personas. Una pequeña muestra del abandono rural, del que tantas veces he hablado aquí, pero que a veces llega a tener tintes algo dramáticos, al suponer el extremo de provocar la desaparición de los pueblos.

No hace falta calentarse (relativamente) mucho la cabeza para encontrar lugares en esta situación. Basta con echar una ojeada, por ejemplo, al Nomenclátor de la provincia de Soria, la menos habitada de España. Localidades que en el año 1960 eran municipios independientes hoy apenas si están pobladas por una decena de personas. Por ejemplo, Aldehuela de Ágreda y Fuentes de Ágreda, en el municipio de Ágreda (raro sería que fuera en otro), con 6 y 2 vecinos, respectivamente. Otra cosa será que realmente vivan allí, claro. Al menos, aún pueden decir que existen, porque otros lugares están totalmente vacíos, como Cabreriza, en el municipio de Berlanga de Duero. Y otros ya ni siquiera figuran en el Nomenclátor, es decir, que están totalmente abandonados, como Acrijos, Armejún, Buimanco, Vea o Villarijo, en el municipio de San Pedro Manrique, en el extremo norte de la provincia.

La tónica se repite en otros territorios poco poblados del país, como Teruel, donde cuesta encontrar la ubicación de El Colladico o Escriche, por poner dos ejemplos. Se trata de dos antiguos municipios desaparecidos entre 1960 y 1975 y agregados, respectivamente, a los ayuntamientos de Loscos y Corbalán. Hay algún caso similar, todavía no de despoblación absoluta, pero casi, como La Rambla de Martín, en el municipio de Martín del Río, y donde oficialmente viven tan sólo dos hombres y ninguna mujer, imagino que dos pensionistas solterones o viudos. Triste futuro el que aguarda a esta localidad, también.

Las zonas de montaña, tradicionalmente de menor densidad de población, son más proclives al abandono. Las áreas de La Rioja más alejadas del valle del Ebro están muy poco habitadas, y también encontramos algunos enclaves deshabitados que hace tan sólo unas décadas eran municipios independientes con una discreta cantidad de vecinos. Poyales (municipio de Enciso), La Santa (municipio de Munilla), Luezas (municipio de Soto en Cameros) o Montalbo en Cameros y Santa María en Cameros (municipio de San Román de Cameros) son ejemplos que ilustran esto. Y si nos vamos un poco más hacia el este, las tierras más altas de Lleida también encontramos algún caso de despoblación absoluta o casi, como Tost, en el municipio de Ribera d'Urgellet. Muy pocos vecinos tienen también Fígols de Tremp o Sapeira, en el municipio de Tremp. En general, las zonas pirenaicas y prepirenaicas están repletas de enclaves que conocieron tiempos mejores.

También en Cataluña, pero en una zona aparentemente menos proclive para el abandono como el área central de la provincia de Tarragona, hay un enclave deshabitado, la Mussara. Era un pueblo más de la zona montañosa del interior, pero que sufrió un rápido éxodo en las décadas de 1940 y 1950. Así llegó al censo de 1960 con sólo 25 habitantes, siendo poco después anexionado a la localidad próxima de Vilaplana. En la actualidad constituye un singular foco de abandono en una zona que por lo general no presenta graves problemas de despoblamiento. Sus ruinas incluso son un lugar muy visitado, como podrá comprobar quien lo busque en Google Earth.

Voy a terminar ya, porque tanto hablar de abandono me deprime un tanto, con una batallita que creo que ya comenté hace poco pero que no está de más recordar de nuevo. En un reciente viaje por el norte de Guadalajara visité un pueblo llamado Villacadima, perteneciente al municipio de Cantalojas. Tiene el gran atractivo de una iglesia románica que además está siendo restaurada, pero también el aliciente, para quien lo busque, de estar deshabitado. Que no abandonado, puesto que hay algunas casas en buen estado de conservación, signo de poblamiento eventual. Pero debe ser sólo en determinadas épocas del año, porque cuando estuve allí era domingo a mediodía y allí no había nadie más que el menda y el amigo que me acompañaba. El cielo además estaba nublado, amenazando lluvia, algo que se convertía en la postal perfecta para la estampa. Era desolador ver las casas caídas de Villacadima, pensando en quién habría transitado por ellas décadas atrás, qué sonidos se habrían escuchado desde sus ventanas. Pudo existir un pasado lleno de vida, pero el presente sólo es olvido y silencio. Qué futuro puede esperar. A Villacadima, algo quizás, por las obras de rehabilitación de la iglesia. Pero en otros muchos lugares, no queda ya nada que reparar.

No he subido nunca una fotografía a este blog, pero hoy lo voy a hacer, para que todo el mundo vea Villacadima y se haga una idea de lo que vi y lo que cuento. Como digo, un silencio desolador dominaba la escena.





















Allí no había nadie más que nosotros dos. Nadie más.

Saludos y hasta la próxima.


0 comentarios:

Publicar un comentario

Tr3s Son Multitud. La serie por capítulos